Cuba: la dictadura del antojo

LA HABANA.- Bastó que Raúl Castro lo propusiera en 2019 para que lo aprobaran, e igual fue suficiente que se arrepintiera apenas seis años después para que eliminaran el artículo 127 de la Constitución, al que no le dieron tiempo de ser usado y que establecía el máximo de 60 años de edad como límite para aspirar a ser designado Presidente.

Si tal veleidad no es prueba rotunda para determinar no tanto que hay irrespeto por la ley de leyes sino más bien que esta no cumple su función, y por tal motivo no existe —porque una persona es su dueño absoluto y puede reescribirla según se le antoje—, entonces qué más necesita el mundo para comenzar a tratar al régimen cubano como la dictadura que es pero, sobre todo, qué esperan los pocos extranjeros y gobiernos democráticos que aún tienen negocios e intereses en la Isla para salir corriendo, porque un país que se maneja a golpe de caprichos no es bueno para apostar ni un centavo por él.

Mucho menos cuando es evidente que la propuesta de Raúl Castro en 2019 fue un truco mediático para llamar la atención de quienes creyeron, desde la distancia, en unas supuestas “reformas raulistas” que comenzarían por condenar a “plan pijama” a ese vejestorio que él mismo encabeza. Y que son los mayores responsables de la debacle actual porque en realidad no gobiernan ni gobernaron jamás, sino que se atuvieron a cumplir la función de personal de servicio que les asignó Fidel Castro, más veleidoso que su heredero.

Pero también Raúl, en algún momento, simulando su “retirada” y su “reformismo”, su propuesta de América Latina y el Caribe como Zona de Paz, su hipócrita intermediación entre el Gobierno colombiano y las guerrillas, más sus coqueteos con Barack Obama y las congas de su hija Mariela, habría soñado con llevarse el Premio Nobel que jamás logró alcanzar el hermano, y es solo ahora, casi a punto de morir, sabiendo que no pudo superarlo, que aterriza en su dolorosa frustración y, puesto que ningún tonto deseo se le cumplió, ni siquiera el de convertir a sus militares en exitosos empresarios con la bendición de Washington, entonces recula con urgencia a corregir el “error” de haber proscrito ese círculo de abuelos que apartara por una cuestión “estética” (y ellos lo sabían).    

Dicen que las circunstancias que hicieron “necesario” el artículo 127 de la Constitución  han cambiado de allá hasta acá pero, si recordamos bien lo que se dijo en aquel momento —incluso cuando en los debates del anteproyecto de ley hubo quienes hicieron público su desacuerdo—, se trataba de mostrar confianza plena en las nuevas generaciones, entonces hay razón para pensar que unos pocos años después —que ni siquiera es tiempo suficiente en términos de generaciones— de esa confianza no queda absolutamente nada, mucho menos cuando hace apenas unos días muchos universitarios demostraron a la dictadura que el adoctrinamiento no ha sido tan efectivo como pensaban en el Departamento Ideológico del Comité Central del PCC y, sobre todo, que  poseen la vergüenza y el decoro, el valor y la rebeldía que les fue arrebatada a sus padres y abuelos a fuerza de represión.

Las recientes protestas estudiantiles desencadenadas por el tarifazo de ETECSA, pero antes la rebelión del 11 de julio de 2021, mayormente encabezada por jóvenes y adolescentes, algunos casi niños, quizás sean esas “nuevas circunstancias” a las que se refiere Raúl Castro, al que tampoco le debe agradar mucho lo poco y malo que tiene para escoger entre su “reserva de cuadros”, donde los “mejores” de la competencia (Susely Morfa, Beatriz Johnson Urrutia y Joel Queipo Ruiz) solo son “favoritos”. Porque no hay más opciones, tanto es así que si la “competición” continúa marchando tan mal como está, tendrán que echar mano a Roberto Morales Ojeda que, como Secretario de Organización del PCC, es un “jefe de casting”, verdadero máximo responsable de la llamada “política de cuadros”, lo que sería algo así como proclamar al propio jurado como ganador de un concurso por no haber aspirantes.

Así de mal están, y así de duro es lo que se avecina para Cuba, porque ya sabemos que el asunto de la “designación” se rifará entre los viejitos del momento y que le están cerrando las puertas a algún posible “reformador” solapado, de esos en los que algunos comunistas “flexibles” ya habían depositado las pocas esperanzas de cambio que pudieran venir de las entrañas de la dictadura.

Cuando en 2028 las opciones de elegir el próximo puesto a dedo se “amplíen” a todos los mayores de 35 años, en realidad se estarán estrechando como para un atrincheramiento de los comunistas de “línea dura” o, pudiera ser lo más probable, para que alguien de GAESA (Manuel Marrero Cruz viene de ahí) termine a la cabeza del país cuando ya no exista Raúl Castro y la Isla en pleno sea un fideicomiso de sus hijos y nietos, que conocen bien de los grandes placeres de gobernar desde las sombras, así como de los riesgos de estar expuestos a la luz pública.

¡Que el “trabajo sucio” de administrar lo continúe haciendo cualquier otro “empleado de confianza”!, pues a solo eso aspirará el vejete designado cuando sea el momento de retirar o perpetuar al actual administrador, y así hacer el paripé de que hubo elecciones, de renovar la fantasía de que habrá cambios, de que comienza una nueva época para Cuba solo porque cambia el protagonista de nuestros memes, cuando en realidad solo le están dando al mundo un objeto de distracción, y a los cubanos y cubanas un nuevo fantoche al que abofetear o linchar en caso de que las cosas se salgan de control.