Nuestra profunda y salvaje pobreza

Nuestra profunda y salvaje pobreza

  • Cuba
  • septiembre 18, 2025
  • No Comment
  • 4

«Nuestra» pobreza profunda, agobiante, endémica y salvaje, ha sido el resultado de un largo proceso de sometimiento político.

LA HABANA, Cuba. – De acuerdo con el VIII Estudio sobre el Estado de los Derechos Sociales en Cuba, divulgado por el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, el Partido Comunista (PCC) gobierna casi milagrosamente con un 92 por ciento de desaprobación, una cifra sin dudas letal para cualquier grupo político en el poder, más si aparece combinada con las otras del sondeo, entre las que sobresale un ¡89 por ciento de la población en extrema pobreza! 

Es una cifra difícil de asimilar, porque es un número que engloba a casi 9 millones de personas, en un territorio donde es posible que, entre éxodos, decesos prematuros y baja natalidad, no lleguemos ni de cerca a los 10 millones, lo que se traduciría en una cifra aún más grave, y por tanto en la certeza de que Cuba es un país que muere rápidamente o, dicho de otro modo, un país que está siendo aniquilado por las políticas egoístas de una dictadura mediocre a la que solo le interesa mantenerse en el poder.

Es duro el porcentaje de pobreza extrema, tanto que algunos se niegan a aceptarlo, lo cuestionan desde el asombro más que desde la duda, cuando la única parte de ese reporte que más deberíamos cuestionar, con estupor e incertidumbre, es la que habla de un “partido”, el PCC, que aunque no acepta oposición y la criminaliza por ley, se vende al mundo como tal (hasta con “elecciones”) y así la compran, cuando en realidad se trata de un grupo criminal, terrorista, que ha secuestrado el poder, que pretende eternizarse en él, “al precio que sea necesario”. 

Parte de ese “precio” que “pagan” es, precisamente, la alta desaprobación, que ellos a su vez nos hacen pagar, como castigo general y perpetuo, con nuestra espantosa pobreza, y con nuestra ceguera enfermiza frente a ella.     

Aunque muchos en la Isla, por vergüenza personal o por negación postraumática, se nieguen a reconocerse extremadamente pobres —en un contexto donde los salarios no alcanzan (absolutamente ninguno), donde se come lo que se puede (o lo que “se lucha”), y donde recibir una pequeña remesa del exterior (a costa del sacrificio ajeno) te convierte en “privilegiado” o te hace sentir como tal—, lo cierto es que la pobreza la tenemos todos ya como vecina, ya como parte de nosotros, de nuestro entorno familiar, y solo no la vemos porque nos hemos acostumbrado a vivir con ella, o mejor dicho, a ser parte de ella.

Nos acostumbramos a comer mal, a vestir mal, a dormir mal y ser mal tratados; a sentirnos “bien” cuando estamos un “poco menos mal”; a sacrificar nuestros estómagos por un par de zapatos, y a ajustar al nivel más bajo nuestros principios morales y éticos, nuestras expectativas y metas, por tal de llegar a fin de mes con vida, o al menos con algo que se le parezca y con lo cual disimular que somos “menos pobres” de lo que realmente somos, porque nos da vergüenza, nos hiere el orgullo, que otros descubran la verdad que conocemos: somos muy pobres, quizás los más pobres del universo. 

Porque somos tan rotunda y escandalosamente pobres que nuestro vecino Haití nos parece el paraíso cuando viajamos hasta allá a importar la “pacotilla” que no hay en Cuba, y que nos hace pasar por ricos, en medio de tanta miseria. 

Nos hemos acostumbrado a repetirnos a nosotros mismos, como único alivio frente a la cruda verdad, que no somos ese pobre de las estadísticas que realmente somos.   

“Nos hemos” sería en realidad un “nos han”. Porque “nuestra” pobreza profunda, agobiante, endémica y salvaje, ha sido el resultado de un largo proceso de sometimiento político, donde nos obligaron a aceptar que esta es exclusiva del capitalismo (e incompatible con el socialismo) y que, por tanto, lo que sufrimos los cubanos es “otra cosa” que nada tiene que ver con ella, aunque sepamos por experiencia propia que la alternativa política que nos ofrecen (bajo represión y terror) los comunistas cubanos es mucho más cruel que el capitalismo más despiadado. 

La pobreza extrema ha sido el precio a pagar por esa extraña criatura que hemos “comprado” colectivamente bajo las engañosas etiquetas de “soberanía”, “libertad”, “independencia” que cada día nos hacen menos soberanos, menos libres y más dependientes del benefactor de turno: Rusia, China, Vietnam, Bielorrusia, la Unión Europea y hasta de ese Estados Unidos al que todavía algunos culpan de la pobreza pero que, paradójicamente, se ha mantenido en los últimos años como primer socio comercial, teniendo en cuenta el volumen de mercancías importadas entre alimentos, medicamentos, electrodomésticos, autos, ropas, zapatos y hasta lo inimaginable.

Incluso, se puede decir, sin temor a equivocarnos, que Cuba no ha colapsado bajo el peso de tanta pobreza por la importancia que tiene Estados Unidos en las estrategias individuales de salvación de cada uno de nosotros (emigración, remesas, emprendimientos privados), así como en las de un régimen muy consciente de que permanece en el poder solo porque su “enemigo” es, a la vez, su más importante sostén financiero, directo e indirecto. 

Una paradoja que, más allá de oportunismos y miedos, guarda en sí el “gran enigma” de por qué el castrismo no ha caído a pesar de tener apenas un 8 por ciento de aprobación. Es decir, un número tan bajo que englobaría apenas a una fracción mínima (ni siquiera la totalidad) de militares, represores, militantes del PCC, y hasta “dirigentes”, a los que ya hemos visto escurrirse silenciosamente, por decenas, buscando refugio en la otra orilla. 

En fin, que no somos más pobres —o no nos reconocemos como tal— precisamente porque Estados Unidos ha contribuido, con esa constante inyección de mercancías y dólares, a paliar esa pobreza, a mantenerla en ese nivel en el que estratégicamente nos prefiere un régimen, porque la usa sistemáticamente para someter, y de paso presionar para que los mismos que lo desaprueban sean quienes lo sostengan financieramente, junto con aquella mínima fracción que lo apoya porque, entre empresas de envíos a Cuba, ventas on line (al margen del mundo dominado por Amazon, Shein y demás), emprendimientos “privados” sin competencia real, off-shores, corrupción, narcotráfico y lavado de dinero, ha convertido la pobreza extrema en su negocio más rentable.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.

Related post

Ultimátum a la Nueva EPS en Antioquia: hospitales suspenderían servicios a 1 millón de afiliados por deuda de $60.000 millones

Ultimátum a la Nueva EPS en Antioquia: hospitales suspenderían…

Siete hospitales de mediana complejidad señalaron estar tras las cuerdas por las deudas de esa EPS, la tercera con más afiliados…
Toque de queda en Anorí, Antioquia tras ataque de las disidencias a batallón del Ejército

Toque de queda en Anorí, Antioquia tras ataque de…

Sujetos en moto atacaron la base militar ubicada en la ruralidad de este municipio y ante los recientes hechos de inseguridad,…
Gobierno cambió equipo negociador en mesa de paz en Quibdó y reanudó diálogo: “Hay que desescalar la violencia”

Gobierno cambió equipo negociador en mesa de paz en…

Alexander Castillo fue designado como nuevo coordinador del Gobierno en la mesa de paz urbana de Quibdó. Llegó en reemplazo del…