Las zigzagueantes tácticas y estrategias del Castro-canelismo

LA HABANA.- Las tácticas y estrategias del mandatario Miguel Díaz-Canel, de replegarse para luego avanzar —y volver a avanzar— bajo la promesa de mejorar las condiciones de vida en Cuba, han llevado al pueblo a un nivel de subsistencia similar al de los taínos y siboneyes.

Danzar alrededor de una olla colectiva montada sobre piedras y encendida con leña, a la luz de la luna, se ha convertido en la imagen más clara del rumbo que marca el socialismo impuesto en la Isla, ese que asegura aspirar a ser próspero y sostenible.

Desde que Díaz-Canel anunció en octubre de 2020 la llamada Tarea Ordenamiento, hasta el más reciente tarifazo del 30 de mayo —esta vez usando como vocera a Tania Velázquez, presidenta de la estatal, ineficiente y corrupta ETECSA—, el supuesto sueño de “convertir la unificación monetaria y cambiaria en un elemento transversal de la economía y la sociedad cubanas” se transformó en una pesadilla colectiva: un salto acelerado hacia la ruina y un indetenible sálvese quien pueda.

El tarifazo, una medida arbitraria y antipopular, eleva el precio de un paquete de datos para navegar en Internet hasta el equivalente a tres veces el salario mínimo, limitando además a 6 GB mensuales el acceso. Todo consumo adicional debe pagarse a precios exorbitantes o en dólares.

La medida, rechazada por todos los sectores de la sociedad, ha sido justificada por el mandatario como un “repliegue táctico”, aunque paradójicamente aseguró que “Cuba seguirá apostando por el mayor acceso a las tecnologías”.
¿De qué forma? ¿Replegándose en múltiples tácticas y estrategias hasta alcanzar la incomunicación total?

Tal parece que la orden de combate y avance llegará cuando los cubanos se disputen los restos de comida con los perros en los abarrotados tambuchos de basura que adornarán todas las esquinas. Así nos dirán que los alimentos abundan, pero faltan el dinero para comprarlos, la electricidad para cocinarlos y el aceite, ajo, cebolla y ají para adobarlos.

O quizás el retroceso no sea tan rápido, y solo debamos esperar a ver, en las calles de Santiago de Cuba, caravanas de camellos —donados por Qatar— distribuyendo leche en polvo, azúcar y sal para niños y ancianos, mientras desde el Malecón de La Habana contemplamos una manada de mamuts cargados de viandas rumbo al agro mercado en divisas de San Rafael y Gervasio.

En Cuba todo es posible. Lo único que avanza de forma estable es la inflación, la represión contra el pueblo y el deterioro total de la vida cotidiana. Como la verdolaga, crecen por todas partes.

Otra de las estrategias dañinas de Díaz-Canel es la dolarización de una economía donde escasean los dólares, junto a una bancarización sin finanzas, limitada por la pésima conexión a Internet y su alto costo.

Pese a las protestas, memes, cartas, correos y reclamos populares, el régimen persiste en su tozudez y en su narrativa justificativa.

Por inédita e inesperada, la protesta universitaria contra el tarifazo de ETECSA fue una señal de advertencia: los discursos gastados de los funcionarios de la dictadura ya no engañan ni intimidan a nadie.

Primero fue el Ordenamiento, luego la dolarización, después el tarifazo. Mañana, ¿qué será? ¿Un corrientazo que habrá que pagar en dólares?

El pueblo cubano sigue expectante. Y enfrentará cualquier nuevo desatino, por mucho que los voceros oficiales intenten maquillarlo.