Moisés Simons y ‘El manisero’, primer éxito millonario de la historia musical cubana 

Moisés Simons y ‘El manisero’, primer éxito millonario de la historia musical cubana 

  • Cuba
  • agosto 24, 2025
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Convertido en el primer son-pregón de la historia, ‘El manisero’ no solo devino éxito discográfico, sino que también abrió la puerta a la explosión del «rumba craze» y a la industria de la música latina.

SANTA CLARA, Cuba. – Dentro del estudio de Columbia Records en La Habana la voz de La Única, Rita Montaner, irrumpe con su inconfundible tono vibrante: “¡Maní, maní! Si te quieres por el pico divertir, cómete un cucuruchito de maní”. A finales de la década del 20 del pasado siglo, el tema compuesto por Moisés Simons marcaría un antes y un después en la historia de la música popular cubana, llevando el pregón callejero más allá de las plazas y esquinas para conquistar los escenarios internacionales 

Convertido en el primer son-pregón de la historia, El manisero no solo devino éxito discográfico, número uno en Estados Unidos en 1931, sino que también abrió la puerta a la explosión del “rumba craze” y a la industria de la música latina. Un año después de que Rita, la primera voz femenina de la radio cubana, grabara el tema —que más tarde formaría parte del filme Romance del palmar y de otros tantos—, Antonio Machín lo llevó al estrellato en Europa y Estados Unidos, donde se conocería en inglés como The Peanut Vendor. 

La interpretación más exitosa fue precisamente la del sagüero Machín, junto a Don Azpiazú y su Havana Casino Orchestra, registrada en 1930 para RCA Victor en Nueva York, y que alcanzó la impresionante cifra de un millón de copias distribuidas. La pieza musical devino “primer éxito millonario de la discografía cubana”, en palabras del musicólogo José Reyes Fortún. También se le considera el primer “boom de la música latina”, al decir del investigador Rafael Lam. 

Simons nació el 24 de agosto de 1889 y fue bautizado con el nombre de Moisés Simón Rodríguez. Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras residía en París, la ocupación nazi lo obligó a tomar precauciones con su apellido, temiendo que pudiera ser asociado con raíces judías y optó por modificarlo a Simons, el nombre con el que alcanzaría el reconocimiento internacional.

Con su innovadora creación musical a partir de los llamados populares de los vendedores de maní, Simons logró transformar un simple pregón callejero en una obra universal que se convirtió junto a La guantanamera en uno de los emblemas sonoros cubanos más versionados y la primera composición latina en ingresar al mercado mainstream estadounidense.

Además, se considera uno de los pocos casos tempranos en que una pieza de música popular logró transformar significativamente la situación económica de su autor en muy poco tiempo. En los primeros años tras su estreno, Moisés Simons habría recibido más de cien mil dólares en regalías por derechos de autor, una suma excepcional para un compositor cubano de la época.

La fiebre de El manisero

El musicólogo Lino Betancourt relata que El manisero nació en uno de los cafés conocidos como lecherías nombrado “El Autogiro” y ubicado en la esquina de las calles Barcelona y Amistad. Esa noche, Simons iba acompañado por Sindo Garay cuando un asturiano de apellido Zúñiga penetró en el establecimiento para pregonar a viva voz sus cucuruchos de maní tostado caliente. Moisés “tomó entonces una servilleta y trazó con su estilográfica las cinco líneas del pentagrama y comenzó a escribir las notas de un son”, cuenta Betancourt en su libro Lo que dice mi cantar

Existen otras versiones respecto a su creación, como la contada por Rita Montaner a la prensa mexicana y registrada en el libro Historias de famosas canciones cubanas, de Rafael Lam. La Única fue invitada por Ernesto Lecuona a una gala que se había organizado para homenajear a su querido amigo y tenía la intención de interpretar “algo distinto” que no se hubiera hecho hasta entonces, por lo que se le ocurrió acudir a Simons: “Quiero que haga usted algo para mí— le dijo Rita a Simons. Se me ocurre que le ponga usted música a un pregón popular. ¿Qué le parece?”. Según contó la intérprete, el autor escribió aquella melodía criolla en tan solo un “momentico”.

Sobre el estreno de El manisero cantado por Rita en el teatro Regina, Lam asegura que la diva estudió dramatúrgicamente la forma en la que los vendedores de maní pregonaban la mercancía, anotando cada uno de sus movimientos y sus inflexiones de voz. Por su parte, Antonio Machín, cuando se presentó con la pieza en Nueva York, la interpretó, de hecho, vestido de manisero con una lata de cucuruchos y “la mano puesta en la boca”, simulando con exactitud las maneras de estos pregoneros. 

Otra versión similar y contada por Ciro Bianchi indica que Simons pensaba viajar al exterior y antes de hacerlo le entregó su “pregoncito” a Montaner sin vaticinar que aquella grabación de la diva de la radio, con su fraseo coqueto y su dominio del tempo, capturaría indiscutiblemente la esencia del vendedor ambulante que su autor supo traducir en clave universal. Fue sin dudas, una obra maestra transformó un canto callejero en símbolo cultural.

La fiebre de El manisero fue tal que, según recoge Lam, se vendió en Los Ángeles un helado con este nombre confeccionado con nueces y que la reina Victoria incluyó la pieza en los bailes del palacio de Buckingham. Además, formó parte de la banda sonora de filmes como A Star Is Born de 1954, película en la que Judy Garland interpreta un fragmento del ya para entonces éxito mundial. 

Amén del reconocimiento universal que obtuvo con esta pieza y otras de autoría como la opereta Toi c’est moi, Moisés Simons enfrentó una cadena de infortunios a lo largo de su vida. El peor de ellos fue haber estado recluido en un campo de concentración nazi por alrededor dos años. Tras conocerse su detención en territorio francés, se activó una red de apoyo internacional impulsada desde Cuba por la revista Bohemia y por su entrañable amigo el periodista Miguel de Marcos, quien lideró gestiones decisivas para lograr su excarcelación. Simons pudo regresar a la Isla en 1942, pero decidió retornar a España en poco tiempo. Allá falleció el 24 de junio de 1945.

Tras su muerte en Madrid, Miguel de Marcos dejaría escrito: “Moisés Simón ha muerto, pero El manisero le sobrevive. Es el pregón de La Habana, el éxtasis y la filosofía risueña de la ciudad, una cubanidad con minúsculas que tiene su voz y su canto, un canto entre litúrgico y malicioso, que resiste al tiempo, que no se extravía, que no se apaga”.

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