El régimen de Ortega fortalece lazos con aliados autoritarios en medio de crecientes sanciones globales – Nicaragua Investiga
- Nicaragua
- septiembre 27, 2025
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En el contexto de la 80ª Asamblea General de las Naciones Unidas, el ministro de Relaciones Exteriores sandinista, Denis Moncada, se reunió este sábado con su homólogo ruso, Serguéi Lavrov, en un claro esfuerzo del régimen por consolidar su red de apoyos políticos frente al aislamiento diplomático que enfrenta. La delegación nicaragüense, que incluye al representante permanente ante la ONU, Jaime Hermida, aprovechó el foro multilateral para alinear posiciones con naciones como Rusia e Irán, dos regímenes bajo escrutinio internacional por violaciones a los derechos humanos y agresiones territoriales.
Durante el diálogo bilateral, transmitido en parte por canales estatales, Lavrov extendió felicitaciones a Moncada por su designación reciente y reafirmó el vínculo histórico entre Moscú y Managua como una asociación estratégica inquebrantable.
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El régimen de Daniel Ortega y Rosario Murillo ha utilizado la cumbre anual de la ONU como plataforma para encuentros clave con aliados ideológicos, incluyendo discusiones preliminares con delegados iraníes sobre cooperación en foros multilaterales, en un contexto donde Teherán busca contrarrestar presiones por su programa nuclear. Tales reuniones subrayan la táctica de Ortega para tejer una «diplomacia de supervivencia» que evada el rechazo de Occidente y potencie intercambios en seguridad y comercio.
Creciente aislamiento
Este posicionamiento ocurre en un panorama de creciente marginación para gobiernos autoritarios como los de Rusia y Nicaragua. Desde la invasión rusa a Ucrania en 2022, Moscú ha acumulado sanciones de la Unión Europea, Estados Unidos y aliados que limitan su acceso a mercados globales y tecnología, forzando dependencias con socios no alineados.
De igual modo, el régimen sandinista enfrenta castigos por su represión post-2018 –que dejó cientos de muertos y miles de exiliados–, incluyendo medidas del Tesoro estadounidense contra entidades nicaragüenses ligadas a la minería de oro y centros de entrenamiento policial rusos en Managua. Expertos de la ONU documentan cómo Managua extiende su control represivo más allá de fronteras, despojando nacionalidades y amenazando a disidentes en el exilio, lo que agrava su paria status en América Latina. En respuesta, Ortega ha profundizado lazos con Pekín y Moscú, reconociendo anexiones rusas en Ucrania y firmando pactos de «protección mutua» que blindan a sus líderes de extradiciones internacionales.
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Estos alineamientos no solo reflejan una solidaridad entre autocracias –donde Rusia usa Nicaragua como puente en Centroamérica para propaganda y entrenamiento militar–, sino que también exponen vulnerabilidades compartidas: economías estancadas por corrupción y aislamiento, con Managua dependiendo de remesas y exportaciones limitadas, y Moscú lidiando con un declive en influencia global.