La delincuencia en Cuba, suelta y sin vacunar

La delincuencia en Cuba, suelta y sin vacunar

  • Cuba
  • septiembre 13, 2025
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Mientras opositores políticos denuncian acoso policial, vemos como por inacción gubernamental se producen delitos graves contra las personas y sus bienes.

PUERTO PADRE, Cuba. – “La delincuencia en Cuba está suelta y sin vacunar”, es la opinión general ―congruente con los delitos graves producidos― que se repite en cualquier ciudad, pueblo o campo de Cuba. Y, aunque groseramente dicha esa expresión, no por soez el comentario deja de ser una apreciación criminológicamente exacta de lo que los entendidos llaman “situación operativa adversa”, por deficiente o nulo control preventivo del potencial delictivo, es decir, personas con antecedentes penales o por individuos que sin haber sido objeto de sanciones penales, por su conducta manifiestamente antisocial, sí clasifican en lo que en el ámbito académico suele llamarse “la persona delincuente”.

La llamada “persona delincuente”, el llamado “delincuente común”, se aprecia por relaciones personales, aficiones, gustos, costumbres y recidivas en su comportamiento psicológico; un individuo así definido es inconfundible, pública y notoriamente, por conducta antisocial manifiesta. 

En contraposición con los delitos políticos, cuyo móvil es o debe ser altruista, entiéndase mejoramiento humano o social, y que generalmente atañe a personas de conducta intachable, o, de los delitos llamados de “cuello blanco”, cometidos por malversadores y sujetos afines con apariencias de gente honesta; por el contrario, el potencial delictivo común está a la vista en cualquier nación civilizada porque es precisamente la conducta antisocial extrovertida de una persona, o su muy especial introversión, lo que delata su presumible criminalidad y por consiguiente necesaria observación policial, que en Cuba, parece ser nula o reservada por la policía política para la llamada “contrarrevolución”, mientras asesinos, ladrones, traficantes de drogas y violadores del orden público andan “sueltos y sin vacunar”.

Personalmente, afirmo que constituyen delito de prevaricación las acciones u omisiones, intencionales o por imprudencia que parten desde el mismísimo Miguel Díaz-Canel, jefe del Partido Comunista; del ministro del Interior y desde la jefa de la Fiscalía General hasta el último fiscal, sin omitir al último policía, jefe de sector u oficial operativo. Es en los poderes del Estado en su conjunto donde nacen las causas y condiciones del crecimiento de la criminalidad por falta de acciones políticas, sociales, policiales y jurídicas que conlleven al saneamiento de la nación.

En lugar de ir detrás del delito, la sanidad social comienza con la prevención por detección, observación, control y profilaxis de las personas que sin ese proceder terminan imputadas por asesinatos, homicidios, lesiones, violaciones, robos, hurtos y otros delitos graves ―en el caso de no permanecer impunes― pero que, antes de ser detenidas, juzgadas en los tribunales y terminar en las prisiones, con el sabido daño a la persona delincuente misma, a las familias y la sociedad, esos malhechores permanecieron durante meses y años dañando a sus vecinos y a la comunidad en conjunto con su conducta antisocial manifiesta, inconfundible, pública y notoriamente continuada porque una persona delincuente no se hace en un día ni en un mes ni en un año, sino que se forma por sedimentación de causas y condiciones familiares, escolares, de relaciones personales y medio sociopolítico y socioeconómico.

Y que no se diga que la pobreza produce delincuencia en serie ni que los delincuentes de hoy son causa de la crisis risiblemente llamada “Período Especial”, porque Cuba padeció períodos de extrema pobreza y, aun así, como decía mi padre: “Éramos muy pobres, pero muy honestos”.

Universalmente y no solo en Cuba, se conceptúa persona con conducta antisocial a aquella que de forma habitual irrespeta las reglas de convivencia humana, social y jurídicamente admitidas por derecho consuetudinario, por supuesto, pero también de obligatorio cumplimiento por estar codificadas en leyes civiles y penales. Esos hechos quebrantadores no solo de la ley sino también de la moral en sí misma, se observan por actos de violencia, provocadores, violatorios del derecho de las demás personas y en sumatoria dañinos de las reglas de convivencia porque perturban la tranquilidad ciudadana y tipifican delitos contra el orden público. Todos esos hechos se producen a la vista pública, no callada sino escandalosamente ante la inacción de las jurisdicciones policiales y jurídicas-administrativas, que faltan a sus deberes no solo por oficio, sino también ante denuncias ciudadanas.

Así, mientras opositores políticos denuncian acoso policial, vemos como por inacción gubernamental se producen delitos graves contra la vida y la integridad de las personas y de sus bienes, como resultado de una delincuencia en crecimiento, sin control, diluida en la propia sociedad. Esa, la generalización de la conducta antisocial, es la peor de todas las causas y condiciones del aumento del delito que hará que Cuba derive de “sociedad socialista” en sociedad criminal, entiéndase, en anarquía. Ojalá no. Ojalá ganen el civismo y la democracia.

ARTÍCULO DE OPINIÓN Las opiniones expresadas en este artículo son de exclusiva responsabilidad de quien las emite y no necesariamente representan la opinión de CubaNet.

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