
Mil millones rusos: Cuba se endeuda mientras el régimen vende soberanía al Kremlin
- Cuba
- mayo 8, 2025
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El viceprimer ministro ruso, Dmitri Chernishenko, anunció que empresarios rusos invertirán más de mil millones de dólares en Cuba, priorizando sectores como la energía eléctrica y la agricultura.
MADRID, España.- En un nuevo episodio del oportunismo geopolítico que caracteriza la relación entre Rusia y el régimen cubano, el viceprimer ministro ruso Dmitry Chernyshenko anunció este 7 de mayo que Moscú invertirá más de mil millones de dólares en proyectos en Cuba.
La declaración fue realizada tras las conversaciones oficiales entre ambos gobiernos celebradas en el Kremlin, encabezadas por Vladimir Putin y Miguel Díaz-Canel, en lo que el aparato propagandístico cubano califica como una “alianza estratégica” pero que, en la práctica, consolida la subordinación económica de La Habana a intereses foráneos.
Según medios oficialistas como Cubadebate, Chernyshenko afirmó que se ha alcanzado un “nivel sorprendente de cooperación y entendimiento”, producto —dijo— de ocho años de trabajo conjunto y del rol clave del vicepresidente Ricardo Cabrisas, quien ha sido el principal gestor de los acuerdos económicos entre ambas naciones.

“Cuba es un socio confiable, que tiene capacidad de pagar por los créditos estatales y proyectos contraídos en los últimos años”, declaró el funcionario ruso, sin hacer alusión a la precaria situación económica que atraviesa la isla, marcada por una inflación descontrolada que ha pulverizado el poder adquisitivo de la población.
El nuevo compromiso financiero se enmarca en el llamado “Plan 2030”, firmado en 2023, que contempla inversiones rusas en sectores críticos como energía eléctrica, agricultura y alumbrado público. Para facilitar estas operaciones, el Kremlin se ha comprometido a subsidiar las tasas de interés de sus empresarios, fomentando así la penetración rusa en la economía cubana bajo el argumento de “alcanzar soberanía”.
Pero detrás del discurso solidario, lo que se consolida es una relación profundamente desigual: mientras Moscú busca reforzar su influencia internacional y ganar aliados en un contexto de aislamiento global tras la invasión a Ucrania, el régimen cubano se aferra a cualquier fuente de financiamiento que le permita sostenerse en el poder, sin considerar el impacto real en la vida de sus ciudadanos.
La retórica empleada por Chernyshenko fue clara: “No pensamos ni tenemos la intención de apropiarnos del mercado de Cuba. El único objetivo del presidente Putin es apoyar al pueblo de Cuba”. Sin embargo, los hechos sugieren otra cosa. Rusia encuentra en la Isla no solo un aliado político fiel —que ha evitado condenar su invasión a Ucrania en votaciones clave de Naciones Unidas—, sino también una ubicación geoestratégica privilegiada que puede utilizar en función de sus intereses militares y diplomáticos.
El viaje de Díaz-Canel a Moscú, que comenzó el domingo pasado, responde a una invitación de Putin, y se produce apenas un mes después de que Chernyshenko visitara La Habana para presidir la XXII reunión de la Comisión Intergubernamental ruso-cubana. Aquel encuentro cerró con la firma de 17 documentos destinados a fortalecer la cooperación bilateral, aunque, como es habitual, sin transparencia ni control ciudadano sobre los compromisos asumidos.
En abril pasado, Cuba volvió a abstenerse en una resolución de la Asamblea General de la ONU que hacía referencias a la agresión rusa en Europa. Esta postura ambigua, lejos de representar una política exterior soberana, evidencia el alineamiento con el Kremlin a cambio de oxígeno financiero y político.
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