
Procesión de viernes santo: ¿quiénes demostraron miedo, feligreses o “vigilantes”?
- Cuba
- abril 19, 2025
- No Comment
- 5
LA HABANA, Cuba – “Lo único por lo que vale la pena vivir y morir es por la verdad”, expresó el padre Leandro Pérez Acuña en su homilía por la conmemoración del Viernes Santo en la Iglesia del Sagrado Corazón de Jesús, ubicada en el Vedado. El joven párroco cubano hacía referencia al sacrificio de Jesús, crucificado por defender la verdad de Dios y que, según la tradición cristiana, de esta manera logró la redención de la humanidad.
Pero el padre Leandro fue más lejos: señaló cómo en nuestro país hay inocentes encarcelados o padeciendo represión por defender la verdad y la justicia; cómo los dirigentes, por mantener un carro o un estatus, someten al pueblo a hambre, miseria, apagones y otras vicisitudes.
Escuchaba sus palabras con una mezcla de sorpresa, admiración y agradecimiento por identificarse con los oprimidos. Aunque no soy una católica devota, asistí a la conmemoración como en otras ocasiones, tampoco era la primera vez que reportaba una peregrinación de este tipo. Creo en Dios y siempre me han atraído los rituales religiosos, también siento un cariño especial y respeto hacia el párroco anterior de esta Iglesia, el padre Lester Rafael Zayas Díaz, quien representa a una generación de sacerdotes comprometidos con el pueblo cubano.
Tras la homilía, el padre Leandro indicó a los presentes (unas 200 personas) salir del templo para iniciar la peregrinación. Una vez afuera, el operativo de la policía política era tan excesivo que se hizo evidente: varios hombres y mujeres vestidos de civil situados en las esquinas y sus alrededores, incluso había apostado, a un costado de la Iglesia, un ómnibus de las llamadas “brigadas de respuesta rápida”.
Casi al finalizar la peregrinación, dos mujeres vestidas de civil y que se identificaron como oficiales del Ministerio del Interior, me pararon y exigieron que les mostrara mi carné de identidad. Insistí en que, como no iban uniformadas ni me habían mostrado su credencial, no tenía por qué acatar sus órdenes; aun así, decidí mostrárselos esperando el desenlace.
Quienes hemos pasado por este tipo de situaciones en incontables veces, sabemos cómo opera la policía política: primero te paran, te piden tu carné (para corroborar tu identidad o para simular que siguen el procedimiento), y luego te montan en la patrulla policial.
Había decenas de personas grabando la peregrinación, solo a mí me sometieron a este “procedimiento”. ¿Por qué lo hicieron? ¿Por qué no me detuvieron? No lo sé. Las oficiales miraban todo el tiempo a un señor como de cincuenta y tantos años, también vestido de civil, esperando orientaciones; este finalmente les indicó que me dejaran ir. Quizás porque se dieron cuenta de que estaba grabando. Tal vez decidieron en último momento evitar un escándalo en el que involucrarían a la Iglesia Católica pues se trataría de una detención arbitraria (sin orden judicial y por paramilitares) en medio de una de las más importantes conmemoraciones religiosas.
Desde hace décadas, el régimen cubano impuso un férreo control sobre las instituciones de la sociedad civil. De tal forma, para desarrollar este tipo de eventos fuera de sus templos, las iglesias deben solicitar aprobación previa de las autoridades, dígase Oficina de Atención de Asuntos Fraternales y Religiosos del Comité Central del Partido Comunista de Cuba. Aunque en ocasiones anteriores ya habían rechazado el permiso de procesión a esta misma Iglesia, en esta oportunidad, obviamente, lo concedieron.
No obstante, había más de una treintena de agentes encubiertos, dispuestos a reprimir. ¿A qué le temían? ¿Qué pretendían evitar? ¿Qué peligro representaban para el régimen unos devotos cristianos, en su gran mayoría ancianos? ¿Acaso fue un despliegue de intimidación? Y si este fuera el caso, ¿intimidarlos por qué o para evitar que hicieran qué? ¿quiénes demostraron miedo, los feligreses o los “vigilantes”?
¿Qué tan peligrosa puede ser una procesión de devoción a Jesús? El peligro son sus ideas, su verdad, su ejemplo de sacrificio.
La verdad y su divulgación, la verdad como premisa y ejemplo, como armadura y estandarte, a eso es a lo que le temen quienes ordenan la represión, quienes someten al pueblo. Y la verdad la representa tanto una periodista que graba y describe la realidad con su única arma: su teléfono celular y su palabra, como un inocente resistiendo torturas en una mazmorra por expresarse libremente.
La verdad es tan poderosa que es capaz de resistir y perdurar milenios. Por eso la verdad de Jesús ha subsistido más de 2.000 años, y por eso la verdad del pueblo cubano, nuestra lucha por la justicia y la libertad, tarde o temprano, será también nuestra redención.