
Del CUC, la MLC y la estafa del “CLA”
- Cuba
- marzo 31, 2025
- No Comment
- 5
Demasiado pronto llegará el día cuando las tarjetas de MLC se nos olvidarán en una gaveta, así como de vez en cuando, en ese mismo cajón, nos aparecen monedas o billetes de CUC inservibles, para recordarnos que hemos vivido en un ciclo perpetuo de promesas, engaños.
LA HABANA.-Sobre la “dolarización parcial”, alguien en tono de burla proponía llamar “CLA” a ese dólar que se convierte en “otra cosa” cuando lo metemos en la tarjeta Clásica, el “producto” creado por GAESA una vez que la “MLC” ha comenzado a transitar por sus horas finales, tal como lo hiciera el CUC. A fin de cuentas, este en sus últimas etapas de vida ya no era como tal una moneda sino un bono para uso exclusivo en una red de tiendas en específico, sin valor más allá de estas, es decir, un fantasma de aquella divisa que una vez fue depositada en el banco pero jamás retornó a nosotros.
El CLA no es exactamente el CUC, pero llega para mantener en movimiento casi perpetuo el mismo mecanismo de prestidigitación financiera con que los magos de GAESA convierten cuentas de vidrio en pepitas de oro.
El CLA (o la CLA, en femenino, pues proviene de “Clásica”) no es ni la sombra del CUC primigenio (que incluso, considerado como divisa, fue registrado como tal según la norma internacional ISO 4217) sino que es apenas “otra cosa” irregistrable e impresentable al mundo. Es decir, una especie de tareco financiero cuyo único “respaldo” son las mercancías y servicios de la nueva red de comercio en USD donde no valen la MLC ni el CUC ni el CUP (y a veces, cuando “no hay conexión”, ni siquiera el mismísimo CLA).
Igual que los “productos” que le antecedieron, CLA es reflejo de ese caótico y delincuencial contexto donde ya ni siquiera se puede hablar de doble moneda porque se ha llegado al punto en que circula una media docena, incluido ese triste peso cubano que cada segundo que pasa vale muchísimo menos que cualquiera de esos (sub)productos, incluidos los que se han extinguido y los que entran en fase de extinción.
Pero en la citada norma internacional para las divisas, el código de tres letras casi siempre refiere al país de origen, de modo que CLA quedaría de plano descartado como abreviatura. Además, porque no es una divisa ni tampoco su fantasma sino un agujero negro por donde los militares están extrayendo lo que les va quedando por robar. En tal sentido, y para el uso en nuestro contexto rebosante de estafadores, CLA pudiera servirnos para olvidar la “clásica” estafa y hacernos sentir un poco mejor con nosotros mismos, perseverantes en nuestro eterno papel de idiotas.
La “dolarización parcial” y su “producto estrella”, el CLA, no solo nos hace notar una vez más el rotundo engaño (que no fracaso) del “ordenamiento monetario” sino que, sobre todo, refleja exactamente lo que está sucediendo ahora mismo, que en muy poco se distingue de lo ocurrido en su momento con el CUC (y hoy la MLC), nomenclaturas que de inmediato advierten del atraco que está volviendo a ocurrir, en tanto, como en los capítulos anteriores de esta novela de gánsteres, la divisa depositada se pierde de modo irrecuperable desde el mismo instante en que traspasa la ventanilla del banco, comenzando ese reiterativo proceso de saqueo que ya no debiera tomarnos por sorpresa.
Recordemos que el extinguido CUC fue el sustituto de aquel otro bono llamado “chavito” con que pagaban a marineros, diplomáticos y algún que otro empleado de entidades extranjeras establecidas en Cuba, los únicos autorizados a comprar en aquel circuito comercial exclusivo (los llamados “diplomercados”), prohibido para el cubano de a pie.
El “chavito” había sido creado igualmente por los militares de Cubalse que, en junio de 2009, sería desmantelada por Raúl Castro cuando ya FINCIMEX, aunque fundada en los años 80 como una off-shore, en Panamá, se había transformado en esa “otra cosa” que es hoy, con mucho más poder que el Banco Central de Cuba y el Ministerio de Finanzas, sus subsidiarias, con la única función de generar disposiciones legales que acomoden el entorno económico y financiero a sus antojos.
Aunque juren y perjuren que esta vez no sucederá, las experiencias anteriores no dejan dudas sobre a lo que asistiremos en breve: la MLC dejará de existir, con total certeza, y no tanto porque mañana el Ministerio de Finanzas publique una resolución que marque un plazo para su extinción, sino porque el definitivo desabastecimiento de la red de tiendas creada para esa “modalidad” de estafa financiera, la paulatina conversión en establecimientos donde único valen el dólar efectivo y la tarjeta Clásica, conducirán a la obsolescencia.
Demasiado pronto llegará el día cuando las tarjetas de MLC se nos olvidarán en una gaveta, así como de vez en cuando, en ese mismo cajón, nos aparecen monedas o billetes de CUC inservibles, para recordarnos que hemos vivido en un ciclo perpetuo de promesas, engaños, desengaños y, por supuesto, de estafas.