
La vietnamización de Cuba
- Cuba
- septiembre 6, 2025
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Ese control férreo en lo político con libertad aparente en lo económico es la vietnamización de Cuba.
PUERTO PADRE, Cuba.- La vietnamización de Cuba ya pasó de gatear a dar los primeros pasos. Está a la vista otro Vietnam, según pidió el Che Guevara, y este en el Caribe, a 90 millas de Estados Unidos. Sí, estaría feliz el argentino. Nos están vendiendo la vietnamización cual energizante o nuevo desayuno para turistas. El mercadeo en ciernes lo hemos visto por estos días en voces y poses de comisarios castrocomunistas de toda laya, desde Díaz-Canel y su mujer hasta dirigentes políticos, gubernativos, empresariales, jefes militares y policiales, juristas doctos y legos e incluso una farándula infanto-adolescente.
El ir y venir del comisariado comunista ha sido por doble vía, de Cuba hacia Vietnam y de Vietnam hacia Cuba, sazonado con una donación constante y sonante equivalente a algo así como ocho millones de dólares, colectados por los vietnamitas para los comunistas cubanos que van por el mundo con la mano abierta. No sabemos qué se ha pactado en secreto entre bambalinas, de forma pública y como ha sido noticia internacional, los comunistas vietnamitas y cubanos acordaron colaboración en materia jurídica, de defensa, ciberseguridad, biotecnología y en la agroindustria arrocera; a Vietnam le falta tierra de cultivo y Cuba tiene terrenos arables ociosos de sobra.
Hay gente alegre con esos tratos. Otros no están ni alegres ni tristes. Y otros están muy preocupados.
Eufemísticamente llamadas “dictaduras del proletariado”, pero que en realidad son tiranías puras, prosaicas, Cuba y Vietnam tienen sistemas políticos análogos, gobernados por el Partido Comunista. Ciega, sí, confunde a algunos la economía de mercado vietnamita que trasluce un hálito de independencia ciudadana y empresarial, pero que en realidad no es más soltura que la suelta de animales cautivos en un zoológico diseñado como si fuera un bosque natural. Un remedo de libertad.
Ese control férreo en lo político con libertad aparente en lo económico, discúlpenme, es lo que yo llamo vietnamización de Cuba, y no comenzó ahora sino que para encontrar su embrión tenemos que remontarnos al inicio de las llamadas Unidades Básicas de Producción Cooperativa en la agricultura, allá por 1994, cuando el Estado totalitario, cual dádiva de señor feudal a sus siervos, en lugar de realizar una reforma agraria efectiva, traspasando la posesión plena de la tierra al cubano que la trabaja, prosiguió siendo el dueño absoluto de la propiedad rural, a excepción de los minifundios campesinos y con cláusulas prohibitivas expresas de compraventa, arriendos y destino de la producción, con el 70% destinada al Estado a precios fijos inicuos.
Sólo la crisis gravísima, pero todavía llamada cándidamente Período Especial, hizo que el régimen totalitario traspasara en parte la plusvalía de la producción a los trabajadores agrícolas con algunas autonomías siempre preñadas de engaños. La crisis actual, dominada por una espiral inflacionaria con la consabida depreciación de la moneda nacional, cimentó un poco más la vietnamización a la cubana con la construcción de las medianas, pequeñas y micro empresas (mipymes), no pocas nacidas bajo el signo de la corrupción marcada por el nepotismo y el cohecho, yendo o viniendo por dos carriles desde las bases socioeconómicas primarias hasta llegar a altos niveles de dirección política, empresarial y gubernamental, como es el caso del mismísimo vicepresidente del Consejo de Ministros y ministro de Economía y Planificación.
El concepto de vietnamización proviene del discurso dirigido a la nación por el presidente Richard Nixon el 3 de noviembre de 1969, cuando dijo: “En esta administración, estamos vietnamizando la búsqueda de la paz”; justificaba así la retirada de las tropas estadounidenses y el traspaso de todas las responsabilidades militares al gobierno de Vietnam del Sur. Aquella vez, con el término vietnamización, Nixon acuñó la primacía o prelación, entiéndase predilección, por una acción, un método, un territorio o una población. Por analogía solemos decir, “la cubanización de Venezuela”, como antes dijimos la “sovietización de Cuba”, por esa razón ahora me refiero a la vietnamización de Cuba.
La vietnamización de un territorio, según Umberto Eco, es el proceso de transformación social donde las minorías en auge rechazan la integración, constituyéndose en fuerzas autónomas, desafiantes de consensos básicos que posibilitaron lo que llamamos sociedad, generando una confrontación civil permanente por la ruptura de principios universalmente compartidos, lo que supone el regreso a la ciudad medieval, con una sociedad fragmentada en oficios, barrios o regiones anteriores a la era moderna, en una suerte de guerra de guerrillas permanente por la proliferación de micro sociedades en constante fricción por déficit de integración, valga decir, de consensos. Y algo así sufrimos en Cuba hace más de 60 años, desde 1959 y hasta el día de hoy, cuando los cubanos entramos en una confrontación civil, humana, permanente, y no como la guerra civil que hizo huir al dictador Fulgencio Batista, sino porque la dictadura castrocomunista rompió con principios universales, democráticos, llevando a Cuba a ser los cubanos lo que somos hoy por “vietnamización de un territorio” según el concepto de Umberto Eco, residentes de una “ciudad medieval”, sólo que no es metáfora lo de medieval por carencias ciertas de fuentes primarias de vida civilizada, sí, de electricidad, agua potable, medicinas y de derechos humanos todos. ¿No?
Ahora surge una sospecha. ¿Intentará el régimen castrocomunista con la vietnamización de Cuba mostrar supuestos cambios para mantenerse en el poder?
Incuestionablemente, ese, el fingimiento, es hoy como lo fue ante otras crisis y en su existencia toda, el objetivo estratégico del régimen totalitario, su “continuidad”; ellos mismos lo admiten, “somos continuidad”, dicen.
Y, por supuesto, para restaurar su maltrecha imagen de redentores, dentro de las escasas posibilidades creíbles —lejanas, pero lógicas, luego posibles— recurrirán a la teoría de El gatopardo, la novela de Giuseppe Tomasi di Lampedusa, donde uno de los personajes dice: “Si queremos que todo siga como está, es necesario que todo cambie”. Pero esa frase literaria transformada en política, en el caso de Cuba no tiene cabida. Y de eso estaremos tratando en el próximo artículo.
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