Cuando la luz llega por obra y gracia de un muerto

Puerto Padre, Cuba. _ ¿Cambió Cuba? ¿Se arregló el sistema eléctrico nacional? ¡Díganme! Óiganme… ¡Es magnífico! Y, aunque no es obra de Jesucristo, debía constar en el libro de los milagros, cual símil de aquella andadura bíblica sobre el agua, o, de la multiplicación de los panes y los peces cuando faltó comida para tanta gente, como ahora. Sí, porque sencillamente es sobrenatural, o por lo menos poco ortodoxo, entiéndase veraz, que en un país sin petróleo y con las termoeléctricas rotas o en “mantenimiento programado” según la seguidilla de los administradores de las sombras, sea el espíritu de un muerto quien en su cumpleaños 99 haga la luz en una ciudad apagada, sólo con fugaces alumbrar durante días y noches, semanas tras semanas y mes tras mes.

Y no es ironía. Es periodismo objetivo. Ocurrió el “milagro” en Puerto Padre, Cuba, cuando ininterrumpidamente y desde pasadas las diez de la noche de este martes 12 de agosto y hasta tarde del día 13… ¡Diablos! Si son ya más de 20 horas sin que nos corten la luz, se ha producido la maravilla que para un cubano residente en el archipiélago-cárcel que es Cuba, constituye tener corriente eléctrica civilizadamente. Si alguien pregunta cómo y por qué o al menos mediante cuál invocación al más allá se produjo ese suceso “divino” como lo es tener corriente eléctrica por más de 20 horas seguidas en un barrio de Puerto Padre no “privilegiado”, compréndase carente de líneas “priorizadas”, debo decir que no sé.

Pero, sospechosamente, y como si el alumbramiento de mi casa y de mi barrio hubiera sido cual el de María, que en este caso no es el de una virgen sino el de un pueblo mil veces transgredido, engendrado de parias por un omnipotente con violaciones continuadas, entonces tendría que decir que, quizás, los administradores de las sombras pulsaran el conmutador de la luz en vísperas del nacimiento de Fidel Castro, en el que hubiera sido su cumpleaños 99, porque pese a diñarla el “comandante en jefe” en noviembre de 2016, ellos, los que hacen vivir a Cuba y a los cubanos en tinieblas, saben, muy bien que lo saben, que, de sí mismos, aunque tienen millones de dólares, carecen del alma que precisa la buena fe. Así, con esa orfandad, hacen de sublimes.

Entonces, meros currutacos que hacen de comisarios políticos, de coroneles, doctores y generales, piensan, obnubilados de forma supina, que no pudiendo rutinizar el carisma del “máximo líder”, al menos sí podrán usufructuar de Fidel Castro el espíritu humano que como actor que fue y bien interpretó en las tribunas, ellos intentan imitar, pero que los denuncian como mismo acusan al autócrata en jefe, que tomó en 1959 un país con capacidad para auto sustentarse mientras que hoy en nombre de la “dictadura del proletariado”, unos se enriquecen mientras otros mueren hambrientos. 

Así, no resulta raro entonces que con una Cuba apagada, donde a los muertos suele llevarse al cementerio hasta en carretones tirados por pencos, los administradores de sombras pongan luz para “iluminar” el día en que nació Fidel Castro hace 99 años. Todavía es poco. Están por ver muchos más “milagros”.