
El asesino del Audi rojo, ¿otro gallo tapado?
- Cuba
- septiembre 4, 2025
- No Comment
- 3
LA HABANA.- Una nota publicada por el diario independiente 14yMedio asegura que el misterioso “asesino del Audi rojo” es nada más y nada menos que Berto Savina, el italiano dueño de varios negocios en Cuba asociados con la cúpula castrista. Así lo apuntaron sus fuentes. Al mismo tiempo, otros rumores lo asocian con un hijastro del señor, y hasta con otro coterráneo del empresario. Se habló incluso, a raíz del suceso, que podía haber sido un cubanoamericano. En fin, que no se sabe nada en concreto y las autoridades callan.
Cuando finalmente conozcamos los detalles del atropello masivo en La Habana, cuando en lugar de divulgar los nombres y rostros de las víctimas, el régimen decida que ya es hora de publicar algún dato sobre la identidad del homicida, será lo suficientemente tarde como para saber que, una vez más, estarán mintiendo.
Tal vez se decidan a hacerlo mientras escribo estas líneas, pero no importa cuándo lo hagan, porque se inventarán una historia como en ocasiones similares en que el suceso pudiera implicar a uno de los suyos, y eso pudiera incluir familiares, amigos, conocidos, cómplices, en fin, cualquiera que viva bajo el manto de protección de la mafia castrista.
De ese auto rojo y de su chofer (los verdaderos), que protagonizaron un acto de terrorismo, sabremos en las “notas oficiales” lo mismo que supimos de aquel otro atropello mortal que, en los años 90, involucrara a Alberto Juan Torena.
El atleta, y más tarde funcionario de la dictadura, jamás fue a la cárcel ni pagó nada a los familiares de la víctima, y del suceso solo se supo de lo que corrió de boca en boca porque jamás llegó a la prensa castrista, como tampoco a la extrajera o a la independiente, aún en ciernes.
Del chofer asesino, de ser alguien con la inmunidad que ofrece la cercanía al nuevo Punto Cero (que hoy estaría donde se esconden Raúl Castro y sus “gaesos”), sabremos quizás lo mismo que supimos en los años 80 cuando Laura Alonso, la hija desquiciada de Alicia Alonso, disparó e hirió por celos a Mario Balmaseda, con el que vivía en un apartamento en el mismo edificio de Nuevo Vedado donde residía Raúl Castro en aquella época. A juzgar por el silencio, no pasó nada. Porque poco trascendió. El actor se recuperó del balazo y con la agresora nada ocurrió más allá del regaño por haber usado la pistola.
De existir las redes sociales y el periodismo independiente tan eficaz como el de ahora, quizás aquello hubiera trascendido, como ahora pasó —aunque con ausencia de detalles totalmente verificables— con lo del “asesino anónimo del Audi rojo”, pero pensemos en lo sucedido en plena era de internet con el incendio en la Base de Supertanqueros de Matanzas —sobre la que aún no trascienden los nombres y rostros de los verdaderos responsables de la muerte de tantos jóvenes reclutas casi niños—, o también en la explosión en el depósito de armamentos en Holguín de la que ya no se habla nada, a pesar de que los cuerpos de una decena de soldados aún permanecen sepultados, sin importar los reclamos de las familias.
Tampoco sabemos de lo realmente sucedido en el Hotel Saratoga (aún no existe el informe pericial prometido) o de lo que estaría haciendo el Gobierno cubano para procesar judicialmente a los responsables de lo ocurrido con la aeronave de Global Air, arrendada por Cubana de Aviación, y siniestrada en mayo de 2018, con el saldo de más de un centenar de muertes.
Sobre lo ocurrido con Global Air, y sobre lo siniestro que puede llegar a ser el castrismo en situaciones de escándalo que lo involucren, recomiendo leer la investigación publicada en mayo de 2020 aquí en Cubanet, porque es un magnífico ejemplo para ilustrar cómo son capaces de manipular la información y barrer la basura bajo la alfombra, aunque del modo chapucero al que ya nos han acostumbrado.
En ese caso, aparecía involucrado como dueño de la compañía “méxicana” y más tarde “ecuatoriana” (cuando mudaron Global Air a Ecuador y la renombraron “Servicio Aéreo Regional Regair Ltda”) el militar cubano Arturo Mirabal Díaz, exvicepresidente de la empresa aérea cubana Aerocaribbean.
Con tanto silencio frente a los reclamos, no es difícil intuir que pronto inventarán una mentira, un cuento, y que se alistan para tirar la toalla a alguno de los suyos. Les tocará a quienes hacen periodismo duro y de verdad investigar qué están escondiendo y por qué.
Son demasiados trapos sucios que lavar y esconder, porque tenderlos al sol jamás es opción para un régimen que llegará el día en que se asfixiará con sus secretismos, silencios, misterios y manipulaciones. Si no es que ya comienza a boquear, como pez en anzuelo, con tantas revelaciones dando vueltas por ahí.
Son más de 60 años en la práctica de ocultar, enmascarar y tergiversar; de exponer a las víctimas y proteger a los victimarios; de criminalizar el ejercicio periodístico, el derecho a la información y en tratar como imbéciles (y no como a niños, como dicen algunos) a los cubanos, “dosificándoles” la información, no para evitar sensacionalismos o por ofrecer una “prensa diferente” (como dicen para justificar la corrupción más que la censura) sino para evitar que descubramos la podredumbre sobre la cual se alza eso que llaman “revolución”.
ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.
Sigue nuestro canal de WhatsApp. Recibe la información de CubaNet en tu celular a través de Telegram.