
Rodrigo Paz y sus perspectivas en Bolivia
- Cuba
- octubre 21, 2025
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El triunfo del candidato centrista en el balotaje boliviano precisa las posibilidades políticas que se abren ante el país.
LA HABANA, Cuba.- Este domingo se celebró la segunda vuelta de las elecciones presidenciales en la fraterna Bolivia. Competían en este balotaje el centrista Rodrigo Paz, ganador de la primera vuelta, y el expresidente derechista Jorge (Tuto) Quiroga, hombre agudísimo, a quien tuve el honor de conocer en persona cuando todavía el régimen castrocomunista me permitía viajar al extranjero.
Según los datos del ente electoral, la victoria correspondió a Paz, quien obtuvo más del 54,5 % de los votos válidos. El derrotado Quiroga reconoció el triunfo de su contrincante y descartó que haya habido fraude. La información publicada al respecto aquí mismo en CubaNet pone —creo— el dedo en la llaga: “Por primera vez en dos décadas el Movimiento al Socialismo (MAS) no participó en la contienda electoral”.
Uno puede sólo ufanarse de esa realidad: Para la gran suerte de nuestros hermanos bolivianos, allí el “socialismo del Siglo XXI” no llegó a alcanzar los grados de mangoneo y virulencia que se han entronizado en Nicaragua y Venezuela. (Y conste que menciono estos dos países porque en ellos, en principio, aún se admite la participación de candidatos opositores; aunque los dictadores los metan presos o los declaren perdedores tras haber obtenido más de dos tercios de los votos… Cuba ni la menciono, porque aquí el control ha llegado al extremo de admitir solo la presentación de candidatos gobiernistas y, para colmo, en número igual al de los cargos a cubrir, ¡de modo que todos son “electos”!…).
Pero ya que hablo de mangoneo, no puedo dejar de aludir al descaro exhibido en estas elecciones por el impresentable expresidente Evo Morales. Prófugo de la justicia, el fundador del MAS permanece refugiado entre sus socios cocaleros de El Chapare, que lo respaldan y amparan.
En la primera vuelta, Morales, impedido de postularse él mismo o apoyar a alguno de sus incondicionales, llamó a anular el voto. En aquella ocasión, Rodrigo Paz obtuvo unos 1,7 millones de sufragios; Quiroga, algo más de 1,4; y las boletas anuladas fueron poco menos de 1,2 millones. Para empezar, hay que señalar lo obvio: aunque alguien (en este caso, Evo) haya exhortado a invalidar las boletas, siempre hay votantes ignorantes o torpes, que, si anulan su papeleta, lo hacen por desconocimiento; no en respuesta a una consigna. ¡Pese a ello, Morales tuvo la desfachatez de atribuirse la victoria, afirmando que, supuestamente, había ganado el voto nulo!
La postura que ha asumido ahora ese señor representa un total irrespeto a la inteligencia ajena. Pese a haber insistido en que se anulase el voto, ahora él afirma en un tuit: “Paz y Lara ganaron con el voto evista”; se ufana: “1,3 millones del voto nulo definió la segunda vuelta”, y hace una afirmación demencial: “Está claro que el voto fue más contra Tuto”… Si algún lector puede explicarme ¡cómo es que un voto nulo puede expresar apoyo hacia una candidatura!, le agradeceré que me lo esclarezca.
Paz y Lara, ganaron con el voto evista, el voto de los indignados por la proscripción y exclusión electoral. El 1. 3 millones del voto nulo definió la segunda vuelta. Está claro que el voto fue más contra Tuto, el eterno perdedor, hijo del dictador Banzer y aliado de Jeanine… pic.twitter.com/HgXJDZ1Kyw
— Evo Morales Ayma (@evoespueblo) October 20, 2025
Pero basta ya de prestar atención a ese prófugo de la justicia, que, sin dudas, entre las plantaciones de coca de El Chapare está en lugar más apropiado para él que el Palacio Presidencial de La Paz. Con la importantísima decisión que acaban de tomar los electores bolivianos se abren nuevas perspectivas prometedoras para el fraterno país andino.
La lógica indica que, para empezar, el flamante presidente Paz, una vez que tome posesión el venidero 8 de noviembre, dé pasos concretos para poner fin a la profunda crisis económica en la que se encuentra sumido su país. Se trata, por supuesto, no de un hecho accidental, sino de la consecuencia inevitable tras lustros de aplicar las medidas contraproducentes del socialismo burocrático.
Ya por este solo concepto resulta razonable esperar que se produzca un cambio notable en la economía del país del Altiplano. Creo que, en el plano político, conviene que seamos un poco más comedidos. El señor Paz no cuenta con mayoría en la llamada Asamblea Legislativa Plurinacional. Pero cabe esperar que obtenga determinado respaldo de aquellas fuerzas políticas que se muestran hostiles al socialismo boliviano.
La colega Gabriela Moreno ha publicado en PanamPost un artículo de título ambivalente: “Bolivia el día después; una izquierda más debilitada y continuación del status quo”. El texto comienza por una afirmación esperanzadora: “Vienen cambios para Bolivia. Eso no está en discusión”. Pero algo más adelante, matiza. “Sin embargo, todo indica que se mantendrá el panorama actual en algunos escenarios”.
Creo que este enfoque más matizado refleja las perspectivas que se abren ahora ante el país del Altiplano con mayor objetividad que el titular optimista de DW (Deutsche Welle): “Fin de la era socialista en Bolivia”. ¡Ojalá yo esté equivocado al tener esas prevenciones! Pero sí confío en que, aunque no sea con la celeridad deseable, bajo la presidencia de Paz Pereira se den pasos en ese deseable sentido.
Por lo pronto, ya ha habido informaciones que auguran una normalización de los vínculos exteriores del país andino. La democracia más importante del Continente y el mundo ya ha expresado su complacencia. El Departamento de Estado comunicó: “Tras dos décadas de mala gestión, la elección del presidente electo Paz supone una oportunidad de transformación para ambas naciones”. Al propio tiempo, Infobae informa: “Rodrigo Paz anunció que Bolivia restablecerá las relaciones diplomáticas con EE.UU. tras 17 años de ruptura”. Esperemos que, al propio tiempo, el flamante presidente establezca una política de principios ante Cuba, Venezuela y Nicaragua.
Solo queda desear a nuestros hermanos bolivianos que, bajo el nuevo presidente que acaban de elegir en democracia, comiencen a salir de la crisis en que los metió el socialismo burocrático y fortalezcan el Estado de derecho y el respeto a las libertades ciudadanas.
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