
Muere Pepe Mujica, el «revolucionario» que condenó a Maduro y Ortega, pero no a los Castro
- Cuba
- mayo 13, 2025
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MIAMI, Estados Unidos. – El expresidente de Uruguay, José Pepe Mujica, falleció este martes 13 de mayo a los 89 años, tras una prolongada lucha contra el cáncer. Su muerte fue confirmada en la red social X por el actual mandatario uruguayo, Yamandú Orsi, quien lo calificó como “Viejo querido”.
El gobernante lo definió como “presidente, militante, referente y conductor”. “Te vamos a extrañar mucho, Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo”, agregó.
Mujica, símbolo de la izquierda latinoamericana y admirado a nivel mundial por su estilo austero y su carisma, falleció en su chacra de Rincón del Cerro, a las afueras de Montevideo, donde pidió pasar sus últimos días. “Ya terminó mi ciclo. Sinceramente, me estoy muriendo y el guerrero tiene derecho a su descanso”, había dicho recientemente al semanario Búsqueda. En la misma entrevista expresó su deseo de descansar “debajo de la secuoya grandota” donde en 2018 enterró a su perra Manuela.
Con profundo dolor comunicamos que falleció nuestro compañero Pepe Mujica. Presidente, militante, referente y conductor. Te vamos a extrañar mucho Viejo querido. Gracias por todo lo que nos diste y por tu profundo amor por tu pueblo.
— Yamandú Orsi (@OrsiYamandu) May 13, 2025
Diagnosticado con un cáncer de esófago a finales de abril de 2024, Mujica se sometió a 31 sesiones de radioterapia. “Me dieron 31 bombazos [de rayos] a las 7:00 de la mañana todos los días. Lo hicieron mierda [al cáncer], pero me dejaron un agujero así”, relató, haciendo un gesto con los dedos. A pesar del tratamiento inicial, el cáncer hizo metástasis en el hígado. En enero de 2025, anunció públicamente que no continuaría con nuevos tratamientos. Desde entonces, permaneció bajo cuidados paliativos.
Su ausencia en las elecciones departamentales del 11 de mayo llamó la atención en Uruguay, ya que desde el retorno a la democracia en 1985, Mujica no había dejado de participar en una sola jornada electoral. Fue entonces cuando el presidente Orsi y otros miembros del oficialismo confirmaron el delicado estado de salud del exmandatario. Su esposa, la exvicepresidenta Lucía Topolansky, explicó que no había podido asistir a votar por recomendación médica.
Nacido en 1935 en el barrio Paso de la Arena, en Montevideo, Mujica tuvo una infancia humilde. Su madre era horticultora y su padre, un pequeño estanciero que murió cuando él tenía seis años. Desde joven mostró interés por la política y a los 14 años ya participaba en manifestaciones obreras. En 1964, se unió al Movimiento de Liberación Nacional-Tupamaros, una guerrilla urbana inspirada en la Revolución Cubana.
Durante la dictadura militar uruguaya (1973-1985), Mujica fue detenido y se convirtió en uno de los “nueve rehenes” del régimen. Pasó más de una década preso, muchos de esos años en confinamiento extremo. “Estuve a punto de ponerme loco”, contó en una entrevista con el diario El País.
Liberado con la restauración democrática, Mujica fue elegido diputado en 1994, senador en 1999, ministro de Ganadería en 2005 y presidente de Uruguay en 2010. Su gestión de gobierno se destacó por una política social avanzada, que incluyó la legalización del aborto, el matrimonio igualitario y la regulación del cannabis. Propuso también medidas innovadoras para revitalizar el agro, como la “importación” de campesinos de países vecinos para trabajar la tierra.
Mujica mantuvo durante toda su vida un estilo de vida frugal. Vivió en una chacra rodeado de animales, cultivó sus propios alimentos y nunca abandonó su viejo Volkswagen escarabajo celeste.
Tras retirarse de la política activa en 2018, se mantuvo como una figura influyente en el Frente Amplio y en la política latinoamericana. En sus últimos años, advirtió sobre los peligros del consumismo, la pérdida de valores y la concentración del poder económico.
Mujica rechazó ser considerado un mito o un héroe. “Los hombres no hacemos historia, hacemos historieta”, dijo en una de sus últimas entrevistas. “En la inmensidad del universo y del tiempo somos demasiado engreídos”.
Un legado ético con silencios estratégicos
A pesar de haber sido admirado por su defensa de la ética pública y su constante llamado a la sobriedad y la justicia social, Mujica fue objeto de críticas por su ambigua postura frente a regímenes autoritarios como el cubano. Si bien cuestionó públicamente a gobiernos como los de Nicaragua y Venezuela —llegando a calificar a Nicolás Maduro de “loco como una cabra” y a pedir la renuncia de Daniel Ortega—, evitó siempre condenar de forma directa y tajante al castrismo.
Sus afirmaciones iniciales a favor del régimen venezolano, al igual que las condenas del Frente Amplio y del propio expresidente uruguayo contra el secretario general de la OEA, Luis Almagro, por su oposición frontal a Nicolás Maduro, alimentaron la percepción de que Mujica priorizaba la solidaridad ideológica por encima de la defensa universal de los derechos humanos.
Un artículo de opinión publicado en CubaNet en enero de 2019 subraya que Mujica, a diferencia de otras figuras de izquierda latinoamericana como Lula o Chávez, no mostró intenciones autoritarias durante su mandato. Sin embargo, su silencio sobre Cuba fue interpretado por muchos como un acto deliberado. “Aunque haya abandonado el camino violento de su maestro Fidel Castro y se volviera un demócrata convencido, aunque criticara a Maduro y a Ortega, ¿ha condenado alguna vez el régimen que tanta guerra, tanta muerte y tanta miseria ha provocado en América Latina e incluso más allá de ella?”, se preguntaba Ernesto Santana Zaldívar, autor del mencionado artículo.
Según analistas, ese silencio alineaba a Mujica con otros personajes como Silvio Rodríguez, Andrés Manuel López Obrador o el papa Francisco, quienes “prefieren no moverse hacia adelante por miedo a caminar hacia la derecha”. Y aunque para muchos Mujica representó una izquierda humanista y moderna, para otros sus omisiones en temas clave como el autoritarismo en Cuba restaban coherencia a su prédica ética.