
Quisieron borrarla y no pudieron: Celia Cruz sigue siendo la reina
- Cuba
- octubre 21, 2025
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Aunque los comisarios del régimen cubano han intentado borrar a Celia Cruz de la historia musical cubana, han fracasado.
MIAMI, Estados Unidos. – La icónica Celia Cruz, quien este 21 de octubre hubiera cumplido 100 años, sigue siendo prácticamente una artista fantasma en Cuba. Desde 1959 hasta hoy, su música ha estado vetada en los medios oficiales y su nombre ausente de la narrativa institucional, como resultado de una censura sistemática del régimen cubano.
Documentos, testimonios y reportes de prensa evidencian que las autoridades de la Isla prohibieron la difusión de las canciones de la Reina de la Salsa durante décadas ―de hecho, todavía la prohíben. Los comisarios del régimen la tildan de “traidora” y han tratado de borrarla del espacio público, aunque ―claro― no lo han logrado. ¿Cómo podrían?
Ni siquiera en el marco del centenario de la gran artista las autoridades cubanas han dado señales de rectificar. Al contrario: no solo no habrá conciertos ni exposiciones en ninguna parte de Cuba para conmemorar a la legendaria sonera, sino que, el único homenaje del que se tenía noticias, organizado por el grupo de teatro El Público, ya fue cancelado.
El espectáculo, previsto para el próximo 19 de octubre en la Fábrica de Arte Cubano (FAC), celebraría los 100 años de la cantante (1925-2003), pero, en un escueto comunicado, la Subdirección de Programación del Centro Nacional de Música Popular, entidad adscrita al Ministerio de Cultura, informó que la presentación no se realizaría. Y punto: no ofreció ninguna explicación.
Prohibida, desde 1960
Celia Cruz salió de Cuba el 15 de julio de 1960 junto a la Sonora Matancera, en una gira de la que nunca regresaría. Poco después de su partida, el nuevo gobierno revolucionario ordenó retirarla de la radio y la televisión. Su música se convirtió en un sonido prohibido, accesible solo en la clandestinidad. Tanto Celia como otros músicos que partieron al exilio, como Olga Guillot y Meme Solís, fueron sepultados en la prohibición más implacable porque el poder consideraba que eran “traidores”.
Celia sufrió en carne propia las represalias: en abril de 1962, cuando su madre falleció en La Habana, le negaron la entrada al país para asistir al sepelio. “Me castigaron por salir de Cuba no dejándome regresar para enterrar a mi mamá”, contaría la artista en sus memorias Celia, mi vida: una autobiografía. A partir de entonces, la Guarachera de Cuba quedó desterrada para siempre, y las autoridades cubanas emprendieron una campaña de borrado cultural de su figura (aunque se han esforzado, han fracasado).
Aunque nunca se reconoció públicamente, por décadas existió en la radio y la televisión cubanas una lista de artistas vetados. Trabajadores de la radio han revelado que en cada emisora había listados de cantantes cuya difusión estaba prohibida o restringida. Y Celia, por supuesto, encabezó esa nómina de “proscritos”.
¿Apertura o amago?
En 2012, filtraciones sugirieron que el Gobierno de Raúl Castro había ordenado eliminar la lista de prohibidos para “flexibilizar” la política cultural. La noticia, divulgada por medios internacionales como El País y la BBC, indicaba que por fin sonarían en Cuba voces exiliadas legendarias ―entre ellas Celia, Gloria Estefan y Bebo Valdés― tras medio siglo de censura. Sin embargo, la realidad dentro de la Isla resultó muy distinta: pocos días después del anuncio, un alto funcionario del entonces Instituto Cubano de Radio y Televisión (ICRT) desmintió la apertura y dejó claro que Celia y compañía seguirían vetados.
Según informó Diario de Cuba, Rolando Álvarez, director nacional de Música del ICRT en ese momento, comunicó en una reunión interna que artistas como Celia Cruz seguirían “prohibidos” por “haberse aliado al enemigo”. “El ICRT se arrogaba el derecho (…) de no difundirlos en la radio cubana”, dijo Álvarez, citando específicamente que Celia fue a cantar a la Base Naval de Guantánamo como ejemplo imperdonable.
Mientras medios extranjeros hablaban de apertura, la prensa oficial cubana callaba o negaba cualquier cambio. De hecho, un periodista radial citado por Diario de Cuba dijo con respecto a la supuesta eliminación de la lista de músicos vetados de los medios oficiales cubanos: “Todos estamos quietos en base, mientras el mundo cree que hay apertura”.
No solo la voz de Celia fue prohibida: su imagen fue suprimida de libros, antologías y programas musicales. En 2003, cuando la cantante falleció en Nueva Jersey a los 77 años, la noticia recorrió el mundo, pero en la Isla pasó casi inadvertida en los medios oficiales. Los noticieros de la televisión cubana ni siquiera mencionaron su deceso. El periódico Granma, órgano oficial del Partido Comunista de Cuba (PCC), dedicó solo dos breves párrafos en página interna a informar su muerte.
El libelo, sin más remedio, reconocía escuetamente que Celia había sido una “importante intérprete” que popularizó la música cubana en EE.UU., pero enseguida la criticaba por su oposición al régimen de Fidel Castro. Aquella cobertura mínima evidenció el ostracismo impuesto: incluso en la muerte, Celia fue tratada como una figura non grata en su tierra natal.

En la última década: “Aquí no se puede hablar de Celia”
A pesar de la supuesta eliminación de las “listas negras” en 2012, en la práctica el veto a Celia se ha mantenido en los medios estatales. Algunos realizadores de radio comenzaron tímidamente a incluir temas suyos tras las nuevas orientaciones, pero la reacción oficial ha sido, otra vez, censurar.
En 2018, por ejemplo ―según escribió el realizador radial Giordan Rodríguez en La Joven Cuba―, directivos de un canal local de Manzanillo, Golfovisión, sancionaron a una trabajadora y le retiraron el estímulo salarial porque, en un clip musical, se había colado fugazmente una imagen de Celia (tomada del documental Yo soy del son a la salsa). La anécdota, revelada por el propio realizador, confirma que incluso entrado el siglo XXI nombrar o mostrar a Celia seguía siendo tabú en la televisión nacional.
Alrededor de la misma época, el periodista cubano Alejandro Trujillo Valdés, que entonces trabajaba en el Noticiero Cultural de la Televisión Cubana, fue tildado de “impertinente” por mencionar a Celia Cruz en una reporte que jamás llegó a transmitirse, al menos como él lo había ideado, sobre la obra teatral Delirio habanero, donde aparecen dos personajes que creen ser Beny Moré y Celia Cruz, respectivamente.
Aunque Trujillo Valdés ―según relató a CubaNet― solo mencionó brevemente a Celia, la reacción del superior a cargo fue igual de áspera que si le hubiera dedicado un gran homenaje: “Aquí no se puede hablar de Celia”, le espetó el jefe de redacción del Noticiero Cultural. “Cuando vio el trabajo, dijo: ‘Pero este chiquito, ¿qué se ha creído? ¿No sabe que aquí no se puede hablar de Celia? Esta mierda, ¿de dónde salió?”, relató el joven periodista.
La censura del nombre Celia no solo se queda en los medios de comunicación: en octubre de 2017, el cuentapropista holguinero Luis Hernández denunció presiones de la Policía Nacional Revolucionaria (PNR) y otras autoridades locales para impedir la apertura de un café privado que pretendía rendir tributo a la cantante. Según contó a Martí Noticias, un oficial de la Seguridad del Estado le sugirió incluso rebautizar el negocio como “Azúcar”.
Hernández afirmó haber invertido más de 100.000 pesos cubanos y obtenido un préstamo bancario: todo marchaba bien hasta que registró el nombre del establecimiento. Entonces se paralizaron los trámites en la Oficina Nacional de Administración Tributaria (ONAT) “sin explicación”. “Están obstaculizándome por todos los medios (…). Mientras yo no dije que se iba a llamar [el negocio] Celia Cruz, me dieron el crédito en el banco”, declaró.
El emprendedor denunció además un “acta de advertencia” levantada por el jefe de sector de la PNR, sin “haber hecho nada”.
Una vez en la TV Cubana: mejor no
Un hecho insólito ocurrió en agosto de 2020: por primera vez en más de medio siglo, Celia Cruz apareció en la Televisión Cubana, aunque de una manera controvertida. El programa oficialista La pupila asombrada, dirigido por Iroel Sánchez, uno de los defensores más acérrimos del régimen, emitió un video de 1959 donde Celia canta Guajiro, llegó tu día, un tema dedicado a la Ley de Reforma Agraria.
La emisión omitió deliberadamente toda la carrera posterior de Celia, así como su posición anticastrista. Incluso, el periodista Fidel Díaz Castro insinuó que la cantante había sido manipulada por la “ultraderecha” en Estados Unidos. Intelectuales y músicos reaccionaron de inmediato denunciando la “burda manipulación”. La musicóloga cubana Rosa Marquetti calificó de “inaceptable” y “tendenciosa” la manera en que la TV Cubana resucitó a Celia solo para minimizarla. “El sentido manipulador y reduccionista con que fue presentada (…) es inadmisible”, escribió Marquetti, que también criticó que se evadiera la verdadera dimensión de Celia y las razones de su postura en el exilio.
En la misma publicación, el escritor Ramón Fernández-Larrea señaló: “Confunden lo cubano con lo castrista. Si no eres castrista, no eres cubano en su medidor estrecho”.
Paradójicamente, aquella noche el público cubano vio por fin a Celia Cruz en su pantalla, pero no escuchó ninguno de sus himnos salseros, sino un número folclórico de la era revolucionaria. La operación terminó reforzando lo que críticos llaman la “censura vergonzante”: el Estado rompió el silencio solo para distorsionar la historia de Celia Cruz, sin admitir su grandeza artística.
A nivel internacional, Celia Cruz es celebrada como una de las cantantes más importantes del siglo XX. Ha recibido homenajes póstumos, museos exhiben sus atuendos, y su grito de “¡Azúcar!” sigue siendo emblema de la música latina. En Cuba, en cambio, el silencio oficial persiste.
En 2023, la revista Rolling Stone ubicó a Celia en el puesto 18 de los 200 mejores cantantes de la historia, la única latinoamericana en el top 20. Mientras la noticia fue orgullo para melómanos en toda Iberoamérica, la prensa estatal cubana ni siquiera la mencionó. Los diarios de la Isla obviaron por completo el logro de Celia, aunque sí destacaron a otros artistas extranjeros incluidos en la lista. La agencia oficial Prensa Latina, por ejemplo, comentó la presencia de cantantes brasileños en el listado, pero evitó mencionar a la Guarachera de Cuba, que estaba en un puesto aun superior.
Homenajes en Cuba: independientes y aislados
Solo iniciativas aisladas y de carácter independiente han logrado rendirle tributo dentro de la Isla: este año un grupo folclórico programó un toque religioso en su honor, un gesto “notable porque (…) Celia ha sido históricamente censurada por la dictadura en los medios estatales”, según apuntó el periodista Michel Hernández.
Y justo este domingo (19 de octubre), a la hora que estaba prevista la gala censurada en la Fábrica de Arte Cubano (FAC), la institución cultural realizó un discreta pero simbólica acción contra la censura: durante una hora, una silla permaneció en el escenario iluminado, sin más que silencio. Luego, un DJ comenzó a reproducir los temas más emblemáticos de la Guarachera de Cuba, los que siguen silenciados en los medios estatales de comunicación.
“Una obra de arte que no fue, una butaca, silencio y el arte de la resistencia… Celia vive. 20 de octubre de 2025. Día de la Cultura Nacional”, escribió la FAC en su perfil de Instagram.
Pese a la censura, a lo largo de los años algunas instituciones, sobre todo religiosas, y grupos de teatro ―no independientes de manera estricta, pero sí más alejados de la órbita del Partido Comunista de Cuba (PCC)― y las instituciones oficiales por excelencia, han logrado rendir sus homenajes a la Reina de la Salsa. Aquí enumeramos algunos:
- El 26 de mayo de 2017, la agencia Notimex reportó que por primera vez en más de 57 años se exhibían y ponían a la venta en una feria de arte en La Habana obras con la imagen de Celia Cruz. El albacea de su legado, Omer Pardillo Cid, confirmó que dos retratos se mostraron al público. La misma nota recuerda que “en la Isla, todo lo que tuviera que ver con la famosa cantante cubana estuvo prohibido durante décadas” y que las autoridades censuraron su música.
- Un personaje del clásico del teatro cubano Delirio habanero, del dramaturgo Alberto Pedro (1954-2005), cree ser Celia Cruz. La obra fue estrenada en 1994 por el grupo Teatro Mío y contó con el apoyo de la Fundación Pablo Milanés. Se repuso a partir de 2006 por Teatro de La Luna. En esta puesta en escena el personaje que evoca a Celia Cruz es interpretado por la actriz cubana Laura de la Uz.
- A la Guarachera de Cuba también se le rinde homenaje en la obra de títeres Burundanga, estrenada en octubre de 2012 por Teatro de Las Estaciones (texto de Luis Enrique Valdés y dirección de Rubén Darío Salazar).
- En octubre de 2016, la Parroquia de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre (Centro Habana) celebró la que se considera la primera misa dedicada a Celia Cruz en la Isla. La ceremonia fue oficiada por el párroco Ariel Suárez y contó con la presencia de artistas, familiares y admiradores de la cantante. “Es algo que se debería hacer hace muchos años. Comenzamos hoy, que Celia debería estar cumpliendo 91 años”, dijo en ese momento Javier Pérez Acosta, productor principal de la ceremonia. Este año, justo en el día en que se cumplen 100 años del nacimiento de la Guarachera de Cuba, la Parroquia de Nuestra Señora de la Caridad del Cobre ha convocado a una nueva misa conmemorativa por Celia Cruz.
- En junio de este año, la bailarina Viengsay Valdés, actual directora del Ballet Nacional de Cuba, dijo a la agencia estatal Prensa Latina que en octubre ―este mes―, la compañía estaría haciendo una obra dedicada a “la famosa cantante cubana Celia Cruz”. A pocos días de que acabe el mes, no hay noticias de la obra.
A 100 años de su nacimiento y a 22 de su muerte, Celia Cruz sigue siendo motivo de tensiones políticas entre el relato oficial cubano y la realidad. Para el régimen, su figura encarna la desafiante voz del exilio y por eso ha intentado silenciarla; pero para el pueblo cubano y la diáspora, Celia permanece como un símbolo imperecedero de la cultura nacional fuera del control estatal.
Ni el paso del tiempo ni el clamor internacional han logrado que en Cuba suenen libremente clásicos como La vida es un carnaval o Quimbara. Pese a todo, el legado de Celia Cruz pervive: desde hace mucho sus temas han pasado de memoria USB a memoria USB. Su voz, casi siempre, se ha colado en fiestas privadas. Su figura mundialmente reconocida genera un interés asombroso en generaciones de jóvenes cubanos que, gracias a internet, ya no tienen que crecer sin conocerla. A un siglo de su nacimiento, Celia sigue cantándole a su tierra, recordando ―con ¡azúcar!― que hay una Cuba musical y libre que el régimen jamás pudo acallar.
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