
“Un mundo libre de hambre”: la farsa de Díaz-Canel ante la FAO
- Cuba
- octubre 14, 2025
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Mientras millones de cubanos sobreviven sin acceso a alimentos básicos, Díaz-Canel habló de soberanía alimentaria en el Foro Mundial de la Alimentación.
MADRID, España.- El dictador cubano Miguel Díaz-Canel volvió a recurrir a su narrativa de “bloqueo” y “solidaridad internacional” este lunes, al intervenir en el Foro Mundial de la Alimentación 2025 en Roma, organizado por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO). Lo hizo en el marco del 80° aniversario de la institución, desde un escenario que se volvió un altavoz para el cinismo: hablar de “soberanía alimentaria” en nombre de un país que padece una de las crisis de hambre más profundas de su historia.
“Me honra y estimula la invitación a ser uno de los oradores del Foro Mundial de la Alimentación, en representación de un país fundador de la FAO, organización a la que nos unen fuertes e históricos lazos de cooperación y objetivos comunes en la batalla por la erradicación del hambre, la transformación agrícola y el desarrollo rural sostenible”, dijo Díaz-Canel al iniciar su intervención.
Mientras pronunciaba esas palabras, la mayoría de las familias cubanas siguen destinando todo su salario a intentar conseguir comida. El 42 % de los hogares gasta la totalidad de sus ingresos en alimentación y uno de cada cuatro cubanos se ve obligado a saltarse la cena por falta de recursos, según el informe “En Cuba hay hambre” publicado en 2024 por Food Monitor Program. Ocho de cada diez hogares están en los márgenes de la supervivencia y siete de cada diez personas reconocen dejar de desayunar, almorzar o cenar por falta de alimentos o dinero. Nada de eso fue mencionado en Roma.
Un discurso plagado de hipocresía
Díaz-Canel evocó el surgimiento de la FAO tras la Segunda Guerra Mundial y elogió el trabajo de la organización durante ocho décadas: “Resulta imposible olvidar en esta hora, que la FAO surge en un contexto de posguerra, con Europa devastada y el hambre amenazando a millones de seres humanos sobrevivientes del conflicto. Lo trágico de esta historia es que continúa vigente el desafío que el mundo enfrentaba entonces: lograr un mundo libre de hambre y de malnutrición, donde la alimentación y la agricultura contribuyeran a mejorar de forma sostenible los niveles de vida de todas las personas”.
Y añadió que la organización “ha sido un pilar de apoyo para Cuba, brindando asistencia técnica y recursos necesarios para el desarrollo agrícola del país”.
Pero la realidad es otra: el régimen destina apenas un 3 % de su presupuesto estatal al sector agropecuario, lo que ha provocado una caída dramática de la producción interna. Hoy, Cuba depende en más de un 80 % de las importaciones para cubrir necesidades alimentarias básicas. El país importa arroz, leche, carne y aceite en cantidades insuficientes, mientras mantiene rígidos controles estatales que desincentivan la producción privada y asfixian cualquier iniciativa independiente.
Díaz-Canel habló de “transformar sistemas agroalimentarios para alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible” mientras, en la práctica, su gobierno mantiene un modelo económico que ha empujado a millones de personas a depender de remesas o de la economía informal para sobrevivir.
El dictador, además, volvió a culpar al embargo de Estados Unidos por el hambre en Cuba: “Medidas coercitivas unilaterales como el criminal bloqueo a Cuba, que dura más de seis décadas y se recrudece continuamente, apostando a la rendición de nuestro pueblo por hambre y necesidades”, afirmó.
Lo que omitió, como siempre, es que el hambre en la isla no es producto de un embargo, sino de un sistema económico ineficiente y autoritario que ha hecho imposible la producción nacional sostenible. El embargo no prohíbe a Cuba importar alimentos ni recibir donaciones humanitarias; de hecho, Estados Unidos ha sido uno de sus principales proveedores agrícolas en las últimas dos décadas.

Un podio internacional para la impunidad
El cinismo del régimen quizás sería menos escandaloso si no contara con la complacencia de organismos internacionales. La FAO no solo invitó a Díaz-Canel a ser orador en un foro sobre seguridad alimentaria, sino que aplaudió su discurso.
La intervención de Díaz-Canel ante la FAO es un recordatorio de cómo la diplomacia internacional, muchas veces, prefiere mirar hacia otro lado frente a regímenes represivos y fracasados. Mientras Cuba se hunde en la miseria, el dictador se pasea por foros internacionales hablando de “sostenibilidad” y “cooperación”, sin que nadie le exija rendir cuentas.
La FAO, al darle ese podio, legitima un discurso que niega la realidad de millones de cubanos. Y lo hace en un momento histórico: cuando el hambre en la isla se ha convertido en un fenómeno estructural, no coyuntural.
Un país que se muere de hambre
El contraste entre el discurso en Roma y la realidad cubana es brutal. Según el Observatorio Cubano de Derechos Humanos, el 89 % de los hogares vive en pobreza extrema. El 55 % no puede cubrir lo esencial y el 78 % de los ciudadanos quiere emigrar o conoce a alguien que desea hacerlo. El país enfrenta apagones prolongados, inflación desbordada y mercados estatales prácticamente vacíos.
Los testimonios de la población son cada vez más desesperados: madres que no pueden garantizar la leche de sus hijos, ancianos que sobreviven con pan y café, y trabajadores que dedican jornadas enteras a hacer colas para conseguir arroz, azúcar o huevos.
Festivales gourmet en medio de la crisis
En medio de esta emergencia alimentaria, el régimen encuentras tiempo y recursos para organizar banquetes de lujo, como sus anuales cena de blanco (“Le Dîner en Blanc”), con un costo que oscila alrededor de los 530 USD por pareja y un menú de langosta, cordero y champán. Un evento reservado a la élite conectada con el poder, mientras el resto del país sobrevive con raciones racionadas y colas interminables.
En septiembre pasado, en el Centro de Convenciones Plaza América, se inauguró el XV Festival Internacional Varadero Gourmet bajo el lema “Sabores sin fronteras”. El encuentro reunió a empresarios y cocineros para celebrar “la magia de la cocina fusión con alma cubana”. Se sirvieron ingredientes frescos y vinos importados en un país donde la mayoría de los mercados no ofrece leche, carne ni aceite.
Esta escandalosa contradicción deja al descubierto que la crisis alimentaria en Cuba no es solo una tragedia económica, sino también política: hay alimentos para algunos, mientras la mayoría se queda con hambre.
El legado de la retórica vacía
Durante su discurso durante en el Foro Mundial de la Alimentación, Díaz-Canel también recurrió a la memoria de Fidel Castro para dar un barniz histórico a su discurso: “Nuestro líder histórico, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz, estuvo presente en la inauguración de la actual sede de la FAO en el país en el año 1992”, dijo, antes de citar el discurso de Castro en 1996: “Las campanas que doblan hoy por los que mueren de hambre cada día, doblarán mañana por la humanidad entera si no quiso, no supo o no pudo ser suficientemente sabia para salvarse a sí misma”. La cita, pronunciada hace casi tres décadas, es un eslogan hueco en un país que nunca logró garantizar a su población el acceso a alimentos básicos.
La escena es casi grotesca: un dictador que gobierna un país hambriento hablando de “erradicar el hambre” en nombre de la FAO. Un organismo internacional que aplaude. Y un pueblo que sobrevive entre apagones, colas y estómagos vacíos.
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