
Las “adecuaciones” de ETECSA: otro acto de manipulación del régimen
- Cuba
- junio 3, 2025
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MADRID, España.- La Empresa de Telecomunicaciones de Cuba (ETECSA) se mantiene en el centro del debate público tras imponer una nueva vuelta de tuerca al acceso digital en la isla: el establecimiento de un tope de 360 pesos cubanos (CUP) en recargas nacionales por cada 30 días. Superado ese límite, los usuarios están obligados a adquirir datos móviles en dólares estadounidenses (USD) mediante recargas internacionales. La medida genera una oleada de indignación dentro y fuera del país, al dejar al descubierto —una vez más— que en Cuba el acceso a internet no es un derecho, sino una mercancía de lujo, reservada para quienes reciben remesas o tienen familiares en el extranjero.
Como ha sucedido en ocasiones anteriores, el régimen ha recurrido a una de sus tácticas comunicacionales más reconocibles: la estrategia del mal menor. Anuncia primero una medida radicalmente impopular, para luego presentar una versión “intermedia” que, aunque sigue siendo injusta, parece menos agresiva en comparación con la inicial. Así ocurrió este lunes en el programa oficialista Mesa Redonda, donde funcionarios de ETECSA presentaron lo que llamaron “adecuaciones comerciales”, con el objetivo de simular una respuesta ante el malestar ciudadano.
A modo de “concesión”, ETECSA anunció la incorporación de un paquete adicional para estudiantes universitarios: 6 GB por 360 CUP, sumando un total de 12 GB al mes por 720 CUP para ese grupo específico. El gobierno lo presenta como una muestra de sensibilidad ante las quejas del sector juvenil, pero en realidad se trata de una estrategia de contención. Con la medida, busca neutralizar el descontento de este grupo social sin modificar el modelo general de exclusión digital que impone a la mayoría de la población. La oferta sigue siendo inaccesible para miles de familias, y además deja fuera a jóvenes que no están vinculados a instituciones oficiales, perpetuando un modelo de privilegios condicionados por la afiliación al sistema.
Lejos de ser una mejora estructural, este paquete adicional confirma que el acceso a internet en Cuba no se garantiza por necesidad, sino por utilidad política. El régimen selecciona a quién se le da más conexión. En palabras de la vicepresidenta comercial de ETECSA, Lidia Esther Hidalgo Rodríguez, “las recargas internacionales no están limitadas y se pueden recibir varias durante el día”, normalizando así una práctica que solo es posible para quienes cuentan con familia o amistades en el exterior dispuestas a financiar su acceso. Mientras tanto, el resto del pueblo —trabajadores, jubilados, madres solteras, estudiantes no universitarios— sigue desconectado, excluido y silenciado.
La administradora de ETECSA, Tania Velázquez, dejó claro el trasfondo económico de estas decisiones al reconocer públicamente que “las recargas internacionales llegaron a ser el 80% del total de ingresos que recibía la empresa”. Lejos de mostrar preocupación, la funcionaria justificó la práctica: “Es una práctica que existe en todo el mundo, que personas de otros países le paguen a un usuario estos servicios”. Pero lo que en otros contextos puede ser una opción voluntaria, en Cuba se convierte en una condición estructural: o tienes quien te recargue desde fuera, o no te conectas.
La activista Lara Crofs calificó estas “adecuaciones” como una “nueva limosna digital”. En una publicación en Facebook denunció que, mientras se niega un acceso digno y equitativo a la mayoría, se presentan como avances gestos simbólicos como el segundo paquete de 6 GB para estudiantes: “Sí, cuánta benevolencia (…) Pero no se emocionen. Esto NO es un avance. NO es justicia digital. NO es apertura. Es otra migaja maquillada previamente convenida”. En su crítica, apunta directamente al carácter político de estas decisiones: “ETECSA no es una empresa. Es una extensión del Partido Comunista, y cada medida que anuncian viene con la bendición del buró político”.
En este contexto, campañas como el #ParónTotalDeRecargasACuba, impulsadas por activistas y miembros del exilio, cobran fuerza como expresión de resistencia cívica. Porque mientras el régimen convierte la conexión en un lujo, el pueblo insiste en hacer de internet un derecho.