Ortega y Maduro salen en defensa de Cristiana Fernández y se lanzan contra Milei – Nicaragua Investiga

La confirmación de la condena de seis años de prisión contra la expresidenta argentina Cristina Fernández de Kirchner por corrupción ha desatado una airada reacción de los principales líderes autoritarios de América Latina, quienes han cerrado filas para defender a la exmandataria y atacar frontalmente al gobierno de Javier Milei.

El eje autoritario se moviliza

El triunvirato autocrático conformado por Nicolás Maduro (Venezuela), Daniel Ortega (Nicaragua) y Miguel Díaz-Canel (Cuba) activó inmediatamente su maquinaria propagandística para denunciar lo que califican como un «golpe judicial» orquestado por el presidente argentino.

Venezuela, a través de su Cancillería, fue el primero en reaccionar, caracterizando la decisión de la Corte Suprema argentina como «un golpe político y judicial» contra Fernández de Kirchner. El régimen de Maduro describió a la expresidenta como víctima de una «persecución brutal» impulsada desde un poder judicial que consideran subordinado al «proyecto autoritario» de Milei.

#Nacionales || ALBA-TCP denuncia el golpe judicial contra Cristiana Fernández en Argentina https://t.co/iI5Uxje3ZJ

— El 19 Digital (@el19digital) June 12, 2025

La ironía no pasa desapercibida: quienes sistemáticamente han desmantelado las instituciones democráticas en sus propios países ahora se erigen como defensores de la independencia judicial cuando les conviene políticamente.

Maduro: Entre la hipocresía y la solidaridad ideológica

El dictador venezolano Nicolás Maduro fue particularmente vehemente en su condena, calificando el fallo como «un golpe terrorista judicial». Esta reacción evidencia la clara alineación ideológica entre los líderes populistas de izquierda de la región, que ven en la caída de Fernández de Kirchner una amenaza a su propio modelo político.

Para Maduro, quien ha convertido el sistema judicial venezolano en un instrumento de persecución política contra la oposición, resulta paradójico hablar de golpes judiciales cuando él mismo los ha perfeccionado como herramienta de control social.

Cuba y Nicaragua: El coro de la autocracia

El presidente cubano Miguel Díaz-Canel no se quedó atrás y deploró lo que considera «una vez más se utiliza la justicia con motivaciones políticas como instrumento de la derecha contra referentes progresistas de la región». Esta declaración proviene del líder de un régimen que mantiene encarcelados a cientos de opositores políticos tras las protestas del 11 de julio de 2021.

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Aunque no se registraron declaraciones específicas de Daniel Ortega al momento de esta publicación, el portal sandinista el19digital reprodujo un comunicado del ALBA defendiendo a Fernández.

El Contexto geopolítico

Esta reacción coordinada de los regímenes autoritarios de la región no es casualidad. Fernández de Kirchner representa un eslabón crucial en la cadena populista latinoamericana que estos líderes han construido para legitimarse mutuamente y resistir las presiones democráticas internacionales.

La condena de la expresidenta argentina por corrupción representa un precedente peligroso para estos líderes, muchos de los cuales enfrentan sus propias acusaciones de corrupción y autoritarismo. Su defensa cerrada de Fernández de Kirchner es, en realidad, una defensa de su propio modelo político.

La confrontación con Milei

La arremetida contra el presidente Javier Milei no sorprende a los analistas regionales. El mandatario argentino ha sido un crítico feroz de los regímenes autoritarios de la región y ha adoptado una política exterior de distanciamiento con estos gobiernos.

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La acusación de que Milei dirige un «proyecto autoritario» resulta especialmente llamativa viniendo de líderes que han desmantelado sistemáticamente las instituciones democráticas en sus países. Esta inversión de roles responde a la necesidad de estos regímenes de desviar la atención de sus propias prácticas antidemocráticas.

Perspectivas Futuras

La confirmación de la condena contra Cristina Fernández de Kirchner marca un punto de inflexión en la política regional. Por un lado, demuestra que las instituciones democráticas pueden funcionar incluso contra figuras políticas poderosas. Por otro, evidencia la profunda polarización ideológica que caracteriza a América Latina.

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La reacción de los regímenes autoritarios de la región no solo busca defender a una aliada ideológica, sino también enviar un mensaje a sus propias oposiciones: cualquier intento de utilizar las instituciones para limitar su poder será caracterizado como un «golpe judicial».