
Cuba, república inconclusa y nación menesterosa
- Cuba
- mayo 20, 2025
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PUERTO PADRE, Cuba.- Este martes, olvidado en Cuba y el mundo aunque será recordado en Miami y ojalá otras ciudades y ciudadanos cubanos o extranjeros se sumen a la recordación, se cumplen 123 años de la fundación de la República de Cuba, hecho patrio celebrado el 20 de mayo de 1902. Obsérvese que escribí patrio y no patriótico, porque más que fervorosamente nacional, luego de 30 años de luchas iniciadas el 10 de octubre de 1868 en el ingenio La Demajagua por Carlos Manuel de Céspedes, era natural, propio, que los cubanos consiguiéramos la independencia del colonialismo español, aunque como bien sabido es, para alcanzar esa libertad —no todas las libertades todavía por hacer— debimos ser ayudados por Estados Unidos, debido a nuestros propios enfrentamientos intestinos que retrasaron la victoria cuando ya toda América era independiente y sólo Cuba y Puerto Rico colonias españolas.
Justo a las 12 del mediodía, el general Leonardo Wood, gobernador militar en el archipiélago cubano, leyó la carta del presidente Teodoro Roosevelt en la que ordenaba el traspaso del poder al gobierno cubano electo, presidido por Tomás Estrada Palma, quien llegó al Palacio de Gobierno a las 11:35 am. Luego del general Wood expresar: “Por la presente declaro que la ocupación de Cuba por los Estados Unidos y el Gobierno Militar de la isla han terminado”, comenzó a descender la bandera estadounidense y, un minuto después, en un clamor de alegría universal, en su lugar comenzó a ondear la bandera cubana.

Narran crónicas de la época que el 20 de mayo de 1902 las calles de La Habana amanecieron con arcos y guirnaldas de colores, con retratos de patriotas y letreros de las victorias en la guerra. Dicen las crónicas que las calles más hermosamente engalanadas fueron Muralla, Galiano y O´Reilly, pero que ninguna plaza rivalizó en adornos con la de Cristo, y que ningún edificio hermoseó tanto como los de la Auditoría, del Hotel Inglaterra y de la Manzana de Gómez. Y creo esos relatos porque un hecho que no es patriótico, pero sí sociológicamente utilitario, demográfico, psicológico (o psiquiátrico) lo demuestra, y es que, los cubanos traidores, los desleales, los autonomistas y los anexionistas, todos por igual, rivalizaron en alegrías con los cubanos que habían dado sangre, sudor y lágrimas por la libertad de Cuba, ajiaco humano del que no se sorprendería alguien entendido en psicología operativa y en trastornos de la personalidad, conceptuándolo como un síndrome “genéticamente cubano”.
Y quizás sea ese “síndrome genéticamente cubano”, el causante de una epidemia nacional de hipocresía, la que hace todavía hoy, a pesar de 123 años de fundación de la República jurídicamente y como derecho constitucional, que de hecho, mondo y lirondo, Cuba sea una nación menesterosa, no sólo pobre de pan sino también de moral, gobernada —disculpen, quise decir esclavizada— entre aplausos, risas, canciones y poemas, por una longincua dictadura desde hace ya más de 60 años, en la que, al Estado totalitario, llaman “dictadura del proletariado”.
Así, salvo honrosísimas excepciones, los cubanos autonomistas aplaudieron el colonialismo español; los anexionistas, las intervenciones de Estados Unidos; los comunistas, haber hecho de Cuba una base militar soviética, y a ultranza, gracias a la sumisión de la nación transformada en mero montón de gentes, multitudinariamente servil, los cubanos han sido víctimas de la corrupción, el despotismo, el nepotismo y en suma, la vileza y desidia de sus gobernantes, ejecutadas con maldad criminal o por indolencia, sin piedad, en ocasiones constitutivos de delitos de lesa humanidad, y más que por acción de otros, por inacción de sí mismos.
Cuba hoy sufre miserias como pocas veces en su historia. Y como pocas veces en la historia los cubanos hacen del miedo un pretexto perpetuo para justificar la cobardía. Lo he dicho en otras ocasiones pero ahora como nunca antes justo es reiterarlo: Decir que tenemos miedo personal y miedo a escala nacional, es lo que redunda en connivencia de masas de todos los estratos sociales con el discurso oficial; y de esa forma, situando nimios intereses imaginariamente económicos pues son los de un empleo cuyo salario no da para vivir, o de un supuesto “negocio” productivo hasta llegada la orden de clausura de licencia, así, pretextando temores que son más dañinos en su inacción que en su acción, así es como se maniatan, amordazan e inmovilizan las libertades civiles, introduciéndose como un trapo en la boca la indiferencia cívica, y eso es lo que desde hace 66 años ha propiciado la dictadura que vivimos en Cuba, desde 1959 hasta el presente.
Un año tras otro hasta completar 123 desde que el general Leonardo Wood, gobernador militar, dijera, “por la presente declaro que la ocupación de Cuba por los Estados Unidos y el Gobierno Militar de la isla han terminado”, no hacen la independencia. La independencia de un país la hace individualmente cada ciudadano con su soberanía; la suma de esa facultad cívica hace de un territorio una república y una nación a las personas que allí habitan, y Cuba será una república inconclusa y una nación menesterosa mientras los cubanos no se emancipen a sí mismos.