Opositores o disidentes, dejémonos de rencillas

Opositores o disidentes, dejémonos de rencillas

  • Cuba
  • septiembre 20, 2025
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LA HABANA.-Desde hace mucho tiempo se discute acerca  de los términos disidente u opositor, de  su exactitud y conveniencia. Vana discusión. Máxime en la confusión de lenguas de los tiempos que corren.  

¿Cuál es la utilidad de seguir con las divisiones y  sub-divisiones entre los que se enfrentan, cada cual a su modo, al régimen?  ¿Qué mérito tiene  multiplicar las diferencias como hizo Jesús con los panes y los peces?

Pero, para no perder la costumbre de discutir, seguimos discutiendo sobre el tema. Y ya sabemos cómo son las discusiones  entre cubanos de estos tiempos. Aderezadas con descalificaciones  e insultos. A veces lindan con el escándalo público. Otras, con la riña tumultuaria. Y casi siempre con la insensatez.

Los que consideran que ser opositor es estar en un nivel superior de confrontación con el castrismo, en modo casi peyorativo, quieren dejar  el título de disidentes para los intelectuales y artistas que asumen  actitudes más o menos contestatarias, pero siempre muy (oportunamente) tibias, ya sea en la  revista Temas, La Joven Cuba y su podcast La Sobremesa,  los pasillos del ICAIC, o como es el caso de  Leonardo Padura cuando es entrevistado por  la prensa extranjera.

Con esta categorización, ¿dónde estarían  las cada vez más personas comunes y corrientes  que vocean su descontento en las multitudinarias protestas callejeras que ya no son solo en reclamo de luz, agua y comida?

Por mi parte, siendo periodista independiente, me tiene sin cuidado cómo me clasifiquen. Pero -tal vez sea por capricho-  me gusta cómo suena  “disidente”;  inevitablemente  asocio esa palabra con el Sindicato Solidaridad, Lech Walessa, Vaclav Havel, Andrei Sajarov. Todos magníficos referentes.    

De cualquier modo, trataré de no volver a discutir sobre si opositores o disidentes. Temo no estar teóricamente capacitado para esa discusión. En definitiva, es en la Seguridad del Estado donde más saben  de dividir. Y las tramas policíacas no son mi especialidad. Lo que no voy es a dejar de abogar por el fin de la discordia y la desunión en el campo opositor, justo ahora, en el momento que más débil es la dictadura.

No es que antes no hubiera conflictos entre opositores. Siempre los hubo. Sobre todo a la hora de redactar documentos, aunque hablaran de unidad.  A veces se lograba  reunir a importantes figuras, pero  enseguida empezaban las discrepancias, hasta por los puntos y las comas, por una frase, una palabra o  porque no estaban conformes con que su firma apareciera más arriba, más abajo o junto a la de fulano o mengana. Y luego venían el regateo de méritos políticos y la habitual sarta de insultos y descalificaciones mutuas, entre ellas, la acusación de trabajar para la Seguridad del Estado.

Hoy esas rencillas son inadmisibles: nos alejan del triunfo de la democracia y la libertad.

Los que  critican los egos inflados y tendencias caudillistas en la oposición, las querellas absurdas y estériles, suelen recibir ataques. Me  ha pasado. A veces, en el mejor de los casos, tal vez porque no he logrado hacerme entender, me he sentido como cuando uno hace un chiste y nadie se ríe. En otras ocasiones, prefiero no contarles…

¿Cuántas veces  habrá que advertir sobre  la tendencia de trasplantar al campo opositor los vicios y las taras del castrismo, la intolerancia con todo el que discrepe un milímetro de nuestra opinión?

Para algunos opositores, ciertos temas son tabú.   Aunque muchos opinen igual o parecido, siempre habrá quien diga que “todavía no es el momento de hablar de eso”, que por ahora hay temas que no se deben tratar. Si alguien lo hace, corre el riesgo de ser acusado de hacerle el juego al régimen, o peor aún, de trabajar para la Seguridad del Estado.

¡Cuánto daño nos ha hecho el partido único, las unanimidades, el periódico Granma y la chivatería cederista! Desafortunadamente, a veces no podemos  evitar las consecuencias de haber vivido toda la vida bajo una dictadura que si no te encarcela, te desacredita del modo más injurioso posible.

No permitamos  que aflore el pequeño y feo dictador que nos sembró Fidel Castro a los cubanos. Ya va siendo hora de empezar a pensar y actuar como demócratas. Digo, si es a la democracia a lo que aspiramos. Que me avisen si ya implantaron el pensamiento único también en la oposición al castrismo.            

¿Contradicciones entre demócratas? Sí, ¿y qué? A ventilarlas  a tiempo, sin tapujos. Pero también sin ofensas  ni zancadillas. Con respeto.  Así es más saludable. Lo malo es cuando solo se puede aplaudir.

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