El paredón silencioso y oculto del castrismo

SAN JUAN, Puerto Rico.- El paredón de fusilamiento ha sido siempre el método usado por el régimen castrista para asesinar a los que se le oponen. La dictadura ha encubierto los asesinatos a opositores enmascarándolos con una falsa legalidad tras juicios amañados aplicándoles leyes destinadas a la persecución de quienes se oponen al castrismo.

Pero también, desde el comienzo de la dictadura castrocomunista en 1959, el régimen ha usado otra forma sutil y oculta de asesinar a los opositores, además del paredón de fusilamiento.

La tortura y los tratos crueles y degradantes han sido una de las formas de aniquilación sistemática a opositores, los cuales son frecuentemente aplicados en los centros de tortura de la policía política de Cuba, conocida como la Seguridad del Estado, y en las prisiones del país.

Muchos de los presos políticos han sido puestos en la mira de los opresores para exterminarlos a través de los sistemáticos tratos crueles y torturantes con el fin de eliminarlos y una vez fallecidos, justificar su deceso como una “muerte natural por razones de salud o suicidio”.

Estos presos políticos son sometidos a constante y metódico hostigamiento y maltrato, tales como, negarles toda atención medica en caso de enfermedad, encerrarlos aislados en pequeñas celdas tapiadas, negarles alimentación adecuada, y mantenerlos en condiciones higiénicas deplorables, así como también someterlos a palizas, agresiones físicas y torturas, entre otros maltratos.

Así tenemos el caso del opositor Pedro Luis Boitel, fallecido el 25 de mayo de 1972 durante una huelga de hambre en la que los carceleros se negaron a darle atención médica.

Durante el 2024 cuatro presos políticos participantes de las manifestaciones del 11 de julio de 2021 fallecieron en las cárceles cubanas a causa de los inhumanos tratos de los carceleros. Se trata de Manuel de Jesús Guillen Espuglas, Luis Barrios Díaz, Yosandri Mulet Almarales y Giraldo Díaz Alfonso.  

En enero de este año fue asesinado en la prisión de Kilo 8, en Camagüey, el preso político de 73 años Ulises Rodríguez Machado; víctima de severa violencia carcelaria.

En febrero pasado falleció sin recibir atención médica y sometida a trabajos forzados a pesar de su enfermedad, la opositora Yosleisy Oviedo Rodríguez, en el campo de trabajos forzados de El Guajay, cerca de La Habana.

Estos solo son algunos ejemplos, ya que son miles los opositores que han sido asesinados por la tiranía en las prisiones de Cuba.

Actualmente, tres destacados opositores están siendo objeto de esta estrategia letal. Se trata de José Daniel Ferrer, preso en la cárcel de Mar Verde en Santiago de Cuba y el cual ha tenido varias condiciones de salud negándole en régimen asistencia médica. También, Félix Navarro, preso en la cárcel de Agüica, en la provincia de Matanzas. Este último se encuentra en un estado de salud muy delicado y el régimen le niega toda asistencia médica. Y también su hija, la opositora Sayli Navarro Álvarez, presa en la cárcel Provincial de Mujeres de la provincia de Matanzas, quien está siendo víctima de severos e inhumanos tratos.

En lo que va de año se estima que han muerto más de una veintena de presos políticos por causa de esta práctica de exterminio de opositores por parte de los agentes de la Seguridad del Estado y los custodios de prisiones en el país. Además, más de un centenar de presos políticos están siendo objeto de este método.

Este “paredón silencioso y oculto” es una forma solapada de asesinar opositores y de ese modo ocultar los crímenes cometidos contra ellos. Lo que, además, constituye una crasa violación de los Derechos Humanos a tenor con el Artículo 5 de la Carta de Derechos Humanos de las Naciones Unidas que establece: “Nadie será sometido a torturas, ni penas o tratos crueles, inhumanos y degradantes”.

Matar opositores, ocultándose tras las rejas del presidio político o en los centros de detención de la Seguridad del Estado, ha sido y continúa siendo el otro paredón silencioso con que la tiranía castrista masacra al pueblo cubano.