
Las cuentas del gobernador Rendón: así ahorró Antioquia para darles pensión a los viejos
- Colombia
- julio 27, 2025
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A Luz Dary le llegó un mensaje de texto de la Gobernación de Antioquia que su madre Fidelina esperaba desde semanas atrás y que le traía una esperanza que ya no existía, aquella de que el Estado la asistiera en sus vejez e incapacidad —vive en una silla de ruedas—; el mensaje decía: “Sra. Espinosa le invitamos a acercarse a cobrar su BEP en Bancolombia”. Días después, Fidelina recibió una visita del gobernador Andrés Julián Rendón a quien le dijo que “esa platica” la usaría “para los gasticos de aquí de la casa, porque hay que pagar arriendo, hay que comer”.
Fidelina nunca pudo cotizar una pensión, pues nunca tuvo un empleador formal ni estabilidad económica, y dadas sus condiciones, entró al programa de pensión vitalicia, que con ella recibirán otros 3.000 viejos en Antioquia —todos en pobreza extrema y con discapacidad—, una manera de entregar un poco de calidad de vida.
Un miércoles nos reunimos con el gobernador Rendón para hablar sobre uno de los programas sociales más revolucionarios de Antioquia en los últimos años y que se ha logrado después de apretar el cinturón de gastos, medida no muy popular que en los primeros meses de su administración le valió críticas en redes sociales y de varios diputados. “Yo soy político, no hay nada más chévere que uno poder nombrar a alguien, pero es más chévere ver el rostro de felicidad de una señora como Fidelina”, dice Rendón en su despacho, mientras añade que ahorrará más, coge el teléfono fijo de la oficina —que tiene funciones para conferencia y reuniones remotas— y dice que va a quitar los de todo el edificio porque ya nadie los usa.
La idea no nació en campaña ni en una reunión técnica. Surgió años atrás, cuando Rendón era alcalde de Rionegro y tuvo una reunión con el entonces presidente de Colpensiones, Juan Miguel Villa Lora, quien le habló de los BEPS, los Beneficios Económicos de Colpensiones, ese modelo pensado para que, las personas que nunca cotizaron formalmente a pensión, pudieran ahorrar algo y recibir un complemento del Estado. A Rendón, que es economista obsesivo con los números, le quedó sonando una pregunta: “¿Y uno no puede comprarle los años a alguien que no cotizó nada, pero que ya está anciano y con una vida un poco difícil?” La respuesta fue sí.
Entonces se lanzó el plan: la Alcaldía de Rionegro le compró esos años simbólicos de pensión a 4.000 adultos mayores. “Nos salió más barato porque muchos ya recibían Colombia Mayor, que era un programa del Gobierno Nacional, entonces no partíamos de cero”, recuerda. La experiencia le costó al municipio unos 8.000 millones de pesos. Desde entonces, quedó con la idea clavada como una promesa: si alguna vez llegaba a la Gobernación, lo haría a mayor escala.
Durante la campaña a la Gobernación, Rendón recorrió pueblos, veredas, barrios. “Me impresionó mucho ver viejitos escuálidos, enfermos. Nosotros crecimos con la imagen del abuelo gordito que come fríjoles, pero lo que vi fue hambre y abandono”, dice. El diagnóstico era claro: la vejez en Antioquia no es plácida ni digna. “Hay gente que tiene tres vulnerabilidades a la vez: están en pobreza extrema, tienen entre 60 y 86 años y tienen alguna discapacidad. Pero ahí están, viviendo, dando brega”. Esas caras, esas historias que conoció lo convencieron de que el programa no podía esperar. “Cada pesito que nos ahorremos va para eso”.
Cuando llegó al cargo, lo primero que hizo fue sacar la tijera. “Redujimos el nivel directivo de la Gobernación a la mitad. Había 34 dependencias; ahora hay 17. Eliminamos las vicegobernaciones que tenía Aníbal Gaviria, los famosos SERES. Cortamos los contratos de prestación de servicios: de 390 bajamos a 12”. No hay celulares asignados. No hay viáticos para paseos internacionales. Hasta el momento nadie ha viajado al exterior —ni siquiera el gobernador— y los viajes internos se hacen “juiciosos”.
Los datos están en los balances. El gobierno anterior había proyectado para 2024 un gasto en funcionamiento de 1,04 billones de pesos, pero la administración de Rendón se gastó 800.000 millones. “Nos ahorramos 235.000 millones de pesos”, dice con precisión. Y el plan era claro: esa plata iba para los viejos.
Pero entonces apareció el Túnel del Toyo. Un megaproyecto de infraestructura que debía ser financiado en parte por la Nación, pero que —según Rendón— fue abandonado por el gobierno de Gustavo Petro. “Nos tocó meterle casi 250.000 millones de pesos de recursos propios a un contrato que no era nuestro”, dice. Y entonces lo que estaba destinado a 10.000 o 15.000 viejos, se redujo a 3.000. “El dicho aplica: lástima lo poquito”, dice.
Aun así, la primera etapa del programa ya está en marcha. Cada beneficiario recibirá 450.000 pesos cada dos meses, lo que los saca de la pobreza monetaria y les da alguna estabilidad que nunca imaginaron. Muchos de estos viejos ni siquiera tienen familia cercana y viven bajo el cuidado de mujeres caritativas (casi nunca los cuidadores son hombres). Algunos ni siquiera tienen cédula. La mayoría, hasta ahora, estaban fuera del radar del Estado.
Cuando se le pregunta por qué Antioquia sí pudo hacer esto y el Gobierno Nacional no, el gobernador es tajante: “Muchos gobiernos creen que transformar es aprobar leyes o cambiar la Constitución. Pero el Estado ya tiene herramientas. Lo que falta es voluntad. Esto no necesita una reforma pensional. Solo necesita querer hacerlo y tener cómo financiarlo”.
Y cómo financiarlo, en su modelo, es adelgazando el Estado, Rendón no tuvo contemplaciones; asegura que para él la austeridad no es un eslogan: es una política estructural. “Es muy cómodo para un político colocar gente, pero eso es pan para hoy y hambre para mañana. Yo creo que la mejor política es resolver problemas”. Hay una frase que repite varias veces durante la entrevista: “Esto no es de izquierda ni de derecha”. Cree que causas como la seguridad o el hambre deben estar por fuera del debate ideológico. “Si usted tiene 80 años, fue empleada doméstica o agricultor informal y nunca pudo cotizar, ¿qué le va a pedir ahora? ¿Papeles? ¿Un pasado laboral formal? Lo que necesita es vivir con un mínimo de dignidad”.
Y la meta es ambiciosa, aunque sabe Rendón que persigue una quimera. Dice: “El panorama del hambre es muy concentrado en Urabá, Bajo Cauca y Magdalena Medio, pero donde hay más en volumen es en Medellín, Bello y zonas del Valle de Aburrá. Cuando miramos nuestras estadísticas de lucha contra el hambre nos damos cuenta que las cifras terminan muy afectadas, más que con los indígenas en la ruralidad dispersa antioqueña, que es tan grande y que es una población que nos preocupa, es con Bello y Medellín. Nos toca también meternos en ese problema y ayudar a las alcaldías. Ahí también hay más o menos 80 ancianos de esos 3.000 que se van a beneficiar”.
Uno de los grandes retos para encontrar a esos 3.000 viejos fue, justamente, que casi el 70 por ciento están por fuera de los programas sociales de la Nación, por lo que hallar su lugar de residencia se dificulta. Al llegar a la dirección donde muchos estaban registrados, se han llevado la noticia de que ahora viven en otro municipio.
Al preguntarle cuál es su meta, Rendón responde: “Pues, hombre, nos toca seguir apretando mucho, sobre todo en el nivel descentralizado. Lo que pasa es que esto es muy grande, Antioquia es como un país metido en 125 municipios. Y el ejercicio del gobierno en una dependencia como esta es mucho más difícil, porque uno en la Alcaldía de Rionegro, por ejemplo, tenía a todo el mundo a un grito de distancia, ¿cierto? Aquí escasamente se entera uno de lo que pasa en este pido de la Gobernación. Entonces, toca hacer un ejercicio de seguimiento muy estricto, no solamente aquí, sino en las descentralizadas. El propósito es que peso que se ahorre, peso que se va a esto. En Rionegro, donde habitamos 150.000 personas, los ingresos corrientes de libre destinación que me tocaron, hoy deben ser sus sustancialmente superiores, eran de 350.000 a 400.000 millones de pesos por año; aquí son de 190.000 o 200.000 millones de pesos, entonces aquí nos toca de otra manera”.
El programa fue aplaudido hasta por el presidente Gustavo Petro, que en casi tres años de gobierno no ha podido entregar la pensión a los viejos. Dicho sea de paso, los funcionarios de la Gobernación encontraron que muchos de los ancianos beneficiados no estaban inscritos en ningún programa del Gobierno Nacional, como Colombia Mayor. Incluso Rendón ha tenido conversaciones con otros gobernadores, como el de San Andrés, quien ya evalúa a su población para, quizá, entregarles la misma pensión vitalicia.
Para evitar depender de Colpensiones —que no pone un peso— le pidió a la Asamblea de Antioquia modificar el objeto de la entidad Pensiones Antioquia, que hasta ahora solo manejaba las pensiones de extrabajadores públicos, así también podrá administrar estas rentas vitalicias: “Eso nos va a permitir que lo que nos ahorremos en el futuro no se lo tengamos que pagar a Colpensiones, sino manejarlo directamente”.
Aunque esta artículo se centra en los viejos, Rendón no deja de mencionar a las mujeres. Tiene un plan piloto para empresas que contraten mujeres formalmente: la Gobernación pagará su seguridad social. “Le tengo fe al programa”, dice. Invirtió 10.000 millones y espera ampliarlo si da resultados.
También planea una intervención masiva en mejoramiento de vivienda para madres cabeza de hogar en zonas rurales. “Queremos llegar a 58.000 mujeres con arreglos estructurales en sus casas: piso, baño, agua potable. Eso sí cambia vidas”.
Cuando le preguntan por su legado, responde sin grandilocuencia: “Aquí no vamos a hacer ni un metrocable ni un tren al Urabá. Aquí lo que queremos es resolver cosas puntuales. Problemas básicos”. Y luego dice algo más, con tono casi íntimo: “Hoy tenemos hambre en Bello, en Medellín, en el Valle de Aburrá. Hay gente que no come, que se duerme con el estómago vacío. No podemos hacer magia, pero sí podemos hacer esto: poner la plata donde se necesita. Lástima lo poquito”.