«El camión de la muerte» sigue rodando en Cuba

«El camión de la muerte» sigue rodando en Cuba

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  • abril 22, 2025
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PUERTO PADRE, Cuba. – Aciago este día, sí. Este martes se cumplen 64 años de la muerte por asfixia en un delito todavía impune, luego recurrible, de nueve prisioneros de la Brigada 2506, en un crimen de lesa humanidad imprescriptible, consumado por infracción de leyes y costumbres de la guerra, en las que concurren circunstancias que tipifican el delito de asesinato como son la premeditación y la alevosía.

El crimen ocurrió cuando, contraviniendo los manuales sobre el derecho de la guerra en uso de todas las fuerzas armadas, al mediodía del 22 de abril de 1961, más de 100 prisioneros fueron hacinados en un viaje de varias horas y sin ninguna ventilación, para ser trasladados desde Bahía de Cochinos, en la provincia Matanzas, hasta La Habana, en un vehículo totalmente inapropiado, como lo es un camión del tipo rastra herméticamente cerrado por ser de los destinados al transporte de mercancías.

Y digo que se trata de un crimen premeditado y no de un accidente por negligencia en el servicio, porque aún careciendo de otros transportes para el traslado de los prisioneros o de herramientas como un simple taladro para acondicionar aquella rastra, aireándola, las autoridades bien pudieron mediante solo algunos disparos de la escolta en la parte superior, al frente y en los laterales del remolque, hacer que el aire entrara por esos agujeros de bala, pudiendo evitarse así esas muertes de personas indefensas, heridas algunas.

Según testimonios de prisioneros que hicieron ese viaje en el que llamaron “el camión de la muerte” o “la rastra de la muerte”, esa operación de traslado estuvo dirigida por un hermano del comandante Camilo Cienfuegos, el por entonces capitán Osmany Cienfuegos Gorriarán, quien, no obstante ser advertido por los mismos brigadistas de que morirían asfixiados, encerrados sin un soplo de aire, prosiguió hacinando a seres humanos en lo que se convertiría en un ataúd rodante. 

Los prisioneros de la Brigada 2506 asfixiados fueron nueve: Alfredo José Cervantes Lago, José Daniel Vilarello Tabares, José Santos Millán Velazco, Herminio Benjamín Quintana Pereda, José Ignacio Macía del Monte, Santos G. Ramos Álvarez, Pedro Rojas Mir, René Silva Soublette y Moisés Santana González. Según algunos sobrevivientes, también murió un joven, civil, no integrante de la Brigada 2506, de unos 20 años, residente en la Ciénaga de Zapata, conducido junto a ellos.  

Esta es una página de la historia de Cuba todavía por escribir. No sabemos la marca, el modelo, el año de fabricación, ni qué empresa o persona era la propietaria de “el camión de la muerte”, ni cual fue el destino final de ese vehículo, como tampoco sabemos el nombre y los apellidos del chofer que condujo el camión aquel día aciago, ni la identidad de los soldados y oficiales que sirvieron de custodios de los más de 100 prisioneros. Son esos datos históricos los que a su vez constituyen elementos de juicio jurídico, porque no se trata de muertes ocurridas por accidente, sino de muertes de personas producidas de forma premeditada, aunque respecto al crimen Fidel Castro dijo: “Una de las rastras era cerrada; por un descuido de algún responsable del traslado, no se adoptaron las medidas pertinentes y se produjeron varios casos de asfixia en aquel vehículo que trasladaba prisioneros”.

Eso dijo Fidel Castro, pretendiendo hacer pasar las muertes de prisioneros de guerra por un “descuido”, pero no puede existir falta de aplicación en los militares cuando existen no solo normas de procedimiento, reglamentos, sino también leyes no escritas, de derecho consuetudinario que obligan a actuar de forma humana con el adversario inerme.

Los manuales sobre el derecho de la guerra, escritos con posterioridad a la Convención de La Haya de 18 de octubre de 1907, concernientes a las leyes y costumbres de la guerra terrestre, dicen que los prisioneros serán evacuados rápidamente fuera de las zonas de combate, que la evacuación se efectuará con humanidad, en condiciones similares a la de los miembros de las fuerzas captoras, utilizando sus mismos transportes, esto es, sus mismos camiones y demás vehículos, por lo que los prisioneros de guerra no serán expuestos inútilmente a peligros.

Pero, no ocurrió así con los prisioneros de la Brigada 2506, cuya muerte ocurrida hace 64 años recordamos hoy. Duele, pero “el camión de la muerte” sigue rodando en Cuba. 

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