Según expertos esta oleada migratoria puede aumentar:
Mientras generaciones anteriores de exiliados se integraban, trabajaban y luchaban contra la dictadura, muchos de estos recién llegados se parecen más interesados en apoyar a los mismos artistas que servían de propaganda al régimen cubano. Prueba de ello fue el concierto de Bebeshito en Miami, donde 20,000 personas corearon consignas contra influencers anticomunistas en lugar de alzar la voz contra el sistema que los obligó a salir.
Esta indiferencia no solo ofende a quienes han sufrido persecución y tortura en la isla, sino que erosiona el respeto y la solidaridad dentro de la comunidad cubana en EE.UU. ¿Cuántos exiliados han pasado décadas sin ver a sus padres o abuelos por haber elegido la libertad sobre la sumisión? ¿Cuántos han luchado para que se reconozca la causa cubana en la política estadounidense?
Es hora de recordar que emigrar a EE.UU. es un privilegio, no un derecho automático. Este país recibe a cubanos porque huyen de una dictadura, no porque tengan dificultades económicas. Si al llegar callas, si apoyas a artistas alineados con el régimen o promueves la indisciplina social y el irrespeto a las leyes estadounidenses, no esperes aceptación ni privilegios migratorios.
Miami no es extensión de La Habana. Aquí no se trata de sobrevivir en silencio, sino de integrarse y aportar. Callar ante el mal es complicidad. A los que recién llegan: si amas la libertad que te ha dado, demuéstralo con hechos.