
Final feliz: dos martejas víctimas de tráfico y crueldad en el Valle de Aburrá tuvieron cría
- Colombia
- julio 8, 2025
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Los papás y la cría podrían volver pronto y juntos a la vida silvestre. La última vez que ocurrió algo así con dos individuos de esta misma especie fue en 2009.
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Ahora a la familia de monos nocturnos les espera una última etapa de rehabilitación antes de volver a su hábitat. FOTO: CORTESÍA
08 de julio de 2025
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A veces, de la enorme cantidad de casos de crueldad contra los animales, surge una historia esperanzadora. Es el caso de dos martejas o monos nocturnos que llegaron al Centro de Atención de Fauna del Área Metropolitana tras ser víctimas de tráfico ilegal de especies silvestres. Después de pasar por todo tipo de peligros condiciones adversas, finalmente estos dos pequeños monos de la familia Aotidae le dieron a los veterinarios y biólogos cuidadores la más espectacular de las noticias: tuvieron una cría.
La hembra ingresó en 2019 en estado crítico. Estuvo a punto de morir, pero la llamada de un ciudadano permitió su rescate. Se encontraba en vía pública y llegó al CAVR en estado crítico. Por fortuna, logró responder a los tratamientos y lentamente recuperó su salud bajo el atento cuidado del equipo del CES y el Área Metropolitana que atienden del Centro. Gracias a esos cuidados fue que pudo conocer en 2022 a un macho juvenil que llegó también en pésimo estado después de haber padecido todas las formas de maltrato en cautiverio. La persona que lo mantuvo cautivo lo entregó voluntariamente no sin antes causarle grandes daños a su organismo, no solo con el encierro sino con la alimentación y el impacto a todos sus hábitos instintivos. Pero también prevaleció la vida en este caso.
Una vez estabilizados y en una etapa avanzada de sus procesos de rehabilitación, al corroborar que se trataba de monos de la misma especie (Aoutus Lemurinus), decidieron permitirles la interacción en un mismo espacio, como parte de una estrategia de readaptación a la vida silvestre. Después de cinco años de esfuerzos con uno y otro individuo, finalmente este año recibieron una noticia esperanzadora: una cría nació de esa unión ratificando que cada esfuerzo, tiempo e inversión de cada recurso se justifican totalmente para salvar todas las formas de vida.
En este momento, tanto la madre, como el padre y su pequeña cría se encuentran estables y monitoreados con el fin de determinar en qué momento estarán listos para regresar juntos a la vida silvestre.
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La última vez que ocurrió algo así con dos individuos de esta misma especie fue en 2009, luego de que después de una espera de 11 años y 133 días, Duende y Luna tuvieron su primera cría. El nacimiento fue todo un acontecimiento pues se trató del primer caso en el que dos martejas en cautiverio logran tener una cría que superara el primer mes de vida, que es un periodo crítico de supervivencia para esta especie.
Este nuevo nacimiento también es un símbolo de esperanza y rebeldía de la vida silvestre, pues las martejas se encuentran actualmente en situación vulnerable de extinción, pues sus poblaciones padecen actualmente una acelerada reducción por la fragmentación de los bosques para la ampliación de la ganadería expansiva y la frontera agrícola.
Los micos de noche, como también se les conoce, habitan el Magdalena Bajo y Medio, toda la cuenca del Cauca, el Norte de Antioquia, en el Urabá y en el Chocó, también encuentran pequeños relictos de bosques en suroccidente de Antioquia.
Estos pequeños monos de ojos claros y enormes son fundamentales controladores de insectos que, sin depredador natural, pueden extenderse peligrosamente en los bosques minando la salud de otras especies. Pero además de ser controladores biológicos, también son eficientes ingenieros forestales, pues trabajan en la dispersión de semillas de especies del sotobosque, es decir, los arbustos y las plantas que se resguardan del sol.
Las martejas son grandes “defensoras” de la monogamia. Viven con una pareja estable a lo largo de su vida y también con sus crías. Les gusta la vida en familia. Las crías tardan 133 días en nacer y permanecen al lado de sus papás máximo dos años y medio. Otra particularidad es que en esta especie el papá cumple un bello rol, pues se encarga de llevar a cuestas a los hijitos.
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