
Descuido del Estado colombiano facilitó la libertad del excapo Carlos Lehder
- Colombia
- abril 1, 2025
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La justicia colombiana llegó 30 años tarde a procesar a Carlos Enrique Lehder Rivas, uno de los más sanguinarios narcotraficantes en la historia del país. Por eso, el juzgado que lo recibió tras su captura el pasado viernes, no tuvo más remedio que dejarlo en libertad. Pero, después de tantos años, bien vale la pena recordar su historia, que integra un capítulo del horror de la guerra de los narcotraficantes en contra del Estado.
La vida criminal de Lehder fue marcada por los excesos y, dicen algunos archivos, por la locura misma, pues tenía comportamientos irracionales cuando consumía drogas o hacía fiestas con todo tipo de excesos.
Hijo de un inmigrante alemán y una manizaleña, el narcotraficante inició su vida criminal en la década de 1970 cuando encabezó una red de compra y venta de carros robados en Estados Unidos. Fue llevado preso a la cárcel de Connecticut y allí conoció a George Jung, un narco estadounidense que perteneció al Cartel de Medellín y fue clave para lograr hacer los envíos de cocaína a Estados Unidos.
Lehder recuperó su libertad en 1975 y allí empezó a traficar con marihuana y cocaína. En el 78, compró y se apoderó de una isla en las Bahamas que luego convirtió en lugar de paso de avionetas que venían de Colombia cargadas de marihuana y, cada vez más, de cocaína.
En sus biografías, Lehder es descrito como un hombre que está por encima del promedio intelectual de sus pares narcotraficantes: habla tres idiomas y tiene una justificación política sobre sus prácticas ilegales. Sin embargo, combinaba ese conocimiento con el exceso. Se definía como nacionalista y antimperialista y era crítico de la política estadounidense de la cual se lucraba: la prohibición y la guerra contra las drogas.
Fue capturado en 1987 y se convirtió en el primer capo extraditado de alto nivel condenado a una pena de 135 años que logró reducir sustancialmente tras brindar información sobre el cartel de Medellín y los nexos con quien fuera dictador en Panamá, Manuel Antonio Noriega.
De hecho, después de pagar su pena y vivir en Alemania unos años, publicó el libro “Vida y muerte del Cartel de Medellín”, en el que relata su vida como narcotraficante y allí reveló, entre otras cosas, que el cartel de Medellín tuvo estrechas relaciones con el gobierno cubano de los hermanos Castro para traficar cocaína hacia Estados Unidos, a través de Las Bahamas, y lamentó que ese negocio hubiera alimentado a esa “dictadura” y permitido que esa nación se quedará estancada.
“Yo contraté con el Gobierno cubano, autorizado por Pablo (Escobar) y por Gustavo, el primo de Pablo, contraté abrir Cuba para traspasar la cocaína hacia las Bahamas, no hacia Estados Unidos, hacia las Bahamas; después vi que con ese sistema no se podía negociar, entonces me retiré y le entregue eso a Gustavo y a Pablo, ya después me extraditaron y años después me enteré de que Pablo había hecho enormes negocios con la dictadura”, dice en el libro.
Lo cierto es que casos donde la justicia aún queda en deuda con las víctimas, como el de Lehder y otros exnarcos como Fabio Ochoa Vásquez —quien también regresó al país en diciembre del año pasado— recuerda una frase tristemente célebre de la época del narcotráfico en el siglo pasado: “Preferimos una tumba en Colombia que una cárcel en los Estados Unidos”. No estaban tan equivocados.
Captura al llegar al país
El confundador del cartel de Medellín fue detenido por la Policía a su llegada al aeropuerto El Dorado de Bogotá. Con rimbombancia, la institución anunció que lo trasladaría a los calabozos de la Dijín, a verificar su situación judicial.
En las bases de datos aparecía que Lehder, hoy de 75 años, fue condenado el 24 de noviembre de 1995 por el Juzgado Regional de Santafé de Bogotá, que lo halló responsable por los delitos de tenencia y conservación ilegal de estupefacientes, armas de fuego y municiones de uso civil y privativo de las fuerzas armadas.
La pena fue de 24 años de cárcel y una multa de $1’250.000, la cual fue confirmada en segunda instancia por el Tribunal Nacional el 5 de agosto de 1996.
En ese momento, Lehder estaba preso en una celda de Estado Unidos, adonde había sido extraditado en 1987 bajo cargos de narcotráfico.
Recuperó la libertad en 2020 y fue repatriado a Alemania, en un movimiento jurídico en el que primó su nacionalidad germana, heredada de su padre. Estuvo allá hasta la semana pasada, cuando decidió volver al país que atormentó en los 80; sin embargo, una alerta de pasaporte en el software de Migración le provocó la posterior captura.
En su argumentación sobre el caso, el Juzgado 18 de Ejecución de Penas y Medidas de Bogotá, en cuyo estrado fue presentado, explicó que la sentencia que lo afectaba ya prescribió, razón por la cual se decretó su libertad.
“Dado que Lehder fue condenado a 24 años de prisión, es claro que la prescripción de la sanción penal será de 24 años, según lo contemplado en el artículo 89 del estatuto punitivo. Así las cosas, desde el 30 de agosto de 1999, data de ejecutoria de la sentencia a hoy, han transcurrido 25 años, 7 meses y 1 día, lo que permitiría concluir que ha pasado el tiempo requerido para que opere la prescripción de la sanción penal”, expuso la juez Martha Delgado Molina en su auto interlocutorio.
El excapo salió libre en la mañana de ayer, con una sonrisa en su rostro envejecido y diciendo ante la prensa “¡Viva Colombia!”. Lo acompañaba su abogada Sondra Macollins.
“Lehder recupera su libertad porque su pena estaba prescrita y porque tenía derecho a seguir siendo un hombre libre. Doy gracias a Dios porque en Colombia todavía tenemos institucionalidad, y aunque nos parezca un poco impopular la decisión, triunfó la Constitución y la ley”, recalcó la defensora, quien en sus redes sociales se presenta como “la abogada de hierro”.
¿Un descuido del Estado?
En su decisión, la juez Delgado enfatizó en que el Gobierno de Colombia pudo haber solicitado a las autoridades de Estados Unidos o de Alemania que deportaran a Lehder antes de que la sentencia perdiera validez, pero que no lo hizo por un aparente “descuido”.
“(…) También es cierto que por descuido no se realizó de manera oportuna el trámite correspondiente de solicitud ante el Estado que lo tenía preso, para que lo dejara a disposición de estas diligencias para el cumplimiento de la pena, sino que se permitió salir en libertad y se obró en el entendido que el penado no estaba retenido”, acotó la togada.
Esto implica que durante los 33 años que Lehder duró preso en EE. UU., las autoridades colombianas no le notificaron a la Casa Blanca la sentencia en nuestro país, para que una vez saliera, lo deportaran de inmediato a Bogotá; tampoco lo hicieron ante las autoridades alemanas, en cuyo suelo estuvo desde 2020.
Para estas notificaciones, indicaron fuentes judiciales, hay múltiples mecanismos: peticiones de Cancillería, solicitudes de la Oficina de Asuntos Extranjeros de la Fiscalía, circulares de Interpol y tratados binacionales, ninguno de los cuales se aplicó.
La responsabilidad del aparente descuido recae en las decenas de funcionarios que han dirigido la Cancillería, el Ministerio de Justicia y la Fiscalía desde 1995 hasta 2023, cuando todavía estaba activa la sentencia.
¿Y ahora qué sigue para Lehder? Las fuentes jurídicas consultadas por EL COLOMBIANO, con reserva de identidad, manifestaron que el cartel de Medellín está involucrado en muchos delitos que no han prescrito, como los magnicidios y asesinatos de policías y servidores de la Rama Judicial. “Esos expedientes se pueden reabrir con un interrogatorio a Lehder, quien a diferencia de otros miembros del grupo, como ‘Popeye’, nunca cooperó con la justicia colombiana”, indicaron.
El político Juan Manuel Galán, director del Nuevo Liberalismo e hijo del asesinado candidato presidencial Luis Carlos Galán (1989), señaló que “Ledher es corresponsable de los crímenes del cartel de Medellín. En particular, los cometidos antes de su extradición: el asesinato de Rodrigo Lara Bonilla, declarado por la Fiscalía crimen de lesa humanidad dentro del exterminio del Nuevo Liberalismo. En EE. UU. pagó una condena por narcotráfico, pero no ha respondido ante la justicia por los crímenes cometidos en Colombia”.