Protestas universitarias se extienden por toda Cuba

Se suman universidades de Santiago de Cuba, Holguín y Guantánamo, entre otras. El paro universitario deja de ser una iniciativa aislada para convertirse en un movimiento cívico juvenil con alcance nacional.

MADRID, España.- Lo que comenzó como un reclamo desde algunas facultades de la Universidad de La Habana contra el incremento de las tarifas de internet impuesto por ETECSA, se ha convertido en un movimiento cívico juvenil con alcance nacional.

En los últimos días, estudiantes de las provincias de Santiago de Cuba, Guantánamo, Holguín y Villa Clara, entre otras, se han sumado al paro académico indefinido, con declaraciones públicas, denuncias de hostigamiento y exigencias concretas a las autoridades.

Los estudiantes de la Facultad de Comunicación y Letras de la Universidad de Holguín (UHo) emitieron un comunicado contundente: “No somos una minoría privilegiada, somos la voz de un pueblo cansado de pagar por la ineficiencia”. En su declaración, exigen la derogación inmediata de las medidas del 30 de mayo, la mejora del servicio Wi-Fi universitario, una auditoría pública de ETECSA y la creación de una comisión multidisciplinaria para rediseñar la política de conectividad.

También demandan el fin del hostigamiento a quienes se pronuncian y anuncian un paro académico indefinido a partir del 7 de junio, con asambleas permanentes y una campaña de difusión para visibilizar su causa. Señalan además la ausencia total de apoyo por parte de la FEU y la UJC en su universidad.

En Guantánamo, se ha unido la Facultad de Medicina, cuyos estudiantes también denunciaron el impacto negativo del tarifazo sobre su formación académica y su derecho a la información. En sus testimonios públicos y «>publicaciones en redes sociales, se muestra cómo durante una reunió exigieron la revocación de las medidas y se declaran en solidaridad con los demás centros que han tomado acciones similares.

En Santiago de Cuba, una estudiante de la Facultad de Medicina #1 —identificada por fuentes como Roxana— envió un mensaje a través de un canal de WhatsApp interno de la facultad para expresar su oposición al tarifazo. La respuesta fue inmediata y represiva. Según testigos dentro de la institución, la estudiante fue citada junto a otros compañeros por las autoridades del Decanato, miembros del Partido, y un teniente coronel del MININT. Durante la reunión, fueron objeto de amenazas, chantajes y advertencias de expulsión, e incluso obligaron a Roxana a entregar su teléfono móvil para revisar y fotografiar a quienes interactuaron con la publicación.

“La estudiante estaba temblando de miedo ante las amenazas de los directivos y la policía, así como los demás estudiantes también citados”, relató una fuente cercana al caso. A pesar de la intimidación, un grupo de compañeros se plantó frente al Decanato en señal de apoyo, evitando que la situación escalara, al menos por ahora. “Tanto que dicen que los universitarios somos el alma del país, pero en cuanto expresamos nuestro descontento, solo recibimos represalias”, declaró otro estudiante indignado.

Estas nuevas adhesiones se suman a las de la Universidad Central Marta Abreu de Las Villas, la CUJAE, y varias facultades de la Universidad de La Habana como Matemática y Computación (MATCOM), Filosofía, Historia y Sociología, Biología, Letras y la Facultad de Arte de los Medios de Comunicación Audiovisual (FAMCA). Todas coinciden en exigir la derogación del límite de recargas nacionales, la eliminación del pago en divisas extranjeras y el respeto al derecho a protestar sin represalias.

Hasta la fecha, ni el Ministerio de Educación Superior ni ETECSA han dado respuesta pública a las crecientes demandas del estudiantado. Por el contrario, la Universidad de La Habana ha reiterado en un comunicado oficial que “nada ni nadie interrumpirá nuestros procesos docentes”, reafirmando su alineación con el Gobierno y rechazando cualquier forma de disenso autónomo.

El paro universitario en Cuba ya no es una protesta aislada, sino un movimiento transversal que revela el hartazgo de una generación. Una generación que no solo reclama megabytes, sino dignidad, respeto y participación.