Hombre que se dedicaba a recuperar objetos caídos al embalse de Guatapé se ahogó buscando un celular
- Colombia
- julio 13, 2025
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La víctima se dedicaba a esta tarea peligrosa con solo una careta y un par de aletas.
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Momento en que los organismos de socorro buscaban el cuerpo de la víctima. FOTO Cortesía Facebook Bomberos El Peñol
Una absurda tragedia ocurrió este fin de semana en el municipio de Guatapé, el popular destino turístico al que llegan cada semana miles de personas para disfrutar, muchas veces de manera irresponsable, de los paisajes del embalse.
En medio de ese boom turístico, un hombre había encontrado una forma bastante singular de aprovechar el flujo de turistas y se había convertido en el encargado de sumergirse, con apenas una careta y un par de aletas, en las peligrosas aguas del embalse para recuperar los objetos que los turistas dejaban caer: billeteras, celulares, cámaras, joyas, zapatos, cualquier cosa.
Eso fue lo que hizo, tal como llevaba haciéndolo largo tiempo, cuando sus servicios fueron requeridos para recuperar un celular que cayó al agua a la represa. Pablo Muñoz se zambulló en el sector de Náutica, cerca al Malecón. Sin embargo, pasaron los minutos y el hombre no volvía a la superficie. Pasaron finalmente 20 minutos antes de que los testigos de la inmersión llamaran a las autoridades para decirles que Pablo, ampliamente conocido en la represa, había entrado al agua y no había vuelto a salir.
Los encargados de atender la emergencia fueron los socorristas del Grupo de Buceo Especializado del Oriente de Antioquia, que contaron con participación de unidades de rescate de los municipios de El Peñol, Marinilla y La Ceja. Durante 45 minutos, el equipo buceó en las oscuras aguas buscando a Pablo hasta que encontraron su cuerpo. Tras conocerse la noticia, hubo tristeza entre los trabajadores del sector y la comunidad en general que conocían a la víctima y la insólita labor que desarrollaba.
El hecho, lamentablemente, recordó los enormes peligros que acarrea nadar en aguas del embalse, de este y en general de cualquier represa. Y es que más allá de los mitos y leyendas que se han tejido ante la cantidad de muertos y supuestos misterios que ocultan esas aguas, la realidad es que los peligros responden a hechos concretos, por ejemplo, la poca o casi nula visibilidad, incluso cerca a la superficie; los cambios abruptos en las corrientes, las bajísimas temperaturas y la variabilidad de las mismas (existe un fenómeno que causa que las aguas superficiales sean muy cálidas y las de abajo excesivamente frías y eso crea comportamientos impredecibles en los flujos); los impredecibles cambios en la profundidad y la cantidad de lodo y un lecho conformado por pesados lodos, piedras y plantas que tienen la capacidad de “atrapar” cuerpos ajenos a ese ecosistema. Todo eso hace que, a pesar de que siempre se ven calmadas, las aguas de este y otros embalses son verdaderos peligros, incluso para nadadores profesionales.
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