
La neopropaganda: los discursos de odio agitan la política en el país
- Colombia
- agosto 18, 2025
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Cuando llegó al poder, Hitler creó el Ministerio de Ilustración Pública y Propaganda para alinear —y alienar— la opinión de los alemanes sobre los judíos. Su misión era animalizar y criminalizar al pueblo hebreo para después crear leyes para expulsarlo del país o llevarlo a prisión. La historia revela que así mataron a seis millones de judíos ante una sociedad inmunizada. Hoy, esa propaganda se repite en las redes sociales, donde Donald Trump y sus huestes dibujan a los inmigrantes como terroristas, y donde el presidente Gustavo Petro pone a sus detractores —sean ciudadanos que salen a marchar o dirigentes políticos— como golpistas, paramilitares y aliados del narcotráfico.
Quizá el ejemplo local más aterrador de ese uso de propaganda en contra de los críticos políticos sea que dos días antes del atentado contra el senador Miguel Uribe Turbay, Petro publicó en la red social X: “¡Dios mío! ¿el nieto de un presidente (Julio César Turbay Ayala) que ordenó la tortura de 10.000 colombianos, hablando de ruptura institucional?”. Un análisis hecho por el abogado de Uribe Turbay reveló que Petro hizo más 43 publicaciones en contra del senador que se enfilaba como candidato presidencial del Centro Democrático.
Aclaración necesaria: no hay prueba alguna que vincule al mandatario como autor intelectual del magnicidio. Las investigaciones siguen abiertas. Pero, lo cierto es que sus mensajes —“nazis”, “fascistas”, “asesinos”, “esclavistas”— han contribuido a envenenar el debate.
Luego del atentado, las bodegas del petrismo —las mismas que el presidente ya aceptó tener como una red robusta de comunicación alternativa— diseminaron la red con montajes donde supuestamente Miguel Uribe estaba vivo, y hasta el mismo Alfredo Saade llegó a dar esas versiones como verdaderas; luego sugirieron que el atentado había venido como una estrategia política para ubicar un mártir en la derecha y de nuevo darle un golpe de Estado a Petro. Se trató de una estrategia repetida, pues fue a través de montajes de la misma izquierda como se aupó el estallido social de 2021, que fue el combustible para la campaña Petro Presidente.
Eso de que los polos opuestos se acercan no parece tan descabellado cuando se observa la estrategia de rabia que imponen tanto Trump como Petro —donde el adversario político es aniquilado con el desprestigio— se basa en mantener la agenda noticiosa copada con declaraciones polémicas e incendiarias. Así lo reconoció en su momento Steve Bannon, quien fue el estratega de la Casa Blanca en el primer mandato del republicano y quien le aconsejó nunca bajar la guardia con los demócratas, ni con los ambientalistas, ni con los miembros de la comunidad LGBTIQ+.
Esto adquiere sentido con la descripción que hacen las Naciones Unidas sobre los discursos de odio: es “un discurso ofensivo dirigido a un grupo o individuo y que se basa en características inherentes (raza, religión, género) y que puede poner en peligro la paz social”.
Nicolás Molina Arroyave, profesor y magíster en Comunicación Política de la Universidad EAFIT, dice que estos discursos de odio agitan la política en todo el mundo y, sobre todo, en occidente; las redes sociales, continúa, son un lugar propicio para esta estrategia porque “hay unos encierres algorítmicos que hacen que la gente tenga menos acceso a la interacción con diferentes tipo de actores. Lo que empieza a generar es que ya no hay tolerancia frente a la existencia de esa diversidad y diferencia dentro el escenario político y público”.
Ahora, con el magnicidio de Miguel Uribe y las repercusiones en materia de discursos políticos, se plantean dos escenarios: la narrativa de la izquierda y de la derecha: “Es probable que se incremente, sobre todo, una lógica de bandos, que es precisamente la idea de la polarización”, dice el académico.
Esto ya empieza a suceder. El exalcalde de Medellín, Daniel Quintero, también hombre de grandes bodegas en las redes sociales donde hace validar sus “espectáculos”, ha hablado sobre la muerte de Miguel Uribe mencionando, sin una sola prueba, que “a Miguel Uribe lo mató su propia ala política”. Toda una estrategia para entrar en aceptación de las alas radicales de la izquierda, sobre todo en redes, y de esa manera volverse tendencia y tener más alcance.
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Por otro lado, el precandidato Abelardo De la Espriella propone “erradicar y destripar a la izquierda”, dibujándose a sí mismo como un gladiador que llega para “enfrentar a los enemigos del Estado”. De la Espriella promueve un discurso populista y demagogo al establecer que hay unos enemigos que hay que derrotar y que él es la salvación del país. Se trata de un discurso peligroso. El Centro Nacional de Memoria Histórica destaca que “desde 1984 al 2002, se dio el genocidio contra el partido político de la Unión Patriótica (UP), el cual fue ejemplo de una violencia sistemática y estatal ante un movimiento político distinto” que tuvo más de 6.200 víctimas, y todo empezó con un discurso de odio.
Hace un par de meses, el portal de periodismo La Silla Vacía analizó 59.964 trinos escritos por figuras políticas entre enero de 2024 y el 5 de junio de 2025. Los filtró con la herramienta de la Inteligencia Artificial hateval2019semeval, usada por Meta para identificar discursos agresivos, y encontró que en al menos 409 ocasiones el presidente Petro emitió discursos agresivos, seguido por la precandidata Vicky Dávila, que lo hizo 286 ocasiones.
En su momento, el profesor titular de la Escuela de Derecho de la Universidad EAFIT, Alejandro Gómez Velásquez, le dijo a EL COLOMBIANO: “Las manifestaciones que hace el presidente –si bien en principio están protegidas por la libertad de expresión– cuando cruzan los límites penales, en este caso el aparente delito de hostigamiento, claramente tiene limitaciones e incluso podría suponer responsabilidades”.
Como ha sucedido en el mundo, donde a punta de discursos duros y de odio han ganado candidatos como Javier Milei y Donald Trump, y se han mantenido en el poder Nicolás Maduro y Daniel Ortega, Colombia atraviesa su momento de populismo y de exacerbación de las emociones. Muchos políticos ya han demostrado que están dispuesto al todo vale con tal de ganar.