Ahora EE.UU-Israel vs. Irán: democracia vs. autoritarismo

Ahora EE.UU-Israel vs. Irán: democracia vs. autoritarismo

  • Cuba
  • junio 23, 2025
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El actual enfrentamiento en el Cercano Oriente abre perspectivas diversas para el futuro de la nación persa.

LA HABANA, Cuba.- Este sábado, el presidente Donald Trump dio por finalizado el plazo que él mismo se había autoconcedido para decidir si la superpotencia se unía o no al esfuerzo israelí para poner fin a las aspiraciones de Irán por hacerse con armas nucleares. El inquilino de la Casa Blanca anunció que su Fuerza Aérea había bombardeado tres objetivos, entre ellos la central subterránea de Fordow, destruida ahora por el único país del mundo con capacidad para hacerlo.

El viernes se había cumplido una semana del fulminante ataque aéreo del Estado de Israel contra la República Islámica de Irán. Ese acto ha dado lugar, entre ambos países del Cercano Oriente, a un enfrentamiento que, en los hechos, se ha convertido ya en un verdadero parteaguas, llamado a definir el futuro de la convulsa región en los decenios venideros, máxime ahora, cuando en el conflicto participan ya tres países.

Como cabía esperar, el régimen castrocomunista de La Habana no ha ocultado sus simpatías por el “revolucionario” Irán, país que exhibe un sistema político sui generis. Esta última realidad, por decir lo menos, causa pasmo a estas alturas del desarrollo de la Humanidad: ¡un régimen teocrático en pleno siglo XXI!

Nada más contrario —pensaría un observador objetivo— a las concepciones que, se supone, deben primar en un país como Cuba, que no esconde su adhesión total a las ideas del marxismo leninista. Esto último llega a tales extremos que incluso en la vigente Constitución de la República se proclama e impone esa predilección ideológica.

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En principio —pues— impera en nuestro país el engendro llamado “ateísmo científico”. Es verdad que, en años recientes, se ha admitido algo que era impensable en los albores del castrocomunismo: que personas con creencias religiosas ostenten el carné del partido único. Pero se supone que eso constituya la excepción y que la generalidad de los militantes se atenga a la llamada “concepción científica del mundo”.

¡Tremendo contraste con la realidad de la nación persa! Esta es la de una teocracia en la que la adhesión a determinadas creencias religiosas (en este caso, las que postula la variedad chií del Islam) representa el núcleo duro del oficialismo. A ello pudieran sumarse otras diferencias en los sistemas socioeconómicos de uno y otro país; o en las políticas sobre la sexualidad y el género (con un castrismo que ya no encierra a los homosexuales en campos de concentración, mientras que sus homólogos de Teherán siguen castigándolos incluso con la muerte).

Pero los hechos demuestran que esas diferencias (¡que representan no poca cosa!) son accesorias, secundarias. Lo que en verdad les importa a ambos regímenes (tan autoritarios el uno como el otro), en lo que ambos coinciden de manera absoluta, es en su rechazo al pluralismo democrático y en su enfrentamiento a lo que los impresentables ayatolás llaman “el Gran Satán”: los Estados Unidos de América.

Existen matices diversos: en lo político, por ejemplo, en Irán el Presidente de la República y otros funcionarios estatales son escogidos en comicios populares competitivos, algo impensable en Cuba. Es verdad que cualquier candidato puede ser vetado por la clerigalla chií, lo que garantiza que ningún aspirante pueda abrigar ideas contrarias al régimen imperante; también es cierto que el electorado no participa en la elección del “Líder Supremo” (el ayatolá de más nivel). Pero al menos el pueblo puede escoger cuál de los candidatos afines al poder ejercerá la jefatura del Estado.

Las coincidencias en su odio a la verdadera democracia y al gran país que ostenta el liderazgo del mundo libre determinan otras facetas de las coincidencias entre los regímenes del país caribeño y la nación persa. Por ejemplo, el pasado miércoles, la oficialista Unión de Periodistas de Cuba (UPEC) y el diario Granma, a una sola voz, condenaron el ataque realizado por Israel a la sede de la Radio y la Televisión en Teherán.

Conviene aclarar que, en esto, ambos instrumentos del régimen castrocomunista no estuvieron solos. El suelto consagrado al tema del referido periodiquito, por ejemplo, recoge declaraciones de la portavoz del Comité para la Protección de los Periodistas (CPJ). Según esas declaraciones, el organismo representado por dicha señora se declaró “horrorizado” por lo sucedido.

Este viernes, el régimen de los ayatolás ratificó su propósito de atacar, en represalia, una de las teleemisoras israelíes, la cual se destaca por su apoyo al gobierno que encabeza Benjamín Netanyahu.

Sin embargo, estamos hablando de situaciones completamente asimétricas. Lo que Granma, los portavoces del ayatolato y el CPJ no pueden o no quieren ver es la diferencia diametral que existe entre los diversos medios masivos de un país democrático como Israel (unos más favorables al gobierno, otros hostiles a él) y el aparato de agitación y propaganda de un régimen de vocación totalitaria que no admite voces discrepantes.

Uno, en tanto que periodista, pudiera sentirse tentado por solidarizarse con los colegas de Teherán, por muy oficialistas que ellos sean. Pero sería una inconsecuencia cerrar los ojos a una realidad: se trata de miembros de un aparato de agitación y propaganda cuya única misión es ensalzar y defender al impresentable régimen de los ayatolás.

Por su esencia, no existe diferencia sustancial alguna con sus homólogos del Ministerio de Propaganda en el Tercer Reich bajo Adolfo Hitler, o con la Radio Moscú de los tiempos de Stalin… o con la Televisión Cubana de hoy, si al caso vamos…

Eso explica que, en las redes, veamos mensajes en los cuales ciudadanos iraníes solicitan a Israel el bombardeo de las emisoras de Teherán. Del lado contrario sucede lo opuesto: como en el país hebreo impera la democracia, y los medios masivos asumen posturas diversas (en dependencia de las afinidades políticas e ideológicas de cada cual), y como todos gozan de respeto, la opinión pública rechaza de modo unánime cualquier acto dirigido contra alguno de ellos.

Estemos atentos, pues, a las secuelas de la semana de enfrentamientos y a la intervención de los Estados Unidos, anunciada este sábado. Veremos si la alianza norteamericana-israelí logra seguir ocasionando bajas en las altas esferas del régimen teocrático, algo que, como señala con agudeza la prestigiosa revista The Economist, “solo pudo haber ocurrido con la ayuda de personas de adentro al más alto nivel, lo que revela el grado de deslealtad”.

Y esperemos que este enfrentamiento pueda desembocar en un cambio sustancial hacia el laicismo, la democracia y el pluralismo en el antiquísimo país persa, lo cual representaría una verdadera bendición para el Cercano Oriente y para la Humanidad toda.

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