
La simpatía del castrismo por los ayatolás
- Cuba
- junio 19, 2025
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No responde a principios humanitarios, sino a una afinidad estratégica basada en la enemistad común con Estados Unidos y el aislamiento internacional.
LA HABANA, Cuba.- Por estos días, cuando uno lee acerca de “la solidaridad con el pueblo iraní” en las declaraciones del Ministerio de Relaciones Exteriores (MINREX) y las informaciones de los medios al servicio del régimen cubano, pudiera pensarse que se refieren a las mujeres iraníes, consideradas ciudadanas de segunda, casi como si fueran objetos, obligadas, entre otras imposiciones, a usar velo y cubrirse la cabellera, y que pueden ser lapidadas por adúlteras; a las feministas, los periodistas y activistas de derechos humanos iraníes, condenados a largas penas de cárcel; a los iraníes ahorcados por ser homosexuales. Pero no, nada de eso: la solidaridad de los mandamases castristas es con el responsable de todas esas barbaridades: el régimen de los ayatolás.
A juzgar por la reacción de condena de la Cuba oficial a la ofensiva israelí contra Irán, pudiera pensarse que se trata de un país pacífico, gobernado por unos bondadosos e inofensivos ancianitos con barba y turbante, dedicados a predicar la paz y la armonía universal.

Estaría muy bien si los gobernantes cubanos expresaran preocupación por las repercusiones para la paz mundial ante la escalada del conflicto, pero no que apoyen irrestrictamente a un régimen teocrático con leyes de características medievales que, en una carrera contra reloj y desafiando las normas internacionales, se esfuerza por producir armas nucleares para enfrentar no solo a Israel y a Occidente, sino también a los países árabes que no se plieguen a sus designios
El gobierno iraní, que no oculta su aspiración de borrar a Israel de la faz de la tierra, mientras no llegue el momento de hacerlo mediante armas nucleares, hace la guerra a los israelíes y los obliga a pelear en varios frentes mediante sus proxies terroristas: Hezbolá, Hamás y los hutíes yemenitas.
Los ayatolás, en su enfrentamiento contra Arabia Saudita y el islamismo suní, llevan años desestabilizado al Medio Oriente con sus intervenciones en el Líbano, Siria, Yemen e Irak. Por su involucramiento con Hamás y Yihad Islámica en la masacre del 7 de octubre de 2023, les corresponde gran parte de responsabilidad por la carnicería en Gaza.
Adicionalmente, como los ayatolás, debido a las sanciones internacionales necesitan dinero y les sobran misiles y drones, se los venden a Putin para su genocida guerra contra Ucrania.
Los mandamases del tardocastrismo, por mucho que se digan sus amigos, para los ayatolás solo son unos infieles pedigüeños. En común solo tienen la enemistad con los Estados Unidos.
Tal vez los ayatolás, teniendo en cuenta que Fidel Castro aspiraba, junto con los iraníes, a poner de rodillas a los Estados Unidos, no hayan descartado aprovechar la situación geográfica de Cuba; por eso, a los mandamases de la continuidad castrista, los barbudos ancianitos de Teherán los entretienen con declaraciones, trueques de biotecnología y negocitos de poca monta.
Si los misiles y las bombas israelíes no terminan con el régimen de los ayatolás, quedará muy debilitado y podría ser derribado por un pueblo harto de imposiciones retrógradas, y ansioso por modernizarse.
De ahí, la preocupación por la supervivencia de los ayatolás de los castristas, que cada vez tienen menos y peores amigos, y esperaban a ver si les podían aportar algo los viejitos del clericato de Teherán.
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