Apagones, trucos y descaros

LA HABANA.- No sé si llamar “trucos” o “descaro” a lo que hacen pero lo cierto es que tiene de los dos y, durante décadas, el castrismo lo ha usado, los cubanos (o al menos una mayoría) lo han aceptado y hasta constituye la médula de un sistema cuyo principal “mérito” ha sido, en palabras del propio Fidel Castro, “convertir reveses en victorias”.

Una frase que han divulgado en pancartas gigantescas por todos lados, la han escrito en muros y murales, la usan como muletilla cuando no tienen nada que decir ni más cosas que prometer sin cumplir (es decir, todo el tiempo) y hasta la gente más domesticada la repite en su ámbito personal, pleno de derrotas y fracasos, porque si no los alienta, al menos les permite disimular unas fe y posibilidades de triunfo que no tienen, sin contar que la frase, con los años y las tantas decepciones, es otro reflejo más de la resignación y la apatía convertidas en consigna.

Lo que ha pasado con las cada vez más frecuentes “caídas del sistema eléctrico” es un ejemplo de lo que digo, y funciona así como hacen con todo cuanto destruyen o arruinan.

Derriban un edificio para luego anotarse el mérito de haber levantado una choza en su lugar. Así, primero destrozan la infraestructura eléctrica del país con chapucerías y falta de inversiones (lo que ocasiona daños y pérdidas irreparables para las familias) y después ponen parches, remiendan (igual chapuceramente) para vendernos el tosco zurcido como una proeza, como un acto heroico que incluso debemos agradecer.

Solo hay que leer lo que postea Miguel Díaz-Canel en sus cuentas en redes sociales (atestadas de frialdad, hipocresía y frases hechas), o ver el enfoque triunfalista e insensible de las noticias de la prensa oficial donde se exagera en hablar de la “tarea titánica” de “restablecer el sistema”, de los “héroes” y “genios” del Ministerio de Energía y Minas, pero nada sobre la dimensión humana de unas afectaciones convertidas es cotidianidad, en normalidad, que constantemente dejan hogares sin comida (porque la poca que logran guardar se les echa a perder en los refrigeradores o porque no tienen combustible para cocinarla), de los enfermos que sufren y mueren por la falla en los equipos de soporte vital, por las personas que no logran descansar en las noches por el insoportable calor, por lo violenta que se torna la vida en una ciudad a oscuras que ya de por sí es bastante insegura por causa del cúmulo de miserias, por el efecto traumático de todo lo anterior.  

Es truco y es descaro. Es una práctica habitual que busca mantener alejada la crítica y que tacha de insensibles a quienes la ejercen como derecho, e incluso la criminaliza bajo el pretexto de causar “confusión” y “malestar” cuando son los apagones constantes, criminales, y no las quejas, cuestionamientos y protestas las que acrecientan el enojo popular.

Lo hacen no solo con el desastre del sistema eléctrico, intentando pasarlo como “efecto del bloqueo”, sino con todo cuanto han destruido en más de medio siglo aferrados al poder. Destruyeron, por ejemplo, el sector empresarial privado en los años 60 para ahora “permitirlo” como bondad de la Revolución, cuando en realidad en ese truco no solo esconden la ruina que ellos mismos provocaron en la economía con sus expropiaciones y corrupciones, sino además el descaro de continuar enriqueciéndose como élite, ahora a la vista de todos.

Demolieron y estropearon todo cuanto de bueno recibieron al llegar al poder en 1959, pero más tarde, la miseria y la mediocridad que levantaron sobre el país hundido, quebrado, la han querido pasar ante mundo como éxitos y logros que solo comprendemos en su verdadera dimensión engañosa quienes vivimos las grandes mentiras (trucos y descaros) de la “educación gratuita”, la “potencia médica”, las “misiones internacionalistas”, la “zafra de los diez millones”, la “libreta de abastecimiento”, el “café mezclado”, las “casas del oro y la plata”, el “mercado libre campesino”, los “trabajadores sociales”, el “vasito de leche”, la “ciudad maravilla”, en fin, desde la “revolución verde como las palmas” hasta más allá de la “revolución energética” por la cual ya los cubanos no conoceríamos nunca más de los apagones.

Pero, entre engaños y trucos, hasta la oscuridad y el “bloqueo” los han convertido de “reveses” en “victoria”, al punto de que ese mismo “embargo enemigo” al que culpan de lo ocurrido (y de lo que ocurrirá), es el mismo que les ha permitido importar desde Miami hasta el Mariel las miles de plantas eléctricas que han tenido su boom de venta por estos días.

Me dice un vecino —que vive de promoverlas y venderlas en beneficio de una mipyme que, según sus propias palabras, “tiene más pinta de estatal que de particular”, en tanto todos sus jefes son “militares retirados”—, que en estos días de “contingencia energética” y “disparos DAF” han logrado vender todas las plantas, paneles solares y estaciones de energía que no vendieron entre enero y agosto de este año, que ha sido una fiebre de pedidos, por lo que han decidido comprar un lote aún mayor para satisfacer la alta demanda.

Si el apagón se ha convertido en un incentivo para el negocio de los comunistas (como lo han sido las “misiones médicas”, los lloriqueos por ayuda exterior y demás trucos y descaros), y la gente lo ha aceptado como tal, con resignación, convirtiendo así los reveses en victoria, entonces es posible que el único sistema que debe caer para así salvar el sistema eléctrico de una vez y por todas —y de paso salvar lo que va quedando de nuestras vidas— posiblemente no caiga jamás.