Los Oldsmobiles de lujo: una de las veleidades capitalistas de Fidel Castro

LA HABANA, Cuba. – Ahora que con motivo de cumplirse el 13 de agosto los 99 años del nacimiento de Fidel Castro, los medios oficiales se desbordaron con los hechos de la vida del “Comandante en Jefe”, es buen momento para señalar también otros aspectos no tan comentados de su personalidad, como sus veleidades capitalistas, por ejemplo, su manía por los Oldmobiles de lujo. 

En efecto, a su llegada al poder en 1959, Fidel Castro escogió para sus desplazamientos oficiales los Oldsmobiles del 60 (se vendían los modelos del año con el nombre del siguiente), cuyo fabricante era General Motors.    

De estos vehículos, un lote de 60 llegó a Cuba en los primeros meses de 1959. Habían sido adquiridos por el representante Amado Barletta, pero fueron confiscados por el régimen revolucionario para ponerlos al servicio de Fidel Castro (la confiscación era la forma habitual del Comandante para obtener las cosas que quería).

Las características de dichos autos probablemente influyeron en la elección. Eran espaciosos, muy confortables y tenían gran estabilidad. Poseían motores de ocho cilindros en V, conocidos en el argot mecánico como V8, lo cual permitía que alcanzaran gran velocidad. Además, tenían caja de cambios automática.

El modelo escogido estaba diseñado para personas adineradas, pero no concebidos para el tipo de funciones que tuvieron en Cuba. 

Por su tamaño consumían mucho combustible, así que los gastos que ocasionaron dichos vehículos al país seguramente fueron grandes.

Los automóviles eran de varios colores. Cada día Fidel Castro montaba en uno diferente para pasar lo más inadvertido posible durante sus recorridos. Su desconfianza era tal que ni aun su escolta personal sabía su destino hasta que él montaba y decía hacia dónde quería ir.

Yo vivía en aquella época en la calle 11 N° 1058, entre 12 y 14, a una cuadra de la residencia en El Vedado de Celia Sánchez, donde solía pernoctar Fidel Castro. Desde el balcón de mi edificio veía con frecuencia la entrada y salida de los autos, que circulaban siempre en grupos de tres, sin respetar las reglas de tránsito. Fidel Castro tenía la costumbre de ir en el carro del centro, pero se movían en zig-zag y se adelantaban unos a otros para despistar y que no se supiera en cuál de ellos iba el dictador.

En la calle Infanta, entre Santo Tomás y Clavel, existía un taller especial para el mantenimiento y reparación de “los autos de Fidel”. El personal que laboraba allí era de la mayor confiabilidad. Aun así, después que un mecánico realizaba un arreglo, otro comprobaba el trabajo efectuado. 

Los carros poseían teléfonos, un gran adelanto técnico en aquella época. Un chofer de confianza cuyo nombre era José Luis, ya fallecido, miembro del Ejército Rebelde y combatiente de la Sierra Maestra, que era amigo de mi familia y visitaba mi casa, en ocasiones se comunicaba con nosotros a través del teléfono del carro de Fidel. 

La única persona en Cuba que tuvo un Oldsmobile del 60 fue Celia Sánchez. Contaba José Luis que ella se antojó de uno de color violeta claro y Fidel se lo regaló para complacerla. 

No puedo precisar cuándo fue que Fidel Castro dejó de usar su flota de Oldsmobiles del 60. Hoy no queda ni rastro de ellos. Lo más probable es que aquellos carros de lujo, diseñados para ricos, hayan terminado convertidos en chatarra, como casi todo lo que cayó en manos de Fidel Castro, incluida Cuba.