Alias Cristian, el represor de la Seguridad del Estado que expande su emporio en Remedios

MIAMI, Estados Unidos. – El exagente de la Seguridad del Estado Yoandy Riverón González, conocido como “Cristian” durante su etapa como represor en la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas (UCLV), continúa ampliando su presencia en el escenario económico cubano con el respaldo de las autoridades del régimen. Su caso ha vuelto a generar denuncias públicas por parte de periodistas y activistas, que cuestionan la legitimidad y reconversión en empresario.

Este miércoles, el periodista José Raúl Gallego denunció en Facebook que Riverón “continúa expandiendo su fachada de empresario” a través del Proyecto de Desarrollo Local M&MAX, el cual ha lanzado recientemente una colección de perfumes, incluido uno conmemorativo por los 510 años de la fundación de la villa de Remedios. Este nuevo emprendimiento se suma a su fábrica de jabones en Caibarién y a la mipyme MercaSurl, dedicada a la reventa de productos de primera necesidad, algunos importados desde Estados Unidos.

“Riverón no es un empresario. Riverón es un oficial de la Seguridad del Estado, un represor de estudiantes y profesores y un simple chivato al que el PCC le ha dado licencia y beneficios para hacer negocios”, escribió Gallego. Asimismo, recordó que el enriquecimiento del presunto emprendedor ha sido posible gracias a su condición de miembro de la policía política y a un entorno de “corrupción institucional donde la competencia es limitada o aplastada por el PCC que lo favorece”.

“Es el tipo de emprendedores ‘confiables’ que el PCC necesita venderle al mundo, enseñarle a la Unión Europea como muestra de una apertura que no es tal, mientras en realidad afianzan el poder de criminales y violadores de derechos humanos, leales a la cúpula castrista, que el día de mañana, si fuera necesario, serán los nuevos Putin, Lukashenko, Nazarbáyev o Yakunin dispuestos a preservar la dictadura que les favorece, pero con economía de mercado”, escribió Gallego.   

También la periodista Karla María Pérez, expulsada de la UCLV por presiones de la Seguridad del Estado, también reaccionó al nuevo perfil público de Riverón, y recordó su papel como su represor. “Yoandy Riverón, mi represor durante meses en la UCLV, con un perfil altísimo dentro de la fachada de los ‘nuevos emprendedores’ cubanos. Prohibido olvidar”, escribió la joven al compartir la publicación de Gallego.

En junio de 2024, trascendió la apertura por parte de Riverón de una fábrica de jabones bajo el formato de Proyecto de Desarrollo Local (PDL), con capacidad para producir 50.000 unidades por turno de ocho horas. La planta, ubicada en la antigua fábrica de bicicletas de Caibarién, cuenta con maquinaria importada desde China y 12 trabajadores en la línea de producción. Los productos incluyen jabones, detergentes y aceites, y se comercializan directamente en la fábrica, con precios que oscilan entre los 45 y 135 pesos cubanos.

A pesar de que PDL M&MAX no figura en el listado oficial de mipymes aprobadas por el régimen, la prensa estatal ha promocionado sus productos como un aporte al desarrollo local. Medios como CMHW y periodistas oficialistas como Lázaro Manuel Alonso han elogiado la calidad y precios de los bienes elaborados por esta empresa.

El historial represivo de Yoandy Riverón ha sido ampliamente documentado. Como oficial de la Seguridad del Estado asignado a la Universidad Central “Marta Abreu” de Las Villas, participó en el hostigamiento, interrogatorio y expulsión de figuras como la profesora Dalila Rodríguez y los estudiantes Víctor Dueñas y Javier Larrea, además de la propia Karla María Pérez. 

“Hay personas a las que Riverón casi destruye sus vidas cuando los acosaba, los amenazaba, los interrogaba y hacía que los expulsaran de sus carreras en la universidad”, advirtió Gallego.

Según el propio periodista, el caso de Riverón representa un modelo recurrente en el que antiguos represores, militares o cuadros del Partido Comunista son premiados con acceso privilegiado al sector privado emergente. “Al igual que ocurrió en algunas de las repúblicas soviéticas, el régimen cubano ha desarrollado su propia casta de ‘empresarios’ provenientes directamente de la nomenclatura partidista o los aparatos militares”, explicó Gallego. “Sujetos cuya principal característica es la obediencia servil y que en su mayoría no pasarían de vendedores de kiosco si no contaran con los privilegios que le otorga la dictadura a la que sirven”, agregó.

Riverón comenzó su incursión en el sector privado como “asesor jurídico” de la empresa de calzado Jonas SURL de Camajuaní. Posteriormente fundó su propia mipyme, Merca-Max, registrada como comercializadora de productos agropecuarios, pero en la práctica dedicada a revender artículos de limpieza, alimentos y bebidas, muchos de ellos de origen estadounidense.

A pesar de sus reiteradas declaraciones contra el embargo, el propio Riverón se ha beneficiado de importaciones procedentes de Estados Unidos, con las que abastece sus negocios. Mientras tanto, en sus redes sociales ha documentado viajes al extranjero con su familia.

“En algunos países de la extinta Unión Soviética, esta clase emergente devenida en oligarcas fue decisiva para frustrar el paso a verdaderas democracias una vez derrumbado el comunismo”, alertó Gallego. “En Cuba tenemos la experiencia de lo que ocurrió en aquellos países, y los Riverón y compañía deberían pensar que sus violaciones han sido documentadas y que quizá, las fortunas que están amasando a costa de privilegios, en un futuro podrían servir para indemnizar a las víctimas de sus fechorías”.

Mientras tanto, en la UCLV, según Gallego, “los sucesores de Riverón continúan esas mismas prácticas con los muchachos que protestaron por el tarifazo de ETECSA”, operando con total impunidad y con la expectativa de que ellos también recibirán su “premio” en forma de una mipyme con privilegios, cuando cumplan con los deberes de lealtad política.