
En la oposición al régimen todos caben
- Cuba
- septiembre 8, 2025
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Hoy, los cubanos que no se esconden para mostrar su desacuerdo con el régimen son tantos y tan diversos que no se sabe dónde está el polvo y dónde la paja.
LA HABANA, Cuba. – Las entrevistas de Mariana Camejo en el pódcast La sobremesa a personalidades de la cultura oficial han vuelto a traer a colación un tema que, por evidente, ya debía aburrir: el favor que hace La Joven Cuba a las maniobras del régimen por simular la apertura de espacios para el debate, siempre “dentro de la Revolución y el socialismo”.
No dudo para nada que la Seguridad del Estado esté incrementando la fabricación de una disidencia light, una oposición leal. No es algo nuevo. El fenómeno de inventarse una oposición, basado en las enseñanzas de Félix Dzerzhinski tan bien aprendidas por la Seguridad del Estado, es casi tan viejo como el anticastrismo.
Solo que ahora, con la economía nacional irremediablemente quebrada, el malestar de la población en alza y el régimen de su aliado Nicolás Maduro en el pico de la piragua, es mayor la urgencia del régimen por confundir y dividir para ganar tiempo a su sobrevida, y tener a quienes echar mano a la hora del cambio-fraude del que advirtió Oswaldo Payá. Y parece que lo están consiguiendo, porque últimamente, con tantos que disienten y se oponen, cada cual a su modo y según se le ocurra, ya apenas se sabe quién es quién.
Supongo que con tantos problemas de todo tipo que sabemos no se van a resolver con parches y remiendos económicos, y con tanto abuso e injusticia contra la población, además de “las fábricas de disidentes administradas por la policía política” que una vez dijo Martha Beatriz Roque, también aparecerán multitud de disidentes hechos en fábricas por cuenta propia, en chinchales y hasta brotados por generación espontánea, como los guajacones que con el primer aguacero aparecen en las charcas que estuvieron secas la mitad del año.
Entre esos nuevos disidentes, nadie lo duda, hay infiltrados, provocadores y chivatos. Pero no hay que exagerar y ponerse demasiado paranoicos. Con esos bueyes hemos arado hasta ahora. Y por eso nada se logra, dirán muchos. No es así. A pesar de ellos, y de muchos otros que sin proponérselo, con sus intrigas y sus ansias de protagonismo, le hacen el juego a la Seguridad del Estado, se ha logrado bastante.
Hoy, los cubanos que no se esconden para mostrar su desacuerdo con el régimen son tantos y tan diversos que no se sabe dónde está el polvo y dónde la paja. En la oposición al régimen todos caben. Hasta los que disienten pero no tanto. Mientras más picaduras como las de los mosquitos y jejenes tenga que soportar la dictadura, mejor.
¿Por qué entonces la rebatiña por los puestos? Si “esta Revolución es muy grande”, como solían decir los incondicionales del castrismo, esta “contrarrevolución” lo es también. Que me digan, luego de todo lo que ha resistido, que no es verdad.
Ya que en medio de tantas firmas, documentos y rencillas, no podemos ponernos de acuerdo en cuanto a la unidad de la oposición, una meta tan inalcanzable como los planes económicos del Gobierno, que solo se cumplen y hasta se sobrecumplen en el Noticiero de Televisión, pudiéramos buscar el modo de complementarnos para alcanzar consensos mínimos, y dejarnos de codazos y zancadillas.
Desde hace unos años, hay traspiés que vienen de forma sofisticada y académica. Pero no por eso dejan de ser intentos de meter el hombro y también el pie.
Ciertos académicos que parecen recién salir de una larga hibernación adoptan aires de saberlo todo en cuanto a disidencias y diversificaciones. Con sus teorizaciones y reclamos, nos hacen descubrir con asombro que los que llevábamos años en lo que creíamos era hacer oposición a la dictadura, en realidad sólo éramos pobres diletantes, que además de no lograr ganarnos el favor de la población, lo único que conseguimos, igual que el castrismo, fue quedar enredados en las mallas del pasado.
Vamos, que ante la resistencia inteligente de los académicos iluminados y las más digeribles y entretenidas revelaciones y predicciones de blogueros e influencers, dispuestos a penetrar en el futuro como Juan que se mata y Pedro que se despetronca, con sus derechos y libertades plenamente asumidos, los que nos oponemos al régimen dentro de Cuba debiéramos sentirnos como alcornoques y momias analfabetas con mucho en común con los ancianos caciques del socialismo real en su versión verde olivo.
Las principales figuras de la oposición saben hablar y escribir y la mayoría lo hace muy bien, siempre que no se atraganten con los egos.
Molesta que algunos narcisistas, petulantes y oportunistas, engreídos por su palabrería, quieran cogerse para ellos solos y a última hora el pensamiento anticastrista. Como si los demás no tuviésemos dos dedos de frente ni hubiésemos conseguido estudiar, como ellos, en la misma universidad solo para los revolucionarios en la que había que simular para lograr colarse.
Hablan de resistencia inteligente. Que los golpes y los años de cárcel los cojan otros, los que no estudiaron filosofía ni matemática y no viven en Miramar, Nuevo Vedado o Miami, sino en Nuevitas, Centro Habana y La Güinera
No es cuestión de martirologios y meritocracia, de eso ya hemos tenido demasiado. Es solo que quien no sabe respetar el sacrificio de los demás, por muy docto que sea su pensamiento, no merece respeto ni credibilidad.
Ahora mismo estoy tentado a darle la razón a un amigo que dice que la llamada resistencia inteligente y la disidencia postmoderna y post-nacional, esa alharaca difusa y vana, es en el mejor de los casos, pura metatranca. En el peor… ni se sabe.
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