
Xiomara Castro se deshace en elogios hacia los dictadores Ortega y Murillo – Nicaragua Investiga
- Nicaragua
- junio 10, 2025
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En una nueva demostración de su alineamiento con el régimen autoritario nicaragüense, la presidenta hondureña Xiomara Castro protagonizó el lunes un acto diplomático que evidencia su subordinación a los dictadores Daniel Ortega y Rosario Murillo.
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Durante la ceremonia de presentación de credenciales de la nueva embajadora nicaragüense, Darling Ríos Munguía, Castro no solo reafirmó los vínculos con el régimen de Managua, sino que expresó públicamente su «cariño y respeto» hacia la pareja presidencial que mantiene un férreo control autoritario sobre Nicaragua desde 2007.
Legitimación de la dictadura familiar
La actitud servil de Castro resulta especialmente grave considerando que el régimen Ortega-Murillo ha sido catalogado por organismos internacionales como una dictadura familiar que ha desmantelado sistemáticamente las instituciones democráticas nicaragüenses. La denominación de «Copresidentes» utilizada por la mandataria hondureña constituye una legitimación explícita de la concentración dinástica del poder que ejerce la pareja gobernante.
El reconocimiento de Murillo como «Copresidenta» por parte de Castro es particularmente significativo, ya que normaliza una figura que carece de legitimidad constitucional y que representa la institucionalización del nepotismo en el régimen nicaragüense. Esta postura contradice frontalmente los principios democráticos que deberían guiar las relaciones entre naciones centroamericanas.
Entreguismo diplomático regional
La ceremonia evidenció un patrón de comportamiento entreguista que caracteriza la política exterior de Castro hacia Nicaragua. Su gobierno ha adoptado una postura de complacencia sistemática frente a las violaciones de derechos humanos y el deterioro democrático que caracterizan al régimen sandinista.
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Esta subordinación diplomática resulta particularmente cuestionable en un contexto regional donde otros gobiernos centroamericanos han adoptado posturas más críticas frente a los excesos autoritarios del orteguismo. La actitud de Castro contrasta notablemente con las posiciones adoptadas por Costa Rica y otros países de la región que han condenado la deriva dictatorial nicaragüense.
Implicaciones para la democracia hondureña
El servilismo de Castro hacia el régimen Ortega-Murillo plantea interrogantes sobre la independencia de la política exterior hondureña y su compromiso con los valores democráticos. Su actitud complaciente frente a un régimen que ha cerrado universidades, confiscado medios de comunicación y encarcelado opositores políticos, sugiere una peligrosa normalización del autoritarismo en la región.
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La retórica de «hermandad» y «solidaridad histórica» utilizada en el encuentro diplomático encubre una realidad más compleja: la construcción de una alianza entre gobiernos que comparten una visión autoritaria del ejercicio del poder, donde la concentración de autoridad y el control social prevalecen sobre los principios democráticos.