“Si no llueve, estamos jodidos”: sequía, ineficiencias y negocios que secan bolsillos

“Si no llueve, estamos jodidos”: sequía, ineficiencias y negocios que secan bolsillos

  • Cuba
  • junio 29, 2025
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La sequía y el colapso del acueducto agravan la crisis del agua en Holguín, donde miles enfrentan escasez, altos precios y soluciones inciertas.

MIAMI, Estados Unidos.- “El acueducto hace más de un mes que no bombea y los pozos se secaron. Si no llueve estamos jodidos”, dice el holguinero Gustavo Sánchez con un pozo en la casa de siete varas de profundidad que nunca le había fallado.

Holguín enfrenta una de sus crisis hídricas más severas en décadas, resultado de una sequía prolongada, apagones constantes y fallos en la infraestructura hidráulica.

Datos oficiales indican que casi la mitad de la provincia sufre los efectos de la sequía, mientras el caudal de entrada de agua a la ciudad ha disminuido en más de 300 litros por segundo.

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La situación afecta a cientos de miles de residentes, con ciclos de distribución que en algunas zonas superan los cien días. Las medidas gubernamentales implementadas no han logrado mitigar el impacto, dejando a la población en un estado de vulnerabilidad. La falta de agua potable dificulta las rutinas básicas de higiene personal y limpieza del hogar, lo que incrementa el riesgo de enfermedades.

“Con la falta de limpieza en la casa y no poder asearnos tenemos temor a enfermarnos. Dependemos de las pipas y siempre queda la duda de si esa agua, que a veces se ve turbia, no terminará enfermándonos”, dice Mayté Fuentes, vecina del reparto La Quinta.

Agua a precio de oro

Con meses sin servicio del acueducto en varias localidades, y sin la gestión del Gobierno para resolver el problema, la demanda ha disparado el precio del agua vendida por transportistas privados.

“Desde febrero no bombea el acueducto y para mayor desgracia ahora se secó el pozo de la casa. Para llenar los tanques compramos pipas de agua, algunas me cobran 3.000 pesos y otras 4.000”, dice María Isabel López, vecina de la zona centro-sur de la ciudad.

Salidero del acueducto. (Foto: CubaNet)

El costo de llenar los tanques de almacenamiento doméstico se ha vuelto prohibitivo para una parte importante de la población, evidenciando una creciente especulación.

“Hace 15 días”, comenta Mario López, vecino del reparto Harlem, “yo llené mis dos tanques y el dueño de la pipa me cobró 4000 pesos”.

En otros barrios de la ciudad, los precios han alcanzado niveles aún más altos, reflejando una total desproporción del mercado informal de distribución de agua.

“6.000 pesos están cobrando por llenar un tanque de 1.200 litros en Alcides Pino”, denuncia Orlando Díaz, residente de ese populoso reparto holguinero.

Para la mayoría, cuyo salario promedio oficial apenas supera los 4.000 pesos mensuales, pagar una pipa de agua se ha convertido en una quimera.

“Es imposible”, afirma Ángel Escobar. “Con mi salario de 4.680 pesos no puedo pagar una pipa; el dinero apenas me alcanza para comer. El agua es una necesidad, pero se ha convertido en algo inalcanzable para la mayoría”.

Sin embargo, el aumento del precio del agua no responde únicamente a la escasez, sino que está vinculado al elevado costo de la vida.

“La comida está muy cara y por eso he tenido que subir el precio. Tengo gastos de combustible y piezas de repuesto y una familia que alimentar. Nadie se va a hacer millonario vendiendo agua porque prácticamente el mayor porcentaje de la ganancia lo gasto comprando comida”, dice Manuel Montoya, un pipero que distribuye agua en diferentes puntos de la ciudad.

Por otro lado, depender de los proveedores de agua, conocidos como ‘piperos’, no solo es estar expuestos a los precios altos; a menudo se convierte en una amarga experiencia marcada por la incertidumbre y un servicio deficiente.

“Los piperos son informales, estuve casi una semana detrás de varios”, relata José Antonio Reyes, vecino del reparto Ramón Quintana.

La frustración crece cuando los acuerdos no se respetan y las promesas se incumplen, demostrando que en la crisis, el acceso a recursos básicos queda determinado por el poder adquisitivo.

“Estuve varios días llamando a varios ‘piperos’ y al fin vino uno cuatro días después. Ellos priorizan a quien más le pague, hasta en eso los pobres perdemos. Ya la palabra no vale. Ya lo que vale es el dinero”, concluye Reyes.

Pozos artesanales: el dinero en riesgo

Los pozos artesanales han surgido como una solución para enfrentar la crisis, pero su construcción es una limitante económica para muchos.

“Si no me alcanza el dinero para la comida, imagínate tú para pagar un pozo artesanal que cuesta 90 000 pesos”, dice Yosbel Acosta, un trabajador del sector de la educación.

Contratar a un pocero implica además un riesgo financiero, ya que no existe garantía de encontrar agua, convirtiendo la inversión en una apuesta de alto costo.

“Te advierten desde el principio que ellos no aseguran que el pozo dé agua, que su trabajo es darle profundidad y que entre más profundo sea más caro porque cobran a 6.000 pesos la vara. Es como un juego de azar, que puedes ganar o perder”, explica Miguel David Sánchez.

La incertidumbre de la inversión, que puede alcanzar los 90.000 pesos, lleva a muchos a dudar antes de comprometer sus escasos recursos en una solución incierta.

“Yo tengo idea de hacer uno”, dice Ariel García. “Pero es que todos los pozos cerca de mi casa están secos. Entonces, le pago al pocero 90.000 pesos y al final no da agua. Me quedo sin dinero y sin agua. Porque él dice a riesgo, yo voy a meter profundidad, pero si no da agua…”.

El despilfarro de agua a través de salideros en la red pública agrava el descontento ciudadano, que observa cómo se pierden miles de litros cuando trabaja el sistema de bombeo.

“Cuando el acueducto bombea es muy triste ver cómo se despilfarra el agua con tanta sequía que hay, yo lo he informado varias veces y no acaban de resolver el problema”, critica Omar Torres .

El proyecto del trasvase Este-Oeste, anunciado hace mas de 10 años como una solución definitiva, es ahora visto por muchos como un símbolo de la ineficacia gubernamental y la mala gestión.

“En el trasvase Este-Oeste gastaron millones de pesos y no tenemos ni agua ni comida. Decían que el agua ya estaba llegando a la presa pero eso es mentira y la realidad lo demuestra”, sentencia Rafael Romero.

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