Silvio Rodríguez no está «desilusionado» de la Revolución Cubana; solo de algunos «tipos»

Silvio Rodríguez no está «desilusionado» de la Revolución Cubana; solo de algunos «tipos»

  • Cuba
  • octubre 22, 2025
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En una entrevista con ‘Rolling Stone (en Español)’, el trovador cubano sigue dando su apoyo al régimen de la Isla: por el desastre del país solo apunta a algunos «tipos» que jamás nombra.

MIAMI, Estados Unidos. – En una extensa conversación con la revista Rolling Stone (en Español), publicada este martes, el cantautor cunbano Silvio Rodríguez defendió la pertinencia histórica de las revoluciones, negó haber perdido la fe en la cubana y responsabilizó al “complejo militar-industrial” mundial de agravar guerras y sufrimientos contemporáneos. 

“Las revoluciones no son perfectas, son necesarias. Quienes las hacen son seres humanos como tú y como yo, que no son perfectos, entonces, en una zona de la revolución, tú ves que ocurren maravillas y en otra están haciendo disparates [risas]”, dijo al periodista Diego Ortiz.

Interpelado sobre posibles desencantos, fue tajante: “Desilusionado de la revolución nunca me he sentido, jamás. Desilusionado de alguna gente, sí, por supuesto. Y ni siquiera desilusionado, sino sencillamente: ‘¿Qué le pasa a este?’ [risas]. ‘¿Qué le pasa a este tipo?’”.

Rodríguez contrapuso críticas al capitalismo y reservas sobre el socialismo como práctica concreta: “Como no hay gobierno perfecto, ni hay sistema perfecto, todos son un disparate. En cosas específicas, el capitalismo es la explotación del hombre por el hombre, pero el socialismo es esa cosa de que te quiere meter en una cuadrícula y de ahí no te saca…”, dijo, antes de sostener que en Cuba se intentó “hacer lo suyo” en condiciones adversas: “Cuba es un país que ha sido, más que bloqueado, yo te diría que torturado. Ha estado sometido a una tortura muy consciente, intencionadamente perversa, por un imperio en decadencia, pero extraordinariamente poderoso”.

El trovador defendió el despliegue militar cubano en África en los años 70 y rechazó que Cuba actúe como potencia invasora. “No soy de un país, afortunadamente, que manda tropas a ningún lugar a invadir, a quedarse con el petróleo, a bombardear. Cuba nunca ha hecho eso. Aquí vestir un uniforme militar es la defensa, es para defendernos”, aseguró.

En su relato sobre Angola, enfatizó que “Neto [Agostinho Neto, el primer presidente de Angola] le pidió a Fidel que por favor le mandara gente para poder combatir al Ejército sudafricano” y describió la respuesta popular de entonces: “Tú pasabas por cualquier Comité Militar y veías dos y tres cuadras de cola de gente… de ciudadanos comunes haciendo cola para irse a pelear a Angola”.

El trovador no precisó que los jóvenes cubanos que cumplieron “misión internacionalista en Angola” ―como define el régimen a la operación militar Carlota―, fueron forzados a participar en el conflicto armado; ni que los que se negaron fueron segregados por el régimen de la Isla, que les negó empleó y otros derechos. 

Sobre conflictos actuales, Silvio Rodríguez calificó de “vergüenza humana” la situación en Palestina. “Eso es una vergüenza, una vergüenza humana”, dijo, para enlazar con una crítica reiterada a quienes lucran con la guerra: “Hay que retomar ese discurso de Eisenhower, hay que combatir a los fabricantes de armas… Esas cosas sí me motivan y sí me encabronan, perdona la palabra”. 

Respecto de la invasión rusa a Ucrania, marcó distancia, aunque introdujo su propia lectura del conflicto: “No apruebo la invasión rusa a Ucrania, no, no estoy justificando eso. Ucrania fue parte de Rusia durante muchos años, la mitad de Ucrania habla ruso. Y los reaccionarios ucranianos que tomaron el poder estaban bombardeando toda esa parte rusa, llevaban dos años cayéndole a bombazos a toda esa gente y obligándola a huir”.

El músico se mostró escéptico cuando le preguntaron por la “receta” que deberían seguir los intelectuales: “Yo soy malo para recetas, no creo en las recetas. Que cada cual sea como le dé la gana de ser. Esa es la receta verdadera, esa es la verdad de la vida. Todos somos productos de nuestras circunstancias, todos, sin excepción”. En ese hilo, recuperó a Martí: “La gente verdadera escogía, en vez de lo que más le convenía, lo que consideraba correcto… A mí me dio por la estrella que ilumina y mata”.

Uno de los pasajes más reveladores —por lo que sugiere sobre el ecosistema cultural cubano— fue su testimonio de censura mediática a inicios de su carrera. “Un día, por una discusión, me sacaron de la televisión, de la radio, me borraron de la radio de difusión nacional. Se prohibió que se pasaran canciones mías”. Aun así, insistió en separar personas de procesos: “Este hombre no es la Revolución, y a mí no hay quien me bote de la Revolución. Me podrán botar de un lugar, pero de mi país no hay quien me bote, y de los deseos de mejorar mi país, no hay que me bote… ¿Qué es más importante: yo o lo que está pasando en Cuba?”.

Consultado por su vínculo con premios y la industria, narró que el Latin Grammy le ofreció el galardón a la Excelencia Musical, pero no concretó la ceremonia: “Ellos me invitaron a entregarme un Grammy por la Excelencia Musical (…), pero yo estaba muy metido en la cosa de los conciertos en los barrios (…) y les pregunté si ellos podían darme el Grammy en un concierto de barrio; los invitaba a que vinieran a Cuba para eso, y me dijeron que no, que era un lío para ellos (…). Me dieron todas esas explicaciones, y que yo tenía que ir a Las Vegas (…). Ellos me tuvieron en cuenta esa vez, y es bueno que se sepa que no pudimos encontrarnos, sencillamente”, explicó.

En el terreno de la canción como herramienta crítica, reivindicó la tradición de protesta —de Lead Belly y Woody Guthrie a Violeta Parra— y su aterrizaje en la Isla entre agresiones externas y alfabetización masiva. “Los que empezamos a tocar la guitarra y a hacer canciones, también teníamos eso en mente, la conciencia de que estábamos cantando para un pueblo ya con cierto de nivel de instrucción, no era un pueblo analfabeto”, señaló.

Sin embargo, en la extensa entrevista jamás menciona a Celia Cruz ni a otros músicos cubanos forzados a exiliarse por el régimen. En varias ocasiones alude a Pablo Milanés como su compañero en el movimiento de la Nueva Trova, pero no menciona la ruptura del músico con el régimen y con él mismo.

Aunque la entrevista repasa anécdotas de taller artístico, influencias literarias y colaboraciones, la columna vertebral de la conversación es política y ética: una defensa del proyecto revolucionario con admisión de “disparates”, la denuncia del negocio de la guerra, un pronunciamiento contundente sobre Palestina y una justificación del expediente cubano en Angola. Ya en clave autorreferencial, cerró con su método: duda y preguntas antes que certezas. “¿Pa’ qué sirven las respuestas? Pa’ hacerse nuevas preguntas, eso es para lo que sirven, no sirven para otra cosa”.

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