
La muerte de José Martí: misterios que perduran
- Cuba
- mayo 19, 2025
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PUERTO PADRE, Cuba. – La muerte de José Martí, ocurrida en Dos Ríos el domingo 19 de mayo de 1895, alrededor de la 1:00 de la tarde, cumple este lunes 130 años con las mismas sombras de misterio del suceso en sí mismo y de las jornadas precedentes de aquel combate inútil, precipitado, sin preparación ni en la elemental selección del terreno, donde tres disparos terminaron con la vida del Apóstol con solo 42 años de edad, pero sobre todo, en el clímax de su lucidez filosófica y su juicio político planetario.
Paradójicamente, cuando San Lorenzo debió ser una lección para no reiterar el fracaso, el del descabezamiento de un pueblo que en los campos de batalla luchaba por ser nación en república, la muerte de José Martí en Dos Ríos, sin escolta, inerme, solo con un revólver y galopando hacia los tiradores emboscados, nos recuerda la muerte en San Lorenzo del Padre de la Patria, Carlos Manuel de Céspedes, igualmente solo, abandonado, sin escolta, nada más con un revólver que había cargado con cinco balas para el enemigo y una para sí mismo.
Pero si Céspedes había sido el presidente de la República en Armas depuesto mediante un golpe de Estado ―nuestro primer golpe de Estado― enmascarado en una acción supuestamente constitucional y legítima, pero con nulidad plena de origen, contrariamente, Martí, que todavía no había asumido la Presidencia pero era el líder natural para ejercer ese cargo y a quien ya a su paso los lugareños llamaban “presidente”, El Generalísimo Máximo Gómez Báez en su afán de un Ejército Libertador en dictadura, sin gobierno civil, quería a Martí de mayor general, como él mismo y su lugarteniente Antonio Maceo, pero no Martí presidente. “No lo llamen presidente”, decía molesto.
Si la deposición de Céspedes, ocurrida el 27 de octubre de 1873 en Bijagual de Jiguaní, es el punto de partida de la muerte del Padre de la Patria en San Lorenzo, el 27 de febrero de 1874, cabe preguntar si, los sucesos que condujeron a la muerte de Martí tuvieron su lugar de inicio en la reunión del 5 de mayo de 1895, en el ingenio La Mejorana, donde, un Máximo Gómez opacado, irresoluto ante un evidente hecho de insubordinación de Antonio Maceo, dolido porque había sido subordinado a Flor Crombet en la expedición que lo trajo a Cuba en la goleta Honor, pero también por ser opuesto al gobierno civil, increpó a Martí según apuntó en su Diario de campaña: “Como si yo fuese la continuación del gobierno leguleyo y su representante”. En la reunión de La Mejorana, Martí debió percibir el silencio de Gómez con el mismo efecty que aquellas palabras que le había dicho en Estados Unidos 11 años antes, en 1884: “Vea, Martí, limítese usted a lo que digan las instrucciones, y lo demás… el general Maceo hará lo que deba hacerse”. (A esto el Apóstol respondió: “Un pueblo no se funda, general, como se manda un campamento”).
Y, en ese criterio, “un pueblo no se funda como se manda un campamento”, se sostuvo el Apóstol el 5 de mayo de 1895, por lo que en La Mejorana surgió con sus luces y sombras la Cuba republicana a la que aspiraba Martí, sí, en lo que él pudo prever, y también, la Cuba que tenemos hoy, de cacicazgo inicuo, por sedimentación de sucesos como aquel. Por tanto, lo que allí no pudo solucionarse con la prédica de Martí basada en la lógica jurídica y política, tampoco lo logró Gómez, que, en su condición de general en jefe del Ejército Libertador, no supo, no pudo o no quiso subordinar al general Antonio Maceo. A la postre, esto funcionó cual vereda para dictadores castrenses, como Gerardo Machado, un general; Fulgencio Batista, un sargento; y Fidel Castro, autoproclamado “comandante en jefe”.
Al siguiente día mostraría arrepentimiento, pero saliendo del ingenio La Mejorana Maceo diría a Gómez y Martí: “Por ahí se van ustedes”.
Un repaso del Diario de campaña de Martí revela su alegría y entusiasmo desde el 15 de abril hasta el 5 de mayo, cuando se refiere al tosco trato de Antonio Maceo en el ingenio La Mejorana. Aunque diversos historiadores han reducido el conflicto de La Mejorana a dos personas, Martí y Maceo, en realidad, la figura relevante de ese hecho histórico, si no por acción sí por omisión, fue Gómez, quien, callado, irresoluto, siendo general en jefe del Ejército Libertador, y firmante del Manifiesto de Montecristi, hizo a los otros dormir en un bohío del camino, a merced de guerrilleros al servicio del Ejército español, por lo que el Apóstol pudo haber muerto la noche del 5 de mayo, mucho antes de caer en Dos Ríos el domingo 19.
La muerte de Martí es un misterio que trasciende al día de hoy. No creo que Martí se inmolara, como se ha sugerido; tampoco es dable su muerte por temeridad o el caballo desbocado, según dijeron otros.
Martí no era un suicida, pero sí un estadista. ¿Qué anotó en su Diario de campaña el 6 de mayo como para trascender a la posteridad…? Ramón Garriga, estudiante de Ingeniería en Estados Unidos, a quien Martí conocía desde niño y había pedido que llevara el Diario en sus alforjas, después de la muerte del Apóstol entregó el cuaderno a Gómez, sin faltarle una página, según afirmó. Sin embargo, cuando después del fallecimiento de El Generalísimo la familia hizo entrega de su archivo personal, al Diario le faltaban cuatro folios, los correspondientes a los apuntes del 6 de mayo. ¿Qué escribió Martí? ¿Quién arrancó esas cuatro páginas? ¿Por qué…? Son esas y otras muchas interrogantes sin respuesta los misterios que perduran.