
Asesinato por venganza en Santiago de Cuba: la familia de la víctima exige justicia
- Cuba
- julio 28, 2025
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Mientras los agresores de Raumelis siguen bajo investigación, sus allegados denuncian amenazas y alertan sobre la posible liberación de implicados.
SANTIAGO DE CUBA, Cuba.- Raumelis Victorero Rivera fue asesinado a machetazos el pasado 22 de julio, en la comunidad El Manguito, específicamente en la zona conocida como Corralón, en Songo La Maya, Santiago de Cuba. Acababa de inscribir a su hija recién nacida cuando fue emboscado en un camino transitado por al menos cuatro personas.
Los atacantes lo agredieron con brutalidad, concentrándose especialmente en sus extremidades. A pesar de que fue auxiliado con prontitud, Raumelis se desangró antes de llegar al policlínico de La Maya, ubicado a varios kilómetros de distancia.

La historia tiene un trasfondo de rencor y venganza. “Lo encuadrillaron. Lo estaban esperando”, cuenta una prima materna, quien prefirió no revelar su identidad por temor a represalias. “Fue su excuñado, con quien había tenido problemas antes. Lo dejaron botado después de casi arrancarle los brazos y las piernas. Fue su hermanito, de solo 19 años, quien lo encontró. Aunque lo llevaron corriendo al policlínico, ya era demasiado tarde. Las heridas eran muy graves”.
Según detalla la fuente, hace dos años Raumelis lesionó en un brazo a su cuñado durante una pelea. Desde entonces, el hombre quedó con una discapacidad y prometía públicamente vengarse. Lo cumplió, atacando de forma dirigida las extremidades de Raumelis.
Justo esa discapacidad hace suponer que, si bien fue el autor principal del crimen, no actuó solo. De hecho, tres personas más fueron arrestadas como sospechosas. Sin embargo, familiares temen que las autoridades estén intentando liberar a los cómplices y concentrar la culpa solo en el excuñado.
“Si él asume toda la responsabilidad, los otros tres van a salir libres, y eso nos pone en peligro”, denuncia la prima. “Mi primito ya fue amenazado por una de estas personas, un día después del asesinato. Por lo que no solo es injusto, sino también peligroso. Todos los que participaron deben pagar, incluso quienes se quedaron mirando sin hacer nada. ¡Que todos se pudran en la cárcel!”.
La familia ha comenzado los trámites para contratar un abogado y presentar una denuncia formal por amenazas. Temen que el crimen no reciba la atención ni el castigo que merece. “Aquí en Cuba es más grave matar una vaca que matar a una persona”, sentencia la mujer, con visible impotencia.
Raumelis era campesino. Se dedicaba a la crianza de animales y a la agricultura. Vivió siempre en esa comunidad. El próximo 5 de agosto habría cumplido 35 años. Tras su muerte, queda una esposa devastada, dos hijas pequeñas –una de apenas un mes de nacida–, padres ancianos, hermanos y primos sumidos en el dolor.
Por si fuera poco, las imágenes de su cuerpo –desnudo, herido, sin vida– fueron filtradas y comenzaron a circular en la comunidad. Las fotografías lo muestran tendido en la camilla del cuerpo de guardia del policlínico, poco después de ser declarado muerto. La crudeza de esas imágenes ha amplificado aún más el sufrimiento de sus seres queridos.
“Cada vez que cierro los ojos, veo las fotos. No puedo quitármelas de la cabeza. Nunca había visto tanta crueldad tan de cerca. Lo que hicieron no tiene nombre, fue inhumano. No es justo”, concluye su prima, con la voz entrecortada.
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