Nepal está en llamas, pero Cuba está peor

Nepal está en llamas, pero Cuba está peor

  • Cuba
  • septiembre 10, 2025
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Nepal llevaba 17 años bajo un régimen comunista, se hartó hace dos días y hoy su historia es otra. Cuba lleva más de seis décadas perdiendo el alma y todavía le queda miedo.

LA HABANA, Cuba.- La mala idea de un régimen y dos días de protestas han bastado a los nepalíes para poner fin al cuarto mandato del primer ministro Khadga Prasad Oli, quien hizo pública su renuncia y, con ella, el colapso de un gobierno autoritario y corrupto. La causa fundamental del estallido fue el bloqueo de 26 plataformas de redes sociales, una medida oficial cuyo objetivo era bajarle la intensidad al debate público sobre la situación del país, que figura entre los más pobres de Asia, donde los jóvenes enfrentan altas tasas de desempleo mientras la cúpula comunista y sus familiares viven rodeados de lujos.

En medio del auge del malestar ciudadano, al poder le pareció oportuno aguijonear un punto neurálgico que amenazaba su hegemonía. Cuando quiso dar marcha atrás, ya era demasiado tarde. Las redes sociales son intocables para las nuevas generaciones, son fuente de información y divertimento, una vía de contacto con el mundo en tiempo real y, principalmente, un espacio donde ejercer su derecho a la libertad de expresión. La normativa gubernamental fue la gota que colmó el vaso y la prueba de fuerza terminó con varios edificios oficiales —incluido el Parlamento— envueltos en llamas, residencias de dirigentes tomadas por los manifestantes y varios políticos evacuados a toda prisa.

Hoy Katmandú, su capital, acapara titulares, pero desde el 2022 han sido también Sri Lanka, Bangladesh e Indonesia: pueblos enteros tomando las calles, plantando cara a dinastías que administraban el país como si fuera de su propiedad, una suerte de feudalismo del siglo XXI con familias perpetuadas en el poder, pobreza extrema, inflación, corrupción, clientelismo y éxodo masivo. Cualquier semejanza con lo que acontece en Cuba no es coincidencia, sino la realidad implantada por un partido comunista que se mantiene a flote gracias a la perseverancia de los pocos socios que le quedan, y al temor comprensible —pero inaceptable a estas alturas— de una población que sigue depositando sus esperanzas en un diálogo que ha sido pisoteado una y otra vez.

Viendo lo que acontece en Nepal, la memoria de muchos cubanos retorna a los días inmediatos al tarifazo de ETECSA, en mayo pasado, a los jóvenes inconformes y valientes que exigieron la revocación de la medida y terminaron aceptando una presunta negociación en la cual apenas se modificó algo para que todo siguiera igual. Si a esos muchachos se hubiera sumado solo la mitad de los afectados por el tarifazo, quizás hoy estaríamos observando los hechos en Nepal con satisfacción personal y nacional. Pero no sucedió. Quienes se plantaron para denunciar los precios injustos y la arbitrariedad de una decisión profundamente discriminatoria, fueron acosados, presionados, amenazados. Los dejaron solos y hoy el acceso a Internet es más limitado para todos los cubanos; una limitación que se suma a tantas otras, innumerables y prolongadas por demasiado tiempo, pero todo lo que importa es aprovechar las dos o tres horas de corriente para cocinar y lavar en tiempo récord, o dormir un ratico con aire acondicionado para recargar las neuronas que nos quedan, o esperar por tercer día consecutivo en la cola para la balita del gas.

El tarifazo de ETECSA no fue la gota que colmó el vaso, como tampoco lo han sido los apagones de entre 15 y 16 horas diarias como promedio, aunque pueden ser más. No ha sido la escasez de agua potable que se alivia simbólicamente cuando el gobierno municipal manda una sola pipa para servir a cientos de vecinos que se caen a golpes por tal de llenar un cubo y un pepino. No han sido los ojos y las vías respiratorias irritadas por tener que cocinar con leña o carbón. No han sido los feminicidios, el disparo del índice de criminalidad, las negligencias médicas que causan muertes infantiles, ni los accidentes laborales que pudieron haberse evitado si los que mal dirigen esta isla hubiesen realizado la inversión correspondiente en el momento adecuado.

El vaso cubano, no cabe duda, es más profundo que el nepalí. Es de una hondura inexplorada, la fosa mariana de una debacle perenne. Nepal llevaba 17 años bajo un régimen comunista, se hartó hace dos días y hoy su historia es otra, apuntando a nuevos desafíos. Cuba lleva más de seis décadas perdiendo el alma, sacrificando hasta los hijos bajo una dictadura comunista, y todavía le queda miedo. Nepal, a pesar de sus veinte muertos, centenares de heridos y un futuro político incierto, les ha recordado a quienes necesiten esa clase de recordatorio que no hay régimen capaz de resistir a un pueblo en las calles, que los de arriba tienen más temor que los de abajo, y que, si no hay país para los jóvenes, entonces para quién.

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