
Madre de niño fallecido en La Maya contradice la versión oficial y denuncia negligencias
- Cuba
- septiembre 5, 2025
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La familia niega que el niño tomara un medicamento vencido y denuncia demoras y falta de recursos en el policlínico de La Maya.
SANTIAGO DE CUBA, Cuba.- Este miércoles, 3 de septiembre, la Dirección Provincial de Salud de Santiago de Cuba informó que la muerte de Adniel Jesús Jarrosay Almeida, de cinco años, ocurrida el día 2 en el policlínico Carlos J. Finlay, de La Maya, se debió a una “intoxicación exógena” provocada por la ingesta en el hogar de un paracetamol “caducado y no certificado”.
El relato de la madre
Nuestra redacción logró contactar con su madre, Malena Jarrosay Almeida, quien rechaza totalmente esa versión. Explica que su hijo se quejó de un dolor leve de estómago y de cabeza el día anterior, por lo que le dio media pastilla de paracetamol de origen mexicano, conocido como Portem. El medicamento estaba en su caja original, con lote visible y fecha de caducidad para febrero de 2027, como se muestra en la imagen.

“No estaba vencido, estaba nuevo”, asegura.
A la misma hora dio igual dosis a su sobrino de 11 años, que también tenía malestar. Ninguno mostró reacciones adversas, por el contrario, el alivio era evidente. Adniel, por su parte, jugó y comió con normalidad durante la tarde y la noche.
A la mañana siguiente amaneció animado, pidió desayuno como de costumbre y salieron a la calle donde bebió un refresco. Poco después hizo un único vómito, que a su madre le pareció extraño. Segundos más tarde su temperatura comenzó a subir, lo que la llevó a correr al policlínico. Llegó al cuerpo de guardia sobre las 8:00 a.m. y explicó a la doctora de guardia lo sucedido. Aun así la mandaron a esperar por su turno. “Me mandaron a sentarme y ponerle el termómetro al niño para saber cuánto tenía de fiebre”, recuerda.
“Le dije a la enfermera: señora, tiene 40.9, pero volvió a decirme que me sentara. Estuvimos esperando unos treinta minutos más, sin que lo atendieran”.
La atención en el policlínico
Cuando finalmente lo atendieron, le aplicaron unas tres compresas frías y le inyectaron dipirona. También le indicaron unos análisis: leucograma, orina y una placa de rayos X; pero en cuestión de minutos el niño hizo la primera convulsión, hecho que contradice la versión oficial de que había convulsionado en casa.
“Le decía a la doctora que no lo veía bien y me respondía que eso era normal, que después de un vómito y la fiebre los niños se quedan sin ánimo. Pero mi hijo convulsionó y se orinó delante de ella. Ahí fue cuando se movió, porque antes estaba mirando Facebook en su teléfono”, denuncia Malena.
En menos de una hora sufrió ocho convulsiones. La familia, que tiene antecedentes de alergias a medicamentos, sospecha que pudo tratarse de una reacción adversa a la dipirona, porque fue a partir de la inyección que el pequeño empeoró. Al respecto, el médico Roberto Serrano, vecino de esta localidad, considera que “lo correcto hubiera sido administrar adrenalina, antihistamínico y, en última instancia, un esteroide como profilaxis”. Sin afirmar que eso fue lo que ocurrió, advierte que “el cuadro descrito bien pudo corresponder a un shock anafiláctico por la dipirona”.
Sin equipo para intubarlo
La situación se agravó aún más cuando llegó una pediatra de experiencia, que intentó revertir el cuadro y señaló que lo próximo hubiese sido intubar, pero el policlínico no contaba con el equipo necesario. Una ambulancia acudió en apoyo, pero cuando se preparaban para trasladar al niño este entró en paro respiratorio y murió poco antes del mediodía.
El primo de once años, Yosnier Jarrosay Almeida, también presentó síntomas similares. Llegó a entrar en paro durante el traslado, pero fue reanimado e ingresado en el Hospital Infantil Sur, donde permanece en cuidados intensivos con diagnóstico de neumonía bacteriana. Su evolución es hasta ahora favorable. Solo el hecho de que ambos niños compartieran síntomas refuerza las dudas sobre la hipótesis oficial del medicamento vencido.
En paralelo, la abuela materna de Adniel acudió este jueves al mismo policlínico con fiebre, y según el padrastro del niño, había al menos ocho pacientes con un cuadro similar. La familia sospecha que los virus que circulan en la zona no son tan inofensivos como hace creer el Ministerio de Salud Pública (Minsap). Casualmente este medio publicó hace poco un reporte que advierte al respecto y expone las serias secuelas que estas enfermedades han dejado en algunas personas, aunque no exista confirmación estatal.
Una madre vulnerable
Más allá de los detalles clínicos, la historia también destaca la vulnerabilidad de Malena. Tiene 26 años, es madre de tres hijos y padece cáncer de paladar en estadio avanzado. Vive con una pensión de poco más de 4.000 pesos y del apoyo de su pareja, en condiciones de pobreza. Ha interrumpido su tratamiento en varias ocasiones para no dejar solos a sus hijos, algo que ha complicado mucho más su pronóstico.
Ahora, en medio del dolor por la muerte de Adniel, se ha visto además señalada públicamente como responsable, lo que le ha impedido llorar en calma o consolar a los otros dos pequeños, de 7 y 10 años.
Su situación muestra hasta qué punto el sistema sanitario cubano puede aprovecharse de la fragilidad de una familia sin recursos y con escasas posibilidades de hacer oír su voz.
La versión oficial, difundida con rapidez en redes sociales, contrasta con este testimonio y deja abiertas preguntas sobre la demora en la atención, la falta de recursos vitales y la forma en que las instituciones manejan la información. En un país donde escasean los medicamentos y las familias deben acudir al mercado informal para conseguirlos, culpar a una madre pobre y enferma, puede ser la salida más sencilla, pero no necesariamente la más cierta, ni la más digna.
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