Por si las moscas

LA HABANA, Cuba. – Hay un mosquerío enorme en la ciudad. Hay moscas en todas partes; bandadas de moscas que pululan sobre las gentes que caminan, y también sobre quienes decidan un descanso breve. Hay moscas que se posan en las orejas, que se lanzan impertinentes sobre la cara y se meten en las narices. Hay un mundo de moscas allá afuera, hay un mundo de moscas acá adentro.

Hay moscas, muchas moscas, en esta ciudad; moscas que sobrevuelan las cabezas y descansan sobre ellas. Hay moscas que se deciden por los pabellones de las orejas como si fueran un pendiente levísimo, y luego se mueven, mortifican, se desquician. Hay moscas que se prenden al lóbulo de una oreja, y también están las que se atreven más, las que se meten en las orejas y también las que visitan la nariz.

Hay un mundo de moscas que importuna a los habaneros, y supongo que lo mismo esté sucediendo en otros sitios del país, en todas las cosas que conforman un país. Las moscas llegaron y al parecer quieren quedarse un tiempo largo, todo el tiempo que las condiciones sanitarias lo permitan. Las moscas llegan con la idea de permanecer por mucho tiempo, y es que esos bichos, desde que el mundo es mundo, prefieren la podredumbre.

Las moscas prefieren la suciedad de las sociedades, y quizá por eso rechazan algunas propuestas de retiradas. Ellas prefieren este caldo de cultivo. Las moscas, mis moscas, nuestras moscas, prefieren quedarse. ¿Y por qué iban a escoger la retirada si acá tienen todo cuanto les hace falta? Nuestras moscas tienen el mejor de todos los caldos de cultivos. Y es que las moscas no buscan eso a lo que algunos llamamos “las rutas del bienestar”.

En la vida de esos insectos son importantes los caldos de cultivo. Ellas necesitan de un tanque de basura repleto, rebosado de pudriciones. Un tanque de basura lleno de podredumbre será el cultivo ideal, uno que provoque malestares, sofocaciones. Un tanque donde se expandan todos los detritus de una ciudad enferma, de un país moribundo en el que esos bichos tendrán el mejor, el más saciado, de entre todos los caldos de cultivos.

¿Será acaso una actitud romántica conservar el churre? Cuba debe ser uno de los países más insalubres en esta época. Cuba es hoy un estercolero que tributa a las peores creaciones. En este país abundan los incómodos mosquitos, esos bichos que infectan y también matan. Y ya vendrán las campañas de saneamiento, ya vendrán las fumigaciones contra todos los bichos que están por llegar para juntarse con los que ya existen.

Mientras tanto yo miro los tanques recolectores en los que pululan los desechos, esos tanques que acogen un enjambre de enfermedades, esos desechos que, al parecer, ya son capaces de reconocer la eternidad de lo sucio que en esta tierra que se hace crónico. Ya vendrán, y con discursos, con  bombos y platillos, las múltiples campañas de saneamiento para eliminar a cada una de esas alimañas con rimbombantes campañas de saneamiento. Ya atacarán desechos y vectores, esos que, supongo, ya son capaces de reconocer la eternidad de lo que es más sucio, de lo pernicioso.