El caótico Parque de la Fraternidad

LA HABANA, Cuba. – Casi todas las grandes ciudades del planeta poseen sitios icónicos que las representan, bien sea por su belleza o por consideraciones históricas, y por tanto las autoridades se esfuerzan por que se conserven en las mejores condiciones. 

La Habana también cuenta con sitios que podrían exhibir la grandeza de una ciudad capital con más de cinco siglos de existencia. Sin embargo, la desidia, el abandono y la indolencia de su gobierno territorial han transformado muchos de esos lugares en una auténtica muestra de la aguda crisis por la que atraviesa el país. 

En esta ocasión nos referimos al Parque de la Fraternidad, un lugar de esparcimiento ubicado en el municipio de Centro Habana, y que cuenta, entre otros atractivos, con una inmensa ceiba rodeada por tierra de todas las repúblicas latinoamericanas, además de bustos de los principales luchadores por la libertad de los pueblos latinoamericanos. Un esfuerzo de las entonces autoridades de la República por exaltar la hermandad entre Cuba y sus hermanos países de la región. Como se le conoce actualmente, el parque fue inaugurado durante la VI Conferencia Panamericana efectuada en nuestra capital durante el gobierno de Gerardo Machado. 

El parque se halla en una zona muy concurrida de la ciudad, donde se aprecian las paradas iniciales de varias rutas de guaguas, y también las piqueras de los taxis boteros que cubren la ruta hasta el poblado de Santiago de las Vegas. 

Pero el que se aventure por estos días a transitar por ese parque, lugar donde Miguel Barnet ubicó su relato Fátima y el Parque de la Fraternidad, encontrará desbaratados la mayoría de sus bancos, ya que sus maderas han sido sustraídas por la población para cocinar con leña, ante la carencia de gas y otros combustibles. Igualmente hallará a más de un mendigo ―el régimen los llama “deambulantes”― durmiendo en el suelo o en lo que queda de los bancos. Todo esto va acompañado de una suciedad que inunda todos los rincones de la instalación.  

De noche el parque permanece totalmente a oscuras. A esa hora abundan por allí delincuentes al acecho de cualquier persona distraída o que tenga la necesidad de caminar por sus alrededores.

De cuando en cuando, al acercarse una fecha que desea ser conmemorada por las autoridades, el parque recibe cierta atención. En días pasados, en el contexto de lo que el castrismo denomina “Jornada de solidaridad con Puerto Rico”, vimos a un grupo de personas con escobas en las manos, en una acción encaminada a limpiar los alrededores del busto de Ramón Emeterio Betances, prócer de la lucha puertorriqueña contra el colonialismo español. Al final todo se resume en la colocación de una ofrenda floral a su memoria por parte de algunos independentistas puertorriqueños que se hallan regados por Cuba, y de integrantes del oficialista Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos, que preside el exespía Fernando González Llort.   

De seguro los aseadores eran militantes del Partido Comunista, o miembros de los Comités de Defensa de la Revolución, quienes cumplen con las tareas de choque que les indique la maquinaria del poder. Una vez concluido el homenaje a Betances, toda la inmundicia volverá a su busto y al resto del parque. 

Y como colofón, para darle una imagen más sombría al actual estado calamitoso del Parque de la Fraternidad, vemos al cruzar la calle Monte los restos del hotel Saratoga, destruido hace ya tres años por una potente explosión, sin que las autoridades hayan hecho algo por su restauración.