Lo torturaron, ataron de pies y manos y golpearon: ladrones asesinan a campesino

SANTIAGO DE CUBA.-Lo torturaron, lo ataron de pies y manos y lo golpearon hasta matarlo. Luego intentaron ocultar su cuerpo bajo unas tablas de madera. Sus vecinos lo hallaron a la mañana siguiente, pero se presume que Agustín Pellicer Charón, campesino de casi 70 años, había sido asesinado en la madrugada dentro de su propia casa. Sus agresores aprovecharon que vivía solo para atacarlo.

Pellicer residía en un poblado rural conocido como Quintoque, en el kilómetro 36 de la autopista que une Songo La Maya con Guantánamo. A pesar de su edad, cuidaba su finca con la misma rutina de siempre: de sol a sol. Pero el pasado 4 de junio, esa rutina terminó de forma brutal.

No solo lo asesinaron, sino que además le robaron alrededor de 15 cabezas de ganado. Desde entonces, las autoridades locales han detenido al menos a seis personas, pero casi todas fueron liberadas por falta de pruebas. Por la naturaleza de las lesiones y la forma en que fue manipulado el cuerpo, se presume que participaron varias personas en el crimen.

Este hecho ha conmocionado a la comunidad. Para sus vecinos, especialmente para Ada Lovaina y su esposo, el asesinato del campesino ha creado un clima de miedo. “Nos queremos mudar, dejar todo e irnos a donde se pueda vivir de otra cosa. Apenas dormimos vigilando, sobre todo después de lo que pasó con Agustín”, confesó la mujer.

Sin embargo, su muerte es solo un reflejo de una problemática mayor y más alarmante: la creciente ola de violencia ligada al hurto y sacrificio de ganado mayor, siendo Santiago de Cuba la provincia con la tasa más alta de asesinatos reportados (38 entre noviembre y diciembre de 2024).

Robo de ganado: crimen organizado en ascenso

Aunque los medios oficiales reportaron una ligera disminución de los delitos ganaderos a inicios de 2025, las cifras recientes muestran un preocupante repunte. Un artículo publicado por Cubadebate el pasado 25 de junio indica que este fenómeno afecta al menos a seis provincias y diez municipios. Ante esa realidad, campesinos encuestados aseguran sentirse inseguros y desprotegidos frente a estos delitos, siendo el sector agrícola uno de los más golpeados.

La tendencia no es nueva. Reportes independientes han alertado durante meses sobre el incremento de bandas organizadas dedicadas al robo y sacrificio ilegal de reses. Estas agrupaciones operan con logística definida: vigilancia previa del terreno, ejecución del robo en horas nocturnas, desposte in situ, transporte clandestino en camiones o carretas y distribución en puntos del mercado negro.

Al respecto, nuestro equipo conversó con Antonio*, quien ocultó su nombre por seguridad. Se dedica desde hace años a la venta de carne de res en el mercado negro en La Maya. Aunque nadie se atreve a vincularlo directamente con los hechos más violentos, muchos lo conocen y recomiendan su mercancía. “Ahora la vendo a 2000 o 2500 pesos el jarro de cinco libras, antes era mucho más barata, hasta 600 pesos esa misma cantidad”, contó con naturalidad, afirmando que no se siente incómodo con esta práctica “siempre y cuando no haya muertos de por medio”.

“Yo no mato, a mí me la traen por cantidad, pero siempre he trabajado con los mismos matarifes. Sé bien que ellos nunca han golpeado ni matado a nadie. Este negocio siempre ha existido, aunque ahora es mayor porque hay más hambre. Al final, la culpa no es solo de los que lo hacemos; si esa carne tan nutritiva estuviera a disposición en los mercados, nadie tendría que robar, sacrificar ni vender de forma ilegal”, concluyó.

En Las Tunas, por ejemplo, los robos aumentaron un 70 % entre 2021 y 2022. Solo en 2022 se reportaron al menos 82 000 reses desaparecidas o sacrificadas ilegalmente, según cifras oficiales, lo que representó una caída significativa en la masa ganadera nacional. De febrero de 2024 a enero de 2025, Cuba perdió más de 300 000 cabezas de ganado, pasando de 3,9 millones a apenas 2,9.

Impunidad y abandono rural

A pesar de que las autoridades han implementado medidas como patrullajes y prisión provisional para algunos implicados, el nivel de esclarecimiento sigue siendo bajo. En el caso de Agustín, a tres semanas de su asesinato, no hay acusados formales ni avances conocidos en la investigación. Esta situación alimenta la percepción de impunidad entre los campesinos.

“Vienen, toman nota, pero todo sigue igual”, declaró un productor a un medio independiente, reflejando el desencanto generalizado. Muchos optan por vender su ganado y abandonar la actividad para no convertirse en víctimas. La falta de protección y la respuesta ineficiente ante estos delitos están provocando el vaciamiento del campo y debilitando el tejido rural. La vida del campesino es cada día es más difícil.

“Nosotros no tenemos tantas reses como el difunto Agustín, pero también tenemos puercos, ovejos, pollos, que son blanco de constantes robos. Con mi marido estamos vendiendo poco a poco, empezamos por los cerdos. Queremos irnos cuanto antes de aquí”, explicó Ada, quien ha vivido toda su vida en Quintoque.

El enfoque de los medios estatales, como Cubadebate, ha sido técnico y evasivo. Aunque reconocen el repunte del delito, tienden a presentarlo como consecuencia de factores sociales generales, sin profundizar en la responsabilidad institucional ni en los casos más violentos como el de Agustín. La prensa oficial evita nombrar víctimas o reconocer la existencia de redes criminales organizadas.