Marrero y esposa en África: ¿buscando turistas?

LA HABANA.- El pasado me de febrero, los datos sobre el turismo en Cuba fueron desalentadores. En plena temporada alta que ya se acerca a su fin, el promedio de visitantes fue un 40% más bajo que en enero-febrero de 2019 (previo a la pandemia), 2023 y 2024. Los principales mercados emisores –Canadá, cubanos emigrados, Estados Unidos y Rusia- evidenciaron una contracción importante a pesar de los ingentes esfuerzos del régimen cubano por enmascarar la profunda crisis que azota al sector, y de que a bombo y platillo anunciara –y recalcara- que turistas rusos serían la apuesta decisiva, el nuevo motor llamado a impulsar “la locomotora de la economía”.

Algo similar se dijo también sobre los visitantes procedentes de China, que tampoco se ven por ninguna parte, al menos no en la cuantía esperada. Cuba se hunde como destino turístico en una debacle avisada. No hay turoperador que logre convencer a los clientes de que un país sin energía eléctrica, tan inerte que cada día resulta más difícil tomarle el pulso, pueda ofrecer una experiencia superior a la que brinda Cancún, Punta Cana, Jamaica o cualquier otro destino en el área caribeña. Ninguna estrategia ha funcionado para atraer turistas y justificar, de algún modo, el incremento desproporcionado de las capacidades de alojamiento, a despecho de la ruina nacional visible en cada aspecto de la vida material y espiritual.

Tal vez la reticencia de los mercados ruso y chino, que no retribuyeron el entusiasmo, hizo que las autoridades volvieran los ojos hacia el vasto continente africano. Y tal vez por esa razón el primer ministro, Manuel Marrero, se hizo acompañar por Yadira Ramírez Morera, directora de Comunicaciones del Ministerio de Turismo donde él mismo ocupó el cargo principal antes de ser elevado a jefe de gobierno, en una gira por varios países africanos para afianzar los lazos bilaterales y ver qué otra cosa puede conseguir.  

Considerando lo desesperado que está el gobierno cubano, esa hipótesis tendría cierta lógica si Ramírez Morera no fuese, además y ante todo, la esposa de Manuel Marrero, quien decidió sumarla a la comitiva, siempre a expensas de Liborio y para no ser menos que Miguel Díaz-Canel, que acude a los compromisos oficiales acompañado de su esposa, cuya utilidad en esos encuentros, al igual que la de Yadira Ramírez, no queda clara.

Todo parece indicar que entre las muchas modas que se han ido imponiendo, figurará también la de ver a los dirigentes de un país a la deriva incluir a sus cónyuges en las delegaciones oficiales para que visiten centros de asistencia social en la nación anfitriona y regalen alimentos y medicinas en nombre del pueblo cubano, al que todo le sobra. Así lo hizo en un hospicio en Brazzaville la Segunda Dama de Cuba, que no ha visitado jamás un asilo de ancianos en la isla para ver por sí misma cómo transcurren los últimos días de hombres y mujeres que sacrificaron todo –algunos a sus propios hijos- por la Revolución, y hoy se pudren hasta la muerte sin medicamentos, insumos ni buena atención sanitaria. 

Casi sería un consuelo pensar que Marrero y esposa fueron a África para intentar vender el “Destino Cuba” a los habitantes del Congo, Namibia y Guinea Ecuatorial, a ver si así logran ocupar algunas camas en alguno de los nuevos hoteles construidos en vano. Quizás podrían, incluso, convencer a algún riquísimo hijo de dictador amigo de Cuba -entre tantos que ha habido en África-, de despilfarrar miles de dólares por una habitación en la feísima y desangelada Torre K, a cuyos ventanales podrán asomarse los turistas, una noche cualquiera, para ver la otrora glamorosa ciudad de La Habana envuelta en una oscuridad de espanto.

Pero todo parece indicar que el único objetivo de incluir en la gira a la señora de Marrero ha sido el de gastar lo que no deben porque pueden hacerlo, porque no pasa nada aparte de unas críticas, más o menos encolerizadas, en redes sociales. Mientras tanto, un niño es diagnosticado erróneamente con leucemia por el sistema cubano de salud, el órgano de propaganda del Partido Comunista culpa a los pobres de su pobreza, y un joven inofensivo es arrestado y golpeado por sentarse ante la estatua de José Martí con una pizarrita en blanco.   

La presencia de Yadira Ramírez en África tiene menos que ver con su cargo que con su condición de esposa de uno de los hombres fuertes del actual poder, el que pide confianza y resistencia, el que todos los días se levanta y se encuentra con la sorpresa de que “hay que producir más alimentos”, así como se dio cuenta, hace tres años, de que había que “saltar el bloqueo”. Y no le importa incurrir en la paradoja de que el mismo país que necesita producir alimentos vaya y regale hasta lo que no tiene, porque así ha sido desde 1959: la Revolución quitando para “ayudar” a otros, y el pueblo aplaudiendo.