
Tratos con Putin y el proverbio del carruaje
- Cuba
- marzo 21, 2025
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Puerto Padre, Cuba _ El presidente Donald Trump viene diciendo que terminaría con la guerra en Ucrania, y, más que diciéndolo, viene afirmándolo de forma convencida, incluso, antes de ganar las elecciones con el voto mayoritario de los estadounidenses, de esos votantes afincados en los credos fundacionales de esa nación. Ojalá Trump consiga la paz en Ucrania. ¡Que así sea!
Pero esa será una tarea ardua, donde la administración Trump siempre debería observar un viejo proverbio ruso que nos decía un profesor de Lógica, haciendo un símil entre el andar de un carruaje y la psicología rusa que dice: “Enganchan lentos, pero galopan rápidos”. Y bien. Enganchó lento el carruaje de Putin, pero, ¿cuán rápido galopará y hasta dónde?
En febrero de 2022, recién comenzada la invasión a Ucrania, Paul Krugman, premio Nobel de Economía, en su columna en The New York Times escribió: “Dos cosas han quedado claras. En primer lugar, Putin tiene delirios de grandeza. En segundo lugar, Rusia es aún más débil de lo que la mayoría de la gente, incluido yo mismo, parece haber creído.” El columnista decía también en aquel artículo que, no le sorprendería si “las autopsias de la guerra en Ucrania acaben mostrando que había mucha más podredumbre en el corazón del ejército de Putin de lo que se pensaba.”
Tres años después, sí, no han podido hacerse “autopsias” porque, lenta como el carruaje del adagio, la guerra todavía late, incluso con mucho más ardor que al inicio, pero sí hemos podido observar que según dijera Paul Krugman, “el corazón del ejército de Putin” está menos forjado “de lo que se pensaba”. Las imágenes de las ciudades ucranianas destruidas sin que los paracaidistas rusos tomaran Kiev así lo demuestran.
Pero en marzo de 2022, del mismo modo que ahora estamos escuchando hablar de treguas, mientras la administración Trump busca la paz, el portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, aquella vez, sin rubor dijo a Reuters que Ucrania debería “hacer enmiendas a su constitución”, que debía rechazar cualquier objetivo de “ingresar a cualquier bloque”, en alusión a la OTAN, y…, que los ucranianos debería “reconocer que Crimea es territorio ruso” y que “Donetsk y Lugansk son estados independientes”. “Y eso es todo. Se detendrá (la invasión) en un momento”, afirmo el portavoz de Putin, cual, si la constitución, la soberanía y la integridad territorial de Ucrania, dependieran de la jurisdicción de Rusia y no del pueblo ucraniano, o, dicho más claro, como si el derecho internacional no existiera con respecto al “derecho” de la Federación Rusa, entiéndase, de Putin, y el primer ataque y la guerra preventiva en esas circunstancias no fueran hechos ilícitos.
Comprendámoslo. Sí, comprendamos la difícil tarea del secretario de Estado Marco Rubio y de todas las personas enzarzadas en tan espinosa misión. La administración Trump quiere, orienta, que, por un elemental principio de diplomacia en un contexto de conversaciones previas a un tratado de paz, incluso, para un armisticio previo a la paz, a Putin no se le llame “agresor”, acción de urbanidad que es perfectamente entendible y atendible en relaciones internacionales, pero que no resulta así de eufemístico en un panorama jurídico de hechos ilícitos probados.
Sabido es. Pero reiteraré este concepto. El principio de derecho internacional prima facie (a primera vista) conceptúa que, “el primer uso de la fuerza por un Estado, en contravención de la Carta (de las Naciones Unidas), constituirá en sí mismo prueba de un acto de agresión”. Y, siguiendo ese principio, todo concepto, ideación, o supuesta “guerra preventiva” en legítima defensa, como la “operación especial” de Putin en Ucrania para “desnazificar” y “desmilitarizar” ese país, tiene carácter ilícito, como ilícitas son las referencias a la conservación propia pasando sobre suelo ajeno, o la necesidad absoluta de autodefensa pasando sobre el derecho de otros.
Lo he dicho y escrito en otras muchas ocasiones y ahora lo reitero porque son normas internacionales y es de interés público, no meras opiniones. Son delitos de guerra o crímenes de guerra las acciones que violan las leyes y costumbres en los enfrentamientos armados; y estos no son conceptos nuevos, sino que se adentran en la historia de la humanidad desde tiempos bíblicos, donde ya se consideraba ilícito “meter hacha” a los árboles de las ciudades sitiadas; esto suponía a pesar de barbaries sabidas, que nuestros antepasados desaprobaban la destrucción de ciudades, de poblados, de valores culturales, del folclor del adversario, así como también, _y si hoy está codificado es porque proviene del derecho consuetudinario_ el trato cruel a los prisioneros de guerra, a los heridos, a los enfermos, el saqueo de bienes estatales o privados, la deportación de la población civil o la toma de rehenes, entre otras acciones ilegítimas, que por meramente punitivas y no necesarias, constituyen crímenes de guerra, como mismo hemos sufrido los cubanos en nuestro propio país, y no a manos de extranjeros, sino de los mismos cubanos, aunque algunos ya han olvidado los pueblos cautivos de Cuba, delitos que son imprescriptibles, por lo que en estos mismos instantes, la administración Trump está actuando contra criminales y represores que han buscado refugio en Estados Unidos, pero, muchos de esos delitos internacionales, ahora mismo también están ocurriendo en Ucrania, a manos del Ejército de la Federación Rusa, cuyo comandante en jefe es Vladimir Putin.
Europa por estos días se está rearmando como nunca antes lo hizo después de la II Guerra Mundial y la llamada Guerra Fría, y no es paranoia europea; ese rearme es el resultado de la evaluación de hechos históricos, concretándolos como estrategias para evitar la repetición de un pasado de agresiones y de usufructo de las agresiones para dividir el mundo en bloques horrendos. Y fuimos en Cuba protagonistas de esos sucesos, tuvimos en Cuba misiles nucleares rusos apuntando a las principales ciudades de los Estados Unidos, que pudieron desaparecer en una guerra termonuclear como también se hubiera quemado en el fuego nuclear el archipiélago cubano.
Afortunadamente, durante la Crisis de los Misiles, la administración Kennedy detuvo el carruaje ruso cuando todavía los caballos estaban enganchando. Ojalá antes de que destruya totalmente a Ucrania y salga a galopar por el mundo, la administración Trump pueda sujetar la brida a Putin. ¡Ojalá!