Marta Elena Feitó: la cabeza cortada de las distracciones

Marta Elena Feitó: la cabeza cortada de las distracciones

  • Cuba
  • julio 16, 2025
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Esta vez, como todas las anteriores en que no ha habido solución para los “picos” de crisis, los comunistas han jugado el comodín de la distracción, y nada mejor para este perpetuo acto de circo llamado “Revolución cubana” que una ejecución pública.

LA HABANA.- No hacía falta escuchar la nota oficial. Sabíamos desde horas antes que, en Cuba, solo dos cosas estaban más que seguras en la jornada de ayer: una, los apagones; la otra, la destitución de Marta Elena Feitó, la Ministra de Trabajo y Seguridad Social.

Esta vez, como todas las anteriores en que no ha habido solución para los “picos” de crisis, los comunistas han jugado el comodín de la distracción, y nada mejor para este perpetuo acto de circo llamado “Revolución cubana” que una ejecución pública. Hicieron un juicio sumario, en fin, regalar un poco de espectáculo y sangre a la multitud que la pide a gritos solo porque se conforma con verla correr, aunque sea la suya propia.

Fijémonos en varios detalles. Ante todo, que este escándalo estalla en la conjunción de varias crisis potencialmente peligrosas, aun en desarrollo: primero, la de ETECSA (donde hubo y continúa habiendo engaño, discriminación e impunidad para los responsables, incluida la Ministra de Comunicaciones); segundo, la actual “contingencia energética” (que evidencia la incapacidad del régimen para solucionar problemas, así como la insensibilidad que lo caracteriza) y, tercero, las denuncias sobre el impacto negativo de la industria de extracción de níquel en la salud de los pobladores de Moa, lo que podría desatar una tormenta de denuncias similares en otras regiones de Cuba donde las leyes ambientales y el cuidado de la salud humana son letra muerta.

Esta última, de continuar escalando hasta más allá de los espacios de denuncia de la prensa independiente y de la atención de activistas y pequeños grupos ecologistas dentro y fuera de Cuba, pudiera repercutir desfavorablemente en los varios programas de organizaciones internacionales y de gobiernos (fundamentalmente europeos) que aportan capital considerable a instituciones del régimen, creadas con el único fin de captar y apropiarse fraudulentamente de fondos de ayuda exterior bajo el pretexto del cuidado y preservación del medio ambiente.

Si el enojo por esas tres crisis mencionadas —unidas a la crisis en el negocio de comercialización de las brigadas médicas, al hambre generalizada, al deterioro del sistema de salud, a la dolarización sin dólares, y al cierre de la válvula de presión del éxodo masivo— continuara aumentando, la crisis actual reuniría todas las papeletas para convertirse si no en un estallido social, al menos en una situación extrema de ingobernabilidad, en tanto todas, manifestándose en conjunto, descubren por completo la cara más auténtica y siniestra de la dictadura cubana, incluso a los ojos de los más lentos en reaccionar, cuyos enfados ya vendrían acumulándose desde mucho antes del mal manejo de la emergencia sanitaria por la Covid-19 y del desastroso “ordenamiento monetario” que resultó en el empobrecimiento profundo que hoy padecemos, sin comparación alguna con situaciones que pudieran resultar parecidas en otros lugares del mundo.    

Es necesario tener en cuenta que no solo la “decapitación” de Feitó ha contribuido a bajar el volumen a las otras “crisis” que la rodean, y a silenciar (o al menos minimizar) el impacto de todo cuanto de escandaloso se ha dicho en los mismos predios de la Asamblea Nacional (como los indicadores negativos en los informes de los distintos ministerios, unidos a la noticia desesperanzadora de que el déficit en la generación de electricidad —como los demás en la economía cubana— pudiera no tener solución ni a corto ni mediano plazos) sino que, además, le ha ofrecido a Miguel Díaz-Canel la oportunidad de transferir —aunque sea por unas horas— buena parte de su enorme impopularidad a la funcionaria defenestrada, y así aprovechar esa fugaz “descarga” para diseminar, sobre todo en sus filas, una falsa percepción de imagen “renovada” como gobernante que escucha incluso a sus enemigos, y al que no le tiembla la mano contra los suyos si la “voluntad popular” se lo exige.

Es el trabajo sucio que en estos momentos están haciendo sus tontos útiles, y es la tarea que han asumido los medios de propaganda que le tributan contenido “periodístico” como “órganos del Partido Comunista” disfrazados de medios de prensa.

Son muy sospechosas la rapidez y la “espontaneidad” con que las páginas y perfiles en redes sociales del oficialismo se hicieron eco del repudio, así como lo fácil que determinaron la destitución de la que, con sus palabras, no fue ni más soberbia ni mas prepotente que cualquiera de los jefazos que se inventaron lo de “vulnerables” y “deambulantes” para no decir que existen pobres y desamparados, porque es como aceptar que la Revolución, más que un fracaso, ha sido un completo engaño.

Solo hasta el punto en que no hay certezas de lo conversado a puertas cerradas con Marta Elena Feitó, antes y después de la “desafortunada intervención”, es que se pudiera considerar la destitución de la ministra como una simple acción de control de daños en medio de una crisis que, con ese episodio, podía tornarse incontrolable, así como que habría sido la presión popular la que obligó a una “renuncia”. No lo creo.

En el pasado, tanto lejano como reciente, se acumulan los precedentes que, incluso con similar rechazo popular, han pasado sin consecuencias. Desde la imposición del uso de ofensas como “escoria” y “gusano” para inducir una imagen deshumanizada de los que emigraban, pasando por la estupidez de Ricardo Alarcón, cuando hizo el ridículo frente a los estudiantes explicando las absurdas prohibiciones de viajar, hasta llegar a ese término de “mal nacidos por error” que empleó Díaz-Canel para justificar la violencia contra todo el que se oponga a la dictadura.  

Lo que dijo Marta Elena Feitó en la Asamblea Nacional y que nos pareció tan ofensivo y repudiable (y de hecho lo es) no es más que una versión más, sin demasiadas variaciones, de lo que siempre escuchó y escuchamos todos de boca del propio Fidel Castro cuando negaba con peores términos la existencia de mendigos y desamparados en las calles de esa “revolución” que, una vez fracasada y convertida en dictadura, intentaba venderse al mundo como un modelo de humanismo pero que, ya lo sabemos, terminó imponiéndose con fusilamientos, campos de trabajo forzado, silenciamientos, censura, criminalización del disentimiento, discriminaciones, exclusiones, en fin, terror en su máxima expresión.

Lo dicho por la hoy ex ministra no supera en violencia política, y por tanto en gravedad, la burla y los engaños de que hemos sido víctimas durante más de 60 años de dictadura, donde lo sucedido en días recientes con ETECSA es solo otro capítulo más, como expresión de un desprecio institucionalizado por el pueblo.

Igualmente, lo es el secretismo y la complicidad alrededor de otros escándalos aún peores, como el protagonizado por Alejandro Gil Fernández, ese déspota y prepotente Ministro de Economía que no solo negaba la existencia de mendigos sino que, peor que la Feitó, se disfrazaba de ministro para robar, para empobrecernos aún más, para aniquilarnos y, de paso, echar la culpa a un “bloqueo” que solo existe en el discurso del castrismo para ofender nuestra inteligencia, y para disfrazar de “necesarios” la corrupción, la ineptitud, el nepotismo, la indolencia, la represión, el desprecio por el pueblo y la desfachatez.

En política, los “sacrificios” de altos funcionarios son casi siempre o una acción de control de daño o una distracción dirigida a la opinión publica, pero ambas son, al mismo tiempo, una necesidad, que se torna imprescindible y constante para los gobiernos de salvajes, para los regímenes antidemocráticos como el cubano, capaz de hacer cualquier cosa por tal de que nos distraigamos y abandonemos lo verdaderamente importante, que es desentrañar el funcionamiento en detalle del mecanismo que lo perpetúa en el poder.

Nos entregan otra cabeza a sabiendas de que aún todas juntas no harán el único cuerpo que debiera ser derribado para así alcanzar la libertad. Así, tendrán siempre una “de emergencia” para ofrecernos, puesto que, por lo general, necesitan demasiado poco para contentarnos.

La cabeza de Marta Elena Feitó iba a rodar incluso aunque no hubiera dicho ni la mitad de lo que dijo. Habló y lo hizo empleando exactamente los términos que aprendió por esos ruedos. Palabras despectivas, deshumanizantes, lanzadas desde la perspectiva negacionista acuñada por el castrismo desde siempre.

Su cabeza rodó, y no porque dijera lo que dijo, ni porque ofendiera a alguno con eso, ni porque lo pidieran unos y otros, “fieles” e “infieles”, a coro en las redes sociales, sino porque, cuando de distracciones están necesitados los del Comité Central del PCC, nada mejor que una cabeza cortada para hacernos olvidar lo que necesitan que olvidemos, o que al menos les demos tiempo para tomar una bocanada de oxígeno.

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