
Criminalidad cubana: ecos en Estados Unidos
- Cuba
- septiembre 18, 2025
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¿La creciente proclividad delictiva de los cubanos en su país repunta por la diáspora en Estados Unidos? Tal parece.
PUERTO PADRE, Cuba.- La criminalidad de Cuba, que ha hecho a legaciones diplomáticas advertir a sus ciudadanos, está a la vista internacional más que por cifras oficiales y de auditorías ciudadanas por promiscuidad de conductas antisociales, corroyendo ya hondos tejidos de la nación, iniciado el desgaste moral en las familias, las escuelas y las mismas instituciones que conforman la administración pública y los poderes del Estado, incuestionable situación delictuosa que por laxos controles migratorios de administraciones anteriores, por igual ha hecho llegar a suelo estadounidense tanto a delincuentes comunes como a encumbrados dirigentes del régimen totalitario, panorama criminológico que nos lleva a preguntar:
¿La creciente proclividad delictiva de los cubanos en su país repunta por la diáspora en Estados Unidos? Tal parece. En los últimos meses el Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE) ha publicado reportes oficiales con los datos de cubanos deportados por su conducta criminal.
Pero si el éxodo más reciente estuviera generando delitos en los países de asiento, el origen de ese reverdecer criminal se remonta a 1980, cuando las cárceles cubanas fueron abiertas por órdenes de Fidel Castro y el Partido Comunista, dando así oportunidad para que fueran a Estados Unidos por el puerto de Mariel cientos de delincuentes comunes, sancionados por delitos graves, lo que aligeraba así a Cuba de población penal y de potencial delictivo por delitos comunes.
Apunta a esa hipótesis del delincuente trashumante producido por el castrocomunismo, un Estado de fugitivos de toda laya, sólo este ejemplo: cuatro asesinatos, conexos en premeditación, alevosía, ensañamiento y en el tiempo de la acción delictuosa, producidos casi en la misma quincena entre las postrimerías de agosto y los primeros días de septiembre. Tres de estos crímenes ocurrieron en Artemisa, Cuba, a manos de un convicto por un delito contra la propiedad, y el cuarto en Dallas, Texas, también por un encausado por varios delitos en Estados Unidos y presuntamente de un homicidio cometido en su tierra natal, al decir del presidente Trump, un “extranjero ilegal procedente de Cuba que nunca debería haber estado en nuestro país”.
Cabe preguntar: ¿Qué cordón une a dos personas de la misma nacionalidad, sin lazos familiares ni relaciones interpersonales pero que son capaces de cometer crímenes atroces, como el asesinato de Dallas, en el que no sólo se decapita a la víctima, sino que también se mofa con la cabeza, tirándola en un cesto de basura; o, los asesinatos continuados en Artemisa, donde el criminal no sólo mata a un padre, sino también al hijo y presuntamente concluye estrangulando a una mujer con la que se relacionaba?
Déjenme decirles que, si una persona posee la facultad de comprender el alcance de su acción o de su omisión y de dirigir su conducta, o digámoslo más simple, si una persona es capaz de discernir entre el bien y el mal, ni el estado de enajenación mental, ni el trastorno mental transitorio ni el desarrollo mental retardado son eximentes de la responsabilidad penal, y en todo caso, los límites de la sanción de privación de libertad previstos por la ley pueden ser reducidos hasta la mitad si en el momento de cometer el delito, mediante examen forense se comprueba la disminución sustancial de la conducta del culpable para dirigir sus actos, pero esto, siempre que ese trastorno mental transitorio no fuese voluntario, por la ingestión de bebidas alcohólicas o el uso de otras sustancias.
Es útil apuntar que en Dallas, ciudad escenario donde este cubano cometió ese asesinato alevoso, escandalosamente de circo romano por lo que se convirtió en noticia internacional, la criminalidad al finalizar enero de 2025 fue la más baja desde 2018. En 2024 fueron registrados 183 asesinatos, lo que representa una disminución de 26,2 % respecto al año anterior. Según las estadísticas oficiales el promedio de asesinatos en Dallas en 2024 fue de 14 por cada 100 mil habitantes.
En el artículo anterior decíamos que “una persona delincuente no se hace en un día ni en un mes ni en un año, sino que el delincuente se forma por sedimentación de causas y condiciones familiares, escolares, de relaciones personales y medio sociopolítico y socioeconómico”.
Y, precisamente, la trituración de la familia cubana invocando “unidad nacional”; la fractura ética de la escuela cubana a lo Varona, haciéndola a lo Makarenko, idílica, al final penitenciaria; la transformación de las relaciones de vecindad y de amistad en comités de delatores; la molienda de la nación hasta hacer polvo el medio sociopolítico y socioeconómico como fuentes de derechos humanos universales, sí, precisamente con la sedimentación de esas partículas, fue que el régimen castrocomunista en lugar de construir, “el hombre nuevo” hizo del cubano el delincuente cosmopolita, los que ya son demasiados tránsfugas en desbandada.
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