
La mipyme de «Los Combatientes» que vende comida en línea y reparte paquetes del exilio
- Cuba
- septiembre 24, 2025
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Detrás de Cambute, una mipyme «revolucionaria», está la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC).
MIAMI, Estados Unidos. – En los últimos años no ha sido insólito que algunas empresas supuestamente privadas participen en eventos que exaltan al régimen, junto a organizaciones estatales. A pesar de los obstáculos y las limitaciones que padecen los emprendedores cubanos, algunos de ellos se han mostrado como partidarios fervorosos del mismo gobierno que tantas trabas les pone.
El pasado 1 de mayo, por ejemplo, vimos a los trabajadores de una mipyme llamada Cambute desfilando entusiasmados con un cartel que decía “Crea, vive y trabaja”, el nombre del negocio y banderas de papel. Esta es una mipyme que se ha hecho conocida por la promoción que ha recibido en medios estatales.
No es casualidad que los trabajadores de Cambute desfilaran en respaldo a la “Revolución”, porque en realidad Cambute tiene vínculos estrechos con una organización de masas afín al régimen que tradicionalmente ha marchado en fechas simbólicas.

Registrada por Pedro Creach, un cubano que ha compartido su residencia entre La Habana y República Dominicana, Cambute evolucionó de proyecto sociocultural a mipyme privada en noviembre de 2021. Con este giro también cambió su nicho a un mercado más rentable.
La empresa ha incursionado en dos negocios que están en auge debido a la profunda crisis económica que vive el país: el reparto de paquetes enviados desde el extranjero y la venta en línea de productos que paga el exilio.
Pero no es precisamente a los bolsillos de emprendedores independientes a donde va ese dinero. CubaNet pudo comprobar que la mipyme, que se presenta como privada, realiza estos negocios para financiar parcialmente a la Asociación de Combatientes de la Revolución Cubana (ACRC).
Creach es una persona muy cercana a Víctor Dreke, el máximo dirigente de la ACRC; y tanto Dreke como otros dos altos cargos de la organización de combatientes son asesores de la empresa, según información difundida por la propia Cambute.
Históricamente, la ACRC, al ser una de las llamadas organizaciones de masas del régimen, como la Federación de Mujeres Cubanas (FMC) o los Comités de Defensa de la Revolución (CDR), sobrevivía gracias a las subvenciones del Estado. Sin embargo, sus dirigentes, urgidos de ingresos, ahora se suman a esta actividad comercial en la que carecían de experiencia.
Esto pone de relieve la grave crisis económica que vive el país y la dependencia cada vez mayor de las remesas del exilio; e indica hacia dónde están evolucionando y cuál es el fin de las reformas económicas.
Ahora ya no solo las empresas estatales hacen negocios para ingresar divisas; organizaciones más puramente políticas y asociadas a la represión como la ACRC buscan hacer lo mismo.

De La Gráfica de Creach al Cambute de “Los Combatientes“
Es usual que los testaferros utilizados por el régimen como caras visibles de sus negocios “privados”, tengan un historial previo como funcionarios en ministerios u organizaciones del Gobierno. Buscan a figuras leales y discretas como lo es Pedro Creach, quien ha sido por décadas un cuadro político que impulsó su carrera en el Ministerio de Cultura (MINCULT). En la sede de esa cartera, en La Habana, trabajó hasta que emigró a República Dominicana. Una vez en Santo Domingo, Creach siguió trabajando en proyectos del Ministerio, dirigiendo la Casa de Cultura Latinoamericana y Caribeña. Con el auspicio de la sede diplomática cubana, el funcionario presentaba libros y organizaba conversatorios sobre la historia de la Revolución Cubana.
Un antiguo compañero de trabajo de Creach, consultado por CubaNet con la condición de proteger su identidad, aseguró que fue en su época en el MINCULT cuando conoció al comandante Víctor Dreke, a quién ayudó con la publicación de sus memorias. Por su cercanía, Dreke le facilitó un apartamento en La Habana, ubicado en una zona en la que viven muchos oficiales de las FAR, y hasta se lo llevó de visita a África, según describió esta fuente.
Combatiente de la Sierra Maestra, al triunfar la Revolución en 1959, Víctor Dreke participó activamente en la persecución contra “los alzados”, y luego fue el segundo al mando de la guerrilla liderada por Ernesto Che Guevara en la actual República Democrática del Congo.
Sin embargo, uno de los episodios más oscuros en su trayectoria aconteció en la segunda mitad de los años 60 del pasado siglo, cuando fue uno de los responsables de los campos de trabajo forzado bautizados como Unidades Militares de Ayuda a la Producción (UMAP). En estos espacios, el régimen recluyó contra su voluntad a miles de disidentes, homosexuales, “burgueses”, religiosos o a cualquiera que no encajara con el prototipo de “hombre nuevo” que requería la Revolución.
Dreke, que en los últimos años ha estado al frente de la ACRC en La Habana, figura ―junto a otros dos dirigentes de esa misma organización― dentro del consejo asesor de Cambute, la mipyme que administra su amigo Creach para los combatientes.
“Ellos son muy cercanos”, dijo a CubaNet el excompañero de trabajo de Creach citado antes. Por esta relación y sus negocios previos, no sorprende que el hombre elegido como el rostro de Cambute sea precisamente él.

No es la primera vez que Creach sirve a los intereses del régimen creando empresas. Mientras residía en República Dominicana, el santiaguero estuvo vinculado a negocios de envíos a Cuba en los que participaba el Estado, entre ellos ParaCubaPuntoCom.
Siguiendo esta línea, en 2015, fundó La Gráfica, un proyecto de desarrollo local, registrado en Centro Habana. Esto ocurrió durante el llamado “deshielo”, cuando el entonces gobernante Raúl Castro necesitaba dar muestras de apertura económica a la administración estadounidense de Barack Obama.
Como sucedería después con Cambute, La Gráfica era, en teoría, una entidad privada, pero que básicamente trabajaba con y para instituciones estatales.
Con La Gráfica se situaron en la calle Belascoaín y contrataron a casi una treintena de trabajadores que se dedicaban a encuadernar libros, hacer agendas, envases de papel y cartulina, así como cajas para pizzas.
Cinco años después, ya el emprendimiento ostentaba relaciones contractuales con más de 100 entidades del Gobierno, según su propia web. Los contactos de Creach ayudaron a crecer al negocio y a captar clientes estatales de más relevancia como el Ministerio de Salud Pública (MINSAP).
Si bien fue ostensible su crecimiento dentro del mundo de las impresiones, La Gráfica era un negocio mucho más modesta y con menos alcance que la mipyme en la que devino a finales de 2021.
Cuando el Estado crea la figura de las micro, pequeñas y medianas empresas (mipymes) para tratar de revitalizar el sector privado, Creach se suma a la nueva ola: cambia totalmente de actividad: abandona el sector del papel y el cartón e incursiona en el transporte y el comercio electrónico, pero su esquema de negocio no varía: lograr contratos con empresas estatales.
Así, Creach registra una mipyme llamada Cambute. Y es entonces cuando reaparece el comandante Dreke, su viejo amigo.

CubaNet pudo confirmar con dos fuentes que esta mipyme tributa a la ACRC de La Habana. “Están tratando de tener ingresos. Es una manera de autofinanciarse en alguna medida porque como todo en el país, escasean los recursos”, declaró a este medio en condición de anonimato un familiar de uno de los miembros de la dirigencia de la ACRC en La Habana.
Dreke efectivamente figura en el “consejo asesor” de Cambute como figura central. En el mismo consejo hay otros nombres que podrían parecer muy ajenos al emprendedurismo como los antiguos diplomáticos Jorge Ferrera Díaz y Otto Marrero, y el también comandante Delio Gómez Ochoa. Estos dos últimos, Marrero y Gómez, además de ocupar altos cargos dentro de la ACRC, han mantenido por años estrechos vínculos con República Dominicana, donde trabajó Creach en coordinación con la Embajada cubana.
No está muy claro para qué sirve este “consejo asesor” ni si sus integrantes son remunerados por Cambute. Otros altos cargos del régimen figuran en este consejo: por ejemplo, la doctora Ana Morales, quien dirigió misiones médicas en África.
Ella, al igual que los dirigentes de la ACRC, han sido fotografiados en las instalaciones de la mipyme, asistiendo a reuniones de trabajo como un grupo más de “emprendedores”.
¿A dónde va el dinero?
En los últimos años, la captura de divisas que envían los exiliados se ha convertido en una prioridad para diferentes entidades del régimen. Según el discurso oficial, esto permite seguir ofreciendo bienes y servicios subsidiados o gratuitos a la mayoría de la población. Una justificación similar estaría esgrimiendo la ACRC para justificar su incursión en un negocio privado como Cambute.
Desde su fundación en los años 90, la ACRC debe aglutinar y apoyar con recursos a los veteranos de las guerras y a los militares de avanzada edad en Cuba, pero la organización está muy distante de cumplir con su misión. En lugar de las supuestas ayudas, lo que sí abundan son los testimonios de combatientes ancianos abandonados a su suerte y sobreviviendo en extrema pobreza a lo largo del país. Ese panorama no ha cambiado en los años en que Cambute ha financiado a la ACRC.
La empresa de combatientes y represores: ¿dónde está el negocio?
En noviembre de 2022, Cambute comenzó a distribuir en Cuba paquetes enviados desde el extranjero. Según notas de prensa, la mipyme, solo en el primer mes, repartió 32.000 bultos, que representaron para la estatal Aerovaradero un ingreso de cinco millones de pesos. Desde entonces han seguido en ese giro, uno de los más lucrativos en un país que carece de casi todo.
Cuando un emigrado envía un paquete a Cuba a través de alguna de las agencias radicadas en el exterior, este es gestionado por empresas estatales como Aerovaradero, Cubanacán o Correos de Cuba, que poseen el monopolio del transporte de carga en el país.
Antes, estas empresas solían entregar los paquetes en sus oficinas. Pero en los últimos años han ofrecido la posibilidad de llevarlos hasta los domicilios de los destinatarios. Ahí entra Cambute, que, subcontratada por dichas agencias, se encarga de esta última fase.
Con sus pequeños camiones, Cambute recoge los envíos en las instalaciones de, por ejemplo, Aerovaradero, y los reparte a domicilio, como han mostrado en sus redes sociales. ¿Cómo una modesta imprenta de barrio invirtió en la compra de una flota de vehículos? ¿Son acaso camiones estatales adquiridos por la ACRC? Cambute no accedió a contestar a CubaNet estas ni otras preguntas.

Vender a la diáspora productos que necesita la gente en Cuba y luego ocuparse de su gestión y reparto dentro de la Isla es una actividad en la que han incursionado familiares de altos dirigentes del Gobierno o sus testaferros.
Lo han hecho antes, desde los García (herederos del comandante Guillermo García) a través de la red de negocios asociados a Supermarket 23, hasta la familia Graverán (con un largo historial ofreciendo servicios a GAESA en el extranjero); sin pasar por alto a Lisa Titolo, una de las nietas de Raúl Castro, quien, entre otros “emprendimientos”, también administra una tienda en línea.
Como en estos casos, Cambute no se ha limitado a repartir paquetes, ¿por qué hacerlo si puede cubrir todo el ciclo y también vender las mercancías, que luego entrega?
Para ello, la mipyme dispone de dos tiendas virtuales que solo aceptan divisas. En estas se ofertan equipos electrodomésticos, triciclos, alimentos, productos de aseo y muebles.
Si las comparamos con otras webs semejantes como Katapulk (negocio del cubanoamericano Hugo Cancio) o Supermarket 23 (dirigido por la familia García), las tiendas online de Cambute son establecimientos mucho menos surtidos y con un suministro más irregular, como pudo corroborar CubaNet al monitorear su web.
Esto es coherente también con la relevancia de sus dueños dentro de la cúpula cubana: no es lo mismo el poder de la familia del comandante Guillermo García y los testaferros que mueven sus negocios que el que pueda ostentar una organización de segunda categoría, que ha estado al margen de las actividades económicas principales del país como el turismo o la exportación de servicios médicos. Además, los García administran empresas estatales y tienen acceso a negocios más lucrativos como los que dependen de Flora y Fauna, en el sector turístico; mientras que los combatientes no tienen mucho para explotar. Y eso, evidentemente, repercute en la abundancia de los negocios.
En cuanto a Cambute, los clientes pueden recoger su compra en la sede del negocio en Centro Habana o solicitar envío a domicilio y pagar en USD en Cuba. También operan una segunda tienda que está reservada para compras realizadas desde el extranjero con tarjetas Visa o Mastercard. Este segundo negocio opera desde Canadá y comparte número de teléfono y dirección con la Corporación Isoltec, otra compañía creada en ese país por Enrique Gabriel Villagra.
Villagra es un argentino especialista en ventas en línea que ha creado en Canadá empresas utilizadas por el régimen cubano para operar en el exterior, entre otros, negocios como la venta online a exiliados. Incluso uno de estos comercios vinculados a Villagra fue publicitado por el exespía Gerardo Hernández Nordelo, quien presentó la tienda como “una opción para quienes ayudan a sus familiares desde el exterior”.
Las mipymes buenas y las no tan buenas
Aunque las mipymes se crearon, en teoría, para fomentar la emergencia de un sector privado en Cuba, desde que se creó esta figura, han existido las mipymes estatales. Y si bien no han sido numerosas (al cierre de junio de 2025, solo había 216), las mipymes controladas por diferentes sectores del régimen tienden a ser más prósperas y disponer de más recursos que la mayoría de las realmente privadas.
Las mipymes estatales son generalmente antiguas empresas estatales o con un vínculo estrecho con ellas que oportunamente adoptaron la nueva forma jurídica. Esto les proporciona más flexibilidad para comprar y vender en divisas y operar en el extranjero con más discreción.
Por ejemplo, el poderoso conglomerado de negocios de las FAR, GAESA, controla una mipyme de envío de paquetes y tienda online llamada Cubapack. Ni todas las sanciones a las que está sometida GAESA en Estados Unidos no han impedido que Cubapack opere abiertamente en Miami y hasta haya adquirido un local en Hialeah.
Inicialmente, quienes crearon estas mipymes estatales eran entidades precisamente como GAESA, que ya tenían una actividad empresarial conocida.
Esto cambió con el Decreto-Ley 88/2024, que permitió oficialmente que las organizaciones políticas y de masas crearan y administraran sus propias empresas.
Esto significa que, en la actualidad, por ejemplo, Gerardo Hernández Nordelo, el exespía, responsable del derribo de la avioneta de Hermanos al Rescate y actual coordinador nacional de los CDR, podría crear una mipyme para oxigenar las finanzas de la entidad que dirige. Los mismo podrían hacer organizaciones como la UJC o la FMC.
El caso de Cambute y la ACRC es hasta ahora el primero que se conoce de una organización de masas beneficiándose de una mipyme.
¿Emprendimientos reales o extensiones del poder?
Hechos como este no ayudan precisamente a disipar los señalamientos que rodean a las mipymes. Desde que se comenzaron a crear hace ya cuatro años, han sido señaladas de ser una estrategia del régimen para aparentar una falsa apertura, mientras que el sector estatal sigue controlando las partes más lucrativas de la economía nacional.
El caso de Cambute parece confirmar estas sospechas. La empresa dirigida por Creach se presenta como un negocio como “privado”, pero no lo es tanto.
En la actualidad, existen en la Isla más de 11.000 mipymes, según las cifras oficiales. Este número podría parecer esperanzador para un país que satanizó por décadas la propiedad privada.
Sin embargo, no sabemos cuántas de estas empresas son emprendimientos nuevos que están generando bienes y servicios que antes no existían y que necesita el país, y cuántas son solo negocios como Cambute que se limitan a prestar servicios a empresas estatales o a revender en divisas productos fabricados o importados por empresas estatales.
En el último año, además, expertos y periodistas han alertado de una ofensiva contra los negocios realmente privados. Esta campaña se ha traducido en multas, decomisos, cierre de negocios e investigaciones policiales.
En mayo de 2024, trascendió la noticia del cierre de casi 500 mipymes en menos de tres meses por no tener un método de pago electrónico e incumplir la política de “bancarización”. Apenas un mes más tarde, las autoridades cerraron abruptamente el supermercado Diplomarket, conocido popularmente como el “Costco cubano”, y su dueño, un cubanoamericano que regresó a la Isla para invertir en su negocio, sigue preso hasta la actualidad.
Además, a través del Decreto-Ley 88/2024, se prohibió a extranjeros ser socios de las mipymes y se estableció que estas deben cumplir con los precios tope impuestos por el Estado.
El pasado diciembre, las autoridades cubanas restringieron aún más las operaciones de las mipymes al prohibirles operar en el comercio mayorista, según una resolución publicada en la Gaceta Oficial de la República.
La nueva disposición obliga a las mipymes que quieran vender al por mayor a hacerlo, únicamente, con la mediación de empresas estatales.
Todo esto forma parte de una ofensiva anti sector privado, que afecta sobre todo a los emprendedores reales, pero no tanto a entidades como Cambute que son apéndices del sector estatal.
En el caso de la mipyme de la ACRC, su modelo se encuentra en un terreno fronterizo. Si bien, en teoría, solo se dedica al comercio minorista en internet (que es legal), la falta de transparencia de Cuba le abre las puertas para adoptar ―sin declararlo― una estrategia orientada a la venta al por mayor, por ejemplo, con el ofrecimiento de descuentos por la compra de grandes cantidades de productos (lo cual sí estaría prohibido).
“La intención del decreto es clara: controlar la venta mayorista y gestionarla desde el Estado”, opina el economista Emilio Morales.
Esto afectaría a empresarios independientes. Pero en el caso de negocios asociados al régimen, como Cambute, los peligros son menores, en opinión de Morales. “Lo más probable es que se hagan los de la vista gorda si son mipymes de testaferros del Gobierno”, advierte el economista.
Precisamente Cambute y su “consejo asesor” evidencian una de las críticas que con más frecuencia se han hecho a las mipymes: crear una de estas empresas, y después llevarla a la prosperidad, no está al alcance de cualquiera. En el sector privado cubano, el éxito solo parece ser posible para quienes tienen un historial de servicio al régimen o para quienes tributan a sus estructuras de poder.
¿Cómo logró insertarse en el campo del comercio electrónico y la paquetería alguien como Pedro Creach, un licenciado en Historia y discreto funcionario del MINCULT? Un antiguo conocido del profesor opina: “Es un tipo que ellos consideran leal, pero su amistad con Dreke es fundamental. Es un enchufado que manejaba relaciones y eso es fundamental para las mipymes que quieran prosperar”.
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